
Cuando pensamos en una adicción casi siempre acude a nuestra mente la imagen de las drogas, el alcohol y el cigarro. Sin embargo, las adicciones no terminan ahí, solo comienzan. En teoría, los seres humanos podríamos ser adictos prácticamente a cualquier cosa, por lo que no es extraño que hoy también se hable de la adicción al sexo, a Internet, a los ejercicios, a las compras o a la comida basura.
En realidad, cualquier cosa que provoque un gran placer tiene un potencial adictivo. No obstante, se debe aclarar que no hay nada negativo en experimentar placer y alegría. De hecho, la clave de la felicidad también radica en buscar activamente aquellas experiencias que nos llenen de satisfacción. Sin embargo, la línea entre la búsqueda activa de la felicidad y la búsqueda de placeres es muy fina y puede desembocar en la adicción.
La adicción es algo de lo cual nadie está a salvo. Deberíamos mantener nuestros comportamientos continuamente monitorizados porque detenerse a tiempo es la clave para que el problema no se convierta en un trastorno en toda regla.
Cuando la adicción toca a la puerta
1. Grado de importancia conferida. ¿Cuán importante se ha convertido ese objeto o situación para ti? Analiza cuánto tiempo de tu jornada le dedicas a esa actividad o cuánto tiempo pasas pensando en ella. ¿Has notado que tu jerarquía de necesidades ha cambiado y que esa actividad ha pasado a ocupar el primer lugar, en detrimento de otras cosas que antes eran importantes para ti? Cuando estamos a las puertas de una adicción, una de las principales señales de alarma es el cambio en nuestras necesidades porque ese objeto o acción pasa a ocupar un lugar cada vez más importante en nuestra vida. El problema radica en que se trata de un proceso gradual por lo que no siempre es fácil darse cuenta.
2. Sensación de control que genera. ¿Ese comportamiento te hace sentir seguro, con el control de la situación? Es normal que cuando hacemos las cosas que nos gustan nos sintamos bien pero la adicción comienza cuando estos comportamientos se convierten en la principal fuente de satisfacción, en la única manera que tenemos para sentirnos completos y con el control de la situación. En este caso, la adicción se convierte en un parche que intenta esconder un problema mucho más grave de base, que puede ser la inseguridad o una escasa autoestima.
3. Prevalencia del comportamiento. ¿A menudo te encuentras realizando esa actividad durante más tiempo del que tenías planificado? Si te dices a ti mismo: “solo un poco más”, es porque estás delante de una compulsión. La adicción encierra a las personas en un círculo vicioso porque va ocupando cada vez más espacio, desplazando otras actividades que también son importantes para nuestra salud física y mental. ¿En cuántas ocasiones ese comportamiento se ha convertido en un impedimento en tu vida cotidiana o en tus relaciones interpersonales?
4. Sentimientos ante el cese del comportamiento. ¿Sientes ansiedad o angustia cuando no puedes llevar a cabo ese comportamiento? Es probable que antes ni siquiera te importaba mucho pero ahora ese comportamiento ha pasado a ser una parte importante de ti y si tan solo imaginas que no podrás realizarlo, entras en pánico. Ese profundo displacer, que va más allá de lo racional, es una señal de que existe o se está instaurando una adicción. El próximo paso será un Síndrome de Abstinencia, en el sentido más literal del término. De hecho, se ha demostrado que incluso las personas que sufren de adicción al móvil o a Internet tienen todos los síntomas de este síndrome.
5. Imposibilidad de parar. ¿En alguna ocasión te has dicho “esta será la última vez” o “no lo haré más hasta la semana próxima” pero al poco tiempo te sorprendes haciendo de nuevo lo mismo? Uno de los principales problemas de la adicción es que nos impulsa a repetir los mismos comportamientos una y otra vez, nos hace perder el control y, aunque lo deseemos, no podemos parar. En ocasiones estos comportamientos se convierten en un hábito y los realizamos de manera casi mecánica pero es importante distinguirlos para después pedir ayuda.
¿Qué hacer?
Todos estos signos no indican, necesariamente, que ya existe una adicción pero sí vaticinan que muy pronto estará tocando a tu puerta, indican que en tu cerebro ya se han activado todos los mecanismos que te harán perder el control de tus impulsos sumiéndote en un bucle de negatividad.
Por consiguiente, si estás un paso antes de caer en la adicción, ese es el momento de parar. El primer paso consiste en detectar qué está causando ese comportamiento. Normalmente en la base de las adicciones se encuentra una carencia, el comportamiento adictivo no suele ser más que una escaramuza de nuestra mente que nos impide centrarnos en aquello que realmente nos molesta y nos hiere. De hecho, no es extraño que las adicciones aparezcan o se recrudezcan después de una ruptura de pareja, la pérdida del trabajo o un proyecto fracasado.
La mejor manera para detener a tiempo la adicción consiste en sentirse a gusto consigo mismo y aceptarse. Cuando no tenemos nada que demostrarle a los demás ni a nosotros mismos, cuando hemos saldado las cuentas con nuestro pasado y podemos mirar con confianza hacia el futuro, la adicción no tiene cabida.
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