Se dice que el camino al éxito está lleno de fracasos. De hecho, normalmente solemos conocer a las personas una vez que han llegado a la fama y pensamos en lo afortunadas que han sido pero obviamos todos los fracasos, errores y sacrificios que tuvieron que enfrentar a lo largo del camino.
Tanto es así que hay quienes afirman que la diferencia entre quienes fracasan y quienes tienen éxito radica en que estos últimos no se dan por vencidos, continúan intentándolo hasta que consiguen su sueño. Sin embargo, en ocasiones no hay nada mejor que un baño de realidad para comprender este concepto. Por eso, en esta ocasión os traigo algunas de las cartas de rechazo que recibieron personas que han logrado sobresalir en sus campos de acción, ya sea la música, la literatura o la pintura. Algunos textos son realmente rudos y habrían desanimado a cualquiera, pero no a ellos.
1. U2: En 1976, cuando aún eran unos adolescentes, le presentaron su primer sencillo a RSO Records, una casa discográfica con sede en Londres, que los rechazó indicando que su música “no era adecuada para ellos”. Más tarde, firmaron con Island Records y lanzaron su primer single internacional: «11 O’Clock Tick Tock», una de sus canciones más populares. El resto es historia.
2. Andy Warhol: En 1956 este artista intentó donar algunas de sus obras al Museo de Arte Moderno de Nueva York pero esta institución rechazó su trabajo aduciendo que no tenían espacio. En la actualidad este museo posee nada más y nada menos que 168 piezas de Warhol, muchas de las cuales han tenido que comprar pagando su peso en oro.
3. Sylvia Plath: En 1962 Howard Moss, el editor del New Yorker, rechazó el poema Amnesiac de Sylvia Plath. En su carta afirmaba que la primera parte no guardaba relación con la segunda y que el poema en general era muy «denso». Esta fue tan solo una de las múltiples cartas de rechazo que recibió la poeta, quien afirmaba que las coleccionaba porque le recordaban que lo había intentado.
4. Madonna: Después de esta carta de rechazo la cantante firmó con Sire Records en 1982 y lanzó el disco que, supuestamente, “no estaba listo”. Un álbum que, dicho sea de paso, vendió más de 10 millones de copias en todo el mundo.
5. Tim Burton: En 1976, cuando todavía era un estudiante, Burton le envió a Walt Disney Productions una copia de un libro para niños que él mismo había escrito y dibujado «Zlig, El Gigante». Sin embargo, la compañía le respondió con rechazo rotundo. Años más tarde, lo contrataron y hoy Burton es un excelente escritor y director de cine que ha marcado un antes y un después en el cine de animación.
6. Jim Lee: A medidados de 1980 un joven dibujante intentaba hacerse un hueco en el mundo del cómic pero su trabajo fue rudamente rechazado por Marvel afirmando que sus dibujos tenían muy mala calidad. Más tarde, Lee se convirtió en uno de los dibujantes de historietas más influyentes de los años ’90 en Estados Unidos y la propia compañía lo contrató.
7. Stieg Larsson: Esta carta muestra el rechazo a su solicitud de ingreso a la Escuela de Periodismo en Estocolmo y la misiva no fue nada agradable. En ella se afirmaba que “no era lo suficientemente bueno para ser periodista”. Afortunadamente, Larsson no se desanimó y fundó una de las revistas contracorriente más influyentes de Suecia y nos dejó la increíble trilogía “Millennium”.
Ahora ya lo sabes, los problemas son como las piedras, puedes utilizarlos como anclas para hundirte o como escalones para subir. El éxito puede estar a la vuelta de la esquina.
Fabiola Rondon dice
Fracasar es parte del éxito, literalmente. Hay que afrontarlo.
Por esto, siempre he creído que el verdadero problema está en rendirse.
Jennifer Delgado dice
Es cierto que los rechazos duelen y desmotivan pero después debemos reponernos y continuar adelante porque nuestro sueño puede estar a la vuelta de la esquina.
Efrain Flores Bonifacio dice
Son verdaderas lecciones de vida pero nunca olvidemos los casos en que los rechazos terminaron en rechazos y las pereonas se dedicaron a otras cosas
Jennifer Delgado dice
Claro, parte de la inteligencia también consiste en saber cuándo ha llegado el momento de abandonar, pasar página y dedicar nuestros esfuerzos a otra cosa.