
El mundo moderno nos ha traído regalos excelentes, artículos y servicios que nuestros abuelos ni siquiera soñaban. Sin embargo, de su mano también han llegado nuevos peligros y retos por lo que de vez en cuando vale la pena mirar atrás y recuperar algunas grandes enseñanzas, ideas atemporales que pueden mejorar nuestra vida.
Ideas del viejo mundo, sentido común para el mundo actual
1. Gnothi seauton
Se trata de un aforismo griego inscrito en el antiguo oráculo de Delfos: «Conócete a ti mismo».
La vía del autoconocimiento es el camino más complejo y apasionante que podemos emprender a lo largo de nuestra vida. En realidad, es imposible llegar lejos si no somos conscientes de nuestras potencialidades y no tomamos en cuenta nuestras limitaciones.
El éxito pasa a través del autoconocimiento, solo cuando nos conocemos profundamente somos capaces de tomar buenas decisiones, decisiones que nos permitirán crecer y alcanzar nuestros objetivos. Al contrario, un pobre autoconocimiento nos dejará a merced de las circunstancias y probablemente nos hará seguir un camino que, a la larga, no nos satisfará.
Los estoicos, entre ellos Séneca, afirmaban que había que “premeditar los males”.
No se trata de una exaltación del pensamiento negativo sino de prepararnos para lo peor, en el buen sentido del término. En una sociedad donde se ha instaurado el positivismo a ultranza, algunos han olvidado la importancia del negativismo estratégico. De hecho, buenos proyectos fracasan por causas que se habrían podido evitar si tan solo hubiésemos tenido la capacidad de anticipar los problemas.
Por otra parte, la capacidad para prever los males nos permite adoptar una perspectiva más objetiva ya que a menudo somos víctimas de un pensamiento catastrofista que exagera las posibles consecuencias de los problemas. Sin embargo, cuando nos obligamos a vislumbrar el peor escenario posible y asumimos una actitud objetiva, nos damos cuenta de que nuestras emociones nos estaban jugando una mala pasada y que en realidad todo no es tan malo como suponíamos, lo cual nos da fuerzas para seguir adelante.
3. Focus
Esta simple pero eficaz máxima de la filosofía budista, “Céntrate”, ha sido rescatada por las modernas corrientes de productividad personal.
En un mundo lleno de distracciones, cada vez es más difícil concentrarse. Y no me refiero a la mera capacidad atencional que necesitamos para trabajar o estudiar sino a la posibilidad de centrarnos en lo que realmente nos importa, aprender a priorizar actividades y objetivos.
Para ser felices, para ser más eficaces y para lograr nuestras metas no necesitamos más cosas, necesitamos mucho menos. Cuando simplificamos nuestra vida, ponemos al descubierto lo esencial y logramos centrarnos en lo que verdaderamente es importante para cada uno de nosotros.
Este antiguo proverbio latino ha llegado hasta nuestros días pero muy pocos logran aplicarlo: “Hechos, no palabras».
Por una parte, se refiere a la necesidad de llevar a la práctica nuestras ideas y traducir en acciones nuestros sueños. La procrastinación es nuestro peor enemigo porque no solo nos mantiene inmóviles sino que también es una fuente inútil de preocupación a través de la cual se escapan nuestras energías. Recuerda que nadie ha llegado lejos si antes dar el primer paso. Afortunadamente, llevar adelante un proyecto y ser consecuentes hasta el final, es una habilidad que se aprende y se perfecciona con la práctica.
Por otra parte, este refrán también nos recuerda la importancia de ser congruentes con nuestros sentimientos, ideas y creencias. Nuestro sistema de valores debe encontrar una salida a través de nuestras actitudes y comportamientos, solo así nos sentiremos plenamente satisfechos de nosotros mismos.
5. Carpe diem
El poeta romano Horacio acuñó esta frase, tan sencilla como profunda: «Aprovecha el momento».
Una enfermera australiana descubrió cuáles eran los mayores arrepentimientos de las personas que estaban a punto de morir, casi todos hubiesen querido perseguir sus sueños y darse más oportunidades para ser feliz. Y es que mientras estamos atrapados entre el pasado y el futuro, el presente se nos escapa.
Esta máxima nos invita a reflexionar sobre la fugacidad del tiempo y la necesidad de aprovecharlo al máximo. ¿Cómo hacerlo? Aprendiendo a estar plenamente presentes, disfrutando el aquí y ahora, impidiendo que las preocupaciones nos arruinen un buen momento y, sobre todo, poniéndonos manos a la obra para alcanzar nuestros sueños.
Deja una respuesta