¿Tienes un par de zapatos que te han costado una fortuna pero que prácticamente no has usado porque son muy incómodos pero no te atreves a tirarlos a la basura porque eso sería reconocer que has hecho una pésima compra? ¿Hace varios meses que has comenzado un proyecto pero este no acaba de rendir frutos y no quieres darte por vencido porque has invertido demasiado tiempo y esfuerzo?
Se trata de una situación que casi todos hemos vivido al menos una vez y que en el ámbito de la Psicología se conoce como el Sesgo de los Costos Hundidos. En práctica, hemos invertido tantos recursos en determinado proyecto (entiéndase tiempo, esfuerzo, habilidades o incluso recursos materiales) que aunque no resulte rentable, seguimos aferrándonos a la idea original porque no queremos perder nuestra inversión.
Obviamente, este comportamiento nos conduce a tomar malas decisiones. Es mejor aceptar las pérdidas que han ocurrido que perseverar en un proyecto que continúa dando pérdidas. Sin embargo, hay una manera bastante sencilla de salir de este círculo vicioso: practicar la meditación. Según un estudio realizado en la Universidad de Pennsylvania, tan solo 15 minutos al día de meditación consciente pueden ayudarnos a decidir mejor y revertir esa tendencia a aferrarnos a proyectos que han fracasado.
Estos psicólogos encuestaron a 178 adultos y descubrieron que quienes practicaban la meditación eran menos propensos a ser víctimas del sesgo de los costos hundidos. A continuación, entrenaron a estudiantes en técnicas de meditación que implicaban la atención plena y el control de la respiración y apreciaron que estas personas tomaban mejores decisiones económicas en escenarios hipotéticos.
En el primer escenario, la persona debía decidir si comprar una prensa de impresión más moderna porque la suya se había quedado obsoleta, a pesar de que había invertido una cantidad de dinero considerable en la prensa anterior. En el segundo escenario, la persona debía decidir si comprar un nuevo modelo de avión porque el nuevo que había comprado la empresa rival, había dejado al suyo obsoleto.
En el grupo de control, los costos hundidos en el primer escenario determinaron las decisiones del 78% de las personas mientras que solo el 53% de quienes habían practicado la meditación se dejaron llevar por este sesgo. En el segundo escenario, solo el 29% de las personas que meditaron presentaron el sesgo, mientras que este se apreció en el 44% de quienes formaban parte del grupo de control.
¿A qué se debe este fenómeno?
Los investigadores no brindan una explicación concluyente pero sin duda la meditación puede incidir en varios niveles. Por ejemplo, nos puede ayudar a asumir una distancia psicológica del problema haciendo que tomemos una decisión más racional y menos determinada por factores emocionales.
Por otra parte, la meditación también podría comprenderse como una forma para “reiniciar” el cerebro, de manera que las decisiones pasadas perderían un poco su influencia. De hecho, podríamos compararla con el sueño ya que se ha demostrado que unas horas de sueño también nos ayudan a tomar mejores decisiones y nos permiten poner los problemas en perspectiva.
De una forma u otra, ahora ya lo sabes: tan solo 15 minutos de meditación nos ayudan a tomar mejores decisiones.
Fuente:
Hafenbrack, A. C. et. Al. (2014) Debiasing the mind through meditation: mindfulness and the sunk-cost bias. Psychological Science; 25(2): 369-376.
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