“No te mantengas tan ocupado viviendo como para olvidar que tienes una vida”. No recuerdo donde leí esta frase pero en los tiempos que corren, donde el mundo parece girar a una velocidad vertiginosa, nos viene como anillo al dedo. A veces estamos tan ocupados que nos olvidamos de vivir.
Las expectativas, las demandas de quienes nos rodean, las tareas del trabajo, los compromisos sociales y la tecnología ocupan una gran parte de nuestra vida. Nos convertimos en verdaderos malabaristas en la distribución del tiempo para poder cumplir con todo y satisfacer a todos pero al final, hay una persona que siempre queda relegada a un segundo plano, a la que le toca recoger las migajas de tiempo: nosotros mismos.
Lo más curioso es que casi nunca nos damos cuenta de que se trata de un contrasentido porque en la película de nuestra vida los protagonistas deberíamos ser nosotros. No podemos conformarnos con un papel secundario.
Y es que mientras nos esforzamos por cumplir con todo, nos olvidamos de vivir. Nos sobresaturamos con tareas que no solo nos roban tiempo sino que incluso son dañinas para nuestro equilibrio mental. Nos convencemos de que estas tareas son importantes porque creemos al pie de la letra una serie de creencias que nos ha transmitido la sociedad.
Las creencias erróneas que te llenan de trabajo y te impiden disfrutar de la vida
1. El reconocimiento social genera satisfacción. Tenemos la tendencia a creer que cuando los demás reconozcan nuestro trabajo, nos sentiremos satisfechos, felices, realizados. Sin embargo, lo cierto es que el reconocimiento social genera una satisfacción muy efímera, tan efímera que realmente no vale la pena emplear tanto tiempo y esfuerzo en ello. Esto no significa que no debamos hacer cosas por la sociedad pero el motivo impulsor no debe ser el reconocimiento social sino la satisfacción interior. Ya lo dijo Confucio “elige un trabajo que te guste y no trabajarás ni un solo día de tu vida”.
2. El dinero hace la felicidad. Nuestra sociedad alimenta el consumismo, lo necesita para sobrevivir. Por eso alimenta falsas necesidades y nos hace creer que teniendo el coche más potente, la casa más grande y el último modelo de smartphone seremos más felices. Sin embargo, múltiples investigaciones han demostrado que el dinero no hace la felicidad, son las relaciones humanas nuestra principal fuente de satisfacción. Correr en pos del dinero a menudo implica alejar cada vez más la felicidad y perder la paz interior. Frank Clark no pudo expresarlo mejor: “el hombre moderno emprende una carrera desenfrenada intentando ganar lo suficiente para comprar cosas que no tiene tiempo para disfrutar”.
3. No tengo otra alternativa. Muchas personas pasan décadas en un trabajo que no les satisface, viven en un sitio que no les gusta y frecuentan a gente con las que no tienen nada en común simplemente porque piensan que no tienen otra opción. Lo cierto es que siempre habrá buenas excusas para no salir de la zona de confort. Y siempre hay alternativas, solo que a veces somos nosotros quienes tenemos que forjar ese otro camino, no está servido en bandeja de plata sino que debemos esforzarnos por cambiar el curso de nuestra vida cuando esta no nos satisface.
4. Soy imprescindible. Muchas personas viven aquejadas del Síndrome de Superman, piensan que solo ellas son capaces de hacer determinada tarea. Es posible que debido a tu experiencia o habilidad, seas mejor que los demás en determinadas áreas pero eso no significa que los otros no sean capaces. El día que no estés, el mundo continuará girando porque no eres imprescindible. Cuando falta una pieza en el engranaje, el resto de las piezas se reposicionan para que el mecanismo continúe funcionando. Por tanto, aprende a delegar, así tendrás más tiempo para ti y, de paso, le darás la oportunidad a alguien de aprender.
5. Soy más productivo trabajando contrarreloj. Es cierto que algunas personas son más productivas trabajando contra la pared, con fechas límites. Sin embargo, ¿sabes por qué? Somos más productivos porque nuestro nivel de estrés aumenta y nuestro cuerpo segrega una serie de hormonas que nos dan la energía extra que necesitamos. Sin embargo, dentro de esas hormonas se encuentra el cortisol y la adrenalina, cuando sus niveles se mantienen altos durante mucho tiempo, nuestro metabolismo se resiente y enfermamos. Por eso, aunque puede ser cierto que seas más productivo trabajando contrarreloj, eso no significa que sea más saludable.
6. Todos lo hacen así. Es probable que todos a tu alrededor lleven el mismo estilo de vida y que te mires en su espejo. Sin embargo, cuando se habla de la felicidad y la satisfacción personal no vale el refrán «mil millones de moscas no pueden estar equivocadas». La felicidad es un camino personal, si no te satisface lo que estás haciendo ahora mismo, no importa que todos a tu alrededor lo hagan así, debes cambiar. Además, debes saber que tenemos la tendencia a sobreestimar el nivel de felicidad de los demás. Por tanto, no mires al lado intentando imitar lo que hace una persona que crees feliz, busca dentro de ti las respuestas.
7. Relajarse es sinónimo de holgazanería. Hay personas que funcionan como si tuvieran cuerda, se empujan cada vez más allá, aunque le flaqueen las fuerzas, solo porque creen que estar sin hacer nada es sinónimo de holgazanería. En realidad, tomar un respiro y relajarse es fundamental para ser más productivo y para lograr un buen equilibrio psicológico. Continuar siempre adelante, sin revalorar nuestras metas implica andar por la vida con anteojeras. De vez en cuando es necesario detenerse, reflexionar y, si es necesario, cambiar nuestro estilo de vida.
Jade dice
Estoy de acuerdo con todo lo que está escrito aquí.