Quizás nunca te has detenido a pensarlo pero la luz y el color desempeñan un papel importantísimo en nuestro estado de ánimo. Los tonos rojos y naranjas nos transmiten energía y entusiasmo mientras que colores como el azul y el verde promueven la tranquilidad y el equilibrio. Tampoco somos inmunes a la intensidad de la luz. De hecho, estos aspectos aparentemente intrascendentes pueden llegar a determinar nuestras decisiones e incidir sobre nuestra productividad.
La primera pista sobre la incidencia de la luz en nuestro comportamiento la encontré a través de la iniciativa Comparte Innovación, detrás de la cual está Philips. Es una plataforma en la que diferentes colaboradores especialistas en proyectos de innovación, sostenibilidad, salud y bienestar, escriben artículos que pueden sernos muy útiles, tanto en nuestro día a día como en el ámbito profesional.
Entonces, ¿cómo incide la luz en nuestros comportamientos?
1. Una luz brillante nos hace tomar decisiones más extremas y emocionales
Cuando vemos un filme donde hay un detective que interroga a un sospechoso, casi siempre lo hace bajo luces muy brillantes. Ahora un estudio desarrollado en las universidades de Toronto y Northwestern nos explica por qué esta táctica funciona: cuando nos exponemos a una luz muy brillante, vivimos con mayor intensidad nuestras emociones, tanto las positivas como las negativas, y reaccionamos en consecuencia.
Estos psicólogos les pidieron a los participantes que evaluasen varios objetos y situaciones bajo diferentes condiciones de iluminación. Así, encontraron que cuando la luz era más brillante, las personas experimentaban las emociones con mayor intensidad por lo que podían calificar un sabor como mejor o peor, podían indicar que un personaje era mucho más agresivo o que una persona era más atractiva.
Lo interesante fue que las luces no solo inciden en las valoraciones que hacemos sino que también determinan nuestro comportamiento. En este experimento se apreció que cuando las personas estaban bajo una luz brillante bebían una mayor cantidad de zumo cuando les gustaba o bebían mucho menos cuando les desagradaba.
Como la mayoría de las decisiones cotidianas las solemos tomar bajo una luz brillante, estos investigadores nos aconsejan que cuando debamos tomar decisiones importantes, sería mejor moderar la intensidad de la luz. De esta manera estaríamos acallando las emociones y podríamos encontrar una solución más racional.
2. La escasez de luz nos incita a mentir
Imagina que te han reclutado para un experimento y que te pagarán al final en dependencia de la cantidad de respuestas acertadas que hayas dado. La tarea consiste en resolver 20 problemas de matemáticas pero hay un límite de tiempo.
Cuando terminas, el investigador te dice que no puede revisar todas las pruebas en ese momento pero que te dará las respuestas para que tú mismo te califiques. Así podrás reclamar el dinero que te corresponde. ¿Mentirías para obtener más dinero?
Este experimento, llevado a cabo en las universidades de Toronto y de Carolina del Norte, descubrió que estamos más dispuestos a mentir cuando el ambiente en el que nos encontramos tiene poca iluminación. Los investigadores apreciaron que quienes realizaron la tarea en una habitación adecuadamente iluminada solo añadieron una media de 0,83 preguntas adecuadas mientras que aquellos que estuvieron en la habitación más oscura añadieron una media de 4,21 preguntas.
Además, el 60,5% de las personas que estaban en la estancia más oscura mintieron sobre su desempeño con el objetivo de llevarse una recompensa mayor, mientras que este comportamiento solo se apreció en el 24,4% de las personas que se hallaban en la habitación bien iluminada.
En este punto, queda claro que si deseas que una persona te cuente la verdad, es mejor preguntarle cuando hay una luz adecuada ya que la penumbra genera la sensación de anonimato y se convierte en una especie de “licencia moral” para mentir.
3. La luz azul mejora nuestra concentración y agiliza la toma de decisiones
Cuando necesitamos una dosis extra de concentración normalmente recurrimos a una taza de café. Sin embargo, un estudio realizado en la Mid Sweden University nos ofrece una alternativa mucho más saludable: apostar por una luz azul.
Estos investigadores compararon el desempeño de las personas sometidas a luces blancas o azules, con aquellas que habían consumido dos tazas y media de café. Así pudieron apreciar que tanto las personas que consumieron cafeína como las que se expusieron a luz azul tomaban decisiones de manera más rápida y podían concentrarse mejor. Sin embargo, cuando se introdujeron distracciones, la cafeína dejaba de ser eficiente y solo las personas expuestas a la luz azul lograban mantenerse concentradas y responder con rapidez.
Esto se debe a que la luz azul activa el hipocampo y la amígdala, inhibiendo a su vez la producción de melatonina, lo cual incrementa nuestro nivel de alerta. No obstante, este no es el único estudio que ha correlacionado la luz con nuestro rendimiento y capacidad de atención. De hecho, investigadores del Hospital Universitario de Hamburgo y la Universidad Nebrija (con la colaboración de Philips), han demostrado que usando la iluminación adecuada en las aulas se puede mejorar muchísimo la atención de los estudiantes e incluso se logra disminuir un 76% de los casos de hiperactividad.
Referencias bibliográficas:
Beaven, C. M. & Ekström, J. (2013) A Comparison of Blue Light and Caffeine Effects on Cognitive Function and Alertness in Humans. PlosOne; 8(10): 1-7.
Jing Xu, A. & Labroo, A. A. (2013) Incandescent affect: Turning on the hot emotional system with bright light. Journal of Consumer Psychology.
Zhong, C., Bohns, V., & Gino, F. (2010) Good Lamps Are the Best Police: Darkness Increases Dishonesty and Self-Interested Behavior. Psychological Science; 21(3): 311-314.
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