
Los fenómenos mal llamados paranormales vienen manifestándose desde los inicios de los tiempos pero no por antiguos dejan de cautivar nuestra atención. En los medios televisivos de vez en vez aparece un nuevo programa que los toma como centro aunque realmente el tratamiento que se le brinda a estos sucesos deja mucho que desear, rayando más en el sensacionalismo que en el intento de buscar la realidad.
Una de las causas de tal manipulación televisiva y sensacionalismo barato radica en que las investigaciones sobre estos fenómenos son muy escasas y como sus resultados son difícilmente repetibles carecen de buena parte del rigor científico que se le exige a toda investigación. Sin embargo, si se busca con buena voluntad y con deseos de hallar explicaciones serias, poco a poco los experimentos sobre la actividad paranormal comienzan a surgir. Tal es el caso del programa PEAR (Investigación de Anomalías de la Escuela de Ingeniería de Princeton).
PEAR es uno de los proyectos más extensos en el tiempo y más rigurosos desde el punto de vista científico que se ha desarrollado sobre la actividad paranormal. Su sede principal radica en la Universidad de Princeton y se ha extendido a lo largo de casi tres décadas; sus inicios se remontan al 1979 y han implementado más de un millón de pruebas contando en su staff con físicos, psicólogos, informáticos…
Su principal objetivo se centra en estudiar la interacción de la conciencia humana con cualquier tipo de dispositivo sensitivo para desarrollar modelos teóricos que puedan explicar la realidad. Existen dos líneas principales de investigación: la interacción hombre/máquina y el análisis de los fenómenos de percepción remota. Sus principales resultados van a enriquecer la Ciencia Psicológica pero también son aplicables a la ingeniería de software y hardware en aras de construir dispositivos cada vez más sensitivos ante la interacción humana.
Después de tantas investigaciones minuciosas estos científicos plantean algunos presupuestos que les sintetizo de manera muy sencilla aunque detrás de estas ideas no solo existe una visión filosófica del mundo sino también una explicación desde la física cuántica:
– La filosofía clásica y nuestra visión del mundo más arraigada nos dice que el mundo de los objetos se desarrolla independientemente de la conciencia del observador. Al contrario, estos investigadores afirman que la realidad está construida por una mutua intercompenetración de la conciencia y su entorno. Esta relación indisoluble se manifiesta a partir del intercambio de información en ambas direcciones. Esto quiere decir que la conciencia no solo extrae información del mundo material sino que también puede insertarla. Con esta perspectiva los conceptos de tiempo, espacio, masa, distancia, frecuencia… son simplemente elementos que nos permiten brindar un orden a nuestro universo y comunicarnos de forma comprensible para todos.
Debemos tener en cuenta que el término conciencia se utiliza para referirse a la cognición, percepción, al subconsciente, inconsciente, supraconsciente; es decir, es un concepto integrador de todas las formas de conocimiento y expresión humanas.
A través de este presupuesto inicial podría explicarse la telekinesis.
– El medio que nos rodea nos está enviando continuamente informaciones que llegan a nosotros a través de los más diversos canales receptivos. Hay momentos en los cuales las ondas emitidas se sobreponen a otras por lo cual nos perderemos mucha información o esta llega distorsionada.
Para comprender esta idea basta imaginarnos que estamos en una gran ciudad muy traficada intentando atravesar una calle. El medio nos está enviando una cantidad inmensa de informaciones a la misma vez: los más diversos sonidos, olores, estímulos visuales… pero debido a que nuestra atención tiene una capacidad muy limitada de recepción sensorial, nos perdemos una buena parte de lo que sucede a nuestro alrededor, si a esto se le suma que debemos concentrarnos en atravesar la calle, entonces estaremos restringiendo aún más la cantidad de estímulos que provienen del medio o nos expondremos a la posibilidad de acceder a ellos de manera muy distorsionada.
– La volición o los componentes intencionales de la persona generan un tipo de resonancia diversa de aquella que es producida por los procesos inconscientes. Esta resonancia será captada por el ambiente y provocará efectos diversos en el mismo. Ya sabíamos con antelación que las ondas cerebrales varían según el estado de la conciencia….
Con estas ideas (que no son para tomar al pie de la letra sino simplemente para reflexionar sobre las múltiples probabilidades y explicaciones que existen a nuestro alrededor) estaríamos poniendo fin a un medio determinista en el cual somos marionetas movidas por una fuerza mayor.
En la página web de PEAR se podía realizar una visita virtual al laboratorio donde se condujeron la mayor parte de los experimentos y si están interesados en el tema también pueden descargar algunos de sus artículos (en inglés) donde exponen los más recientes resultados de investigación aunque adelanto que no me puedo resistir a la tentación de compartirles en un futuro no muy lejano algunos de los resultados que me han resultado más interesantes.
Debo aclarar que el proyecto PEAR fue cerrado en el 2007, después de haber trabajado en íntima cooperación con el gobierno norteamericano. No obstante, en el 2005, quizás previendo su próximo cierre, se había instaurado otro laboratorio en la misma universidad, este proyecto se denomina: Psyleron.
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