¿No puede dejar de revisar tu móvil, aunque no estés esperando ningún mensaje importante? ¿Entras varias veces a los diarios para comprobar las noticias? ¿Sientes curiosidad por saber más sobre tu vecino o compañero de trabajo, aunque no tienes ninguna intención de relacionarte con él? ¿“Espías” lo que los demás comparten en sus redes sociales solo por mera curiosidad?
¡La culpa es de tu cerebro! Investigadores de la Universidad de Berkeley descubrieron que la información actúa sobre el sistema de recompensa del cerebro de la misma manera que los alimentos o las drogas.
A veces, solo queremos saber
Somos curiosos. No es un secreto. La curiosidad nos anima a explorar y descubrir. Pero quizá somos mucho más curiosos y cotillas de lo que estaríamos dispuestos a admitir. Y quizá esa curiosidad puede hacer que nos saturemos con información inútil. O que nos quedemos atrapados en un bucle de búsqueda en el que jamás pasamos a la acción, aturdidos por la cantidad de opciones, la cantidad de factores a considerar y la información nueva que aparece cada día y que contradice a la anterior, generando caos y eliminando el espacio para la necesaria reflexión.
Estos investigadores escanearon el cerebro de las personas mientras estaban inmersas en un juego de apuestas. Cada participante recibió una serie de billetes de la lotería y debía decidir cuánto estaba dispuesto a pagar para obtener más información sobre las probabilidades que tenía de ganar. En algunos casos, la información era valiosa, como cuando había mucho dinero en juego, pero en otros casos esa información no aportaba prácticamente nada, como cuando había poco dinero en juego.
Se apreció una tendencia: los participantes solían sobrevalorar la importancia y el valor de la información. Y cuanto mayor era el riesgo o las probabilidades de ganar, más aumentaba la curiosidad por esa información, aunque en realidad esta no tenía ningún influjo en sus decisiones. Es decir, solo querían saber, por saber.
Los investigadores creen que este comportamiento indica que no solo buscamos información que nos resulte beneficiosa o valiosa por algún motivo, sino que nos gusta obtener información en sentido general, la usemos o no. Es como querer saber si recibiremos una oferta de trabajo, aunque no tengamos la intención de aceptarla.
“La anticipación nos sirve para determinar cuán bueno o malo puede ser algo. Anticipar una recompensa más placentera hará que la información parezca más valiosa de lo que es en realidad”, apuntaron los investigadores.
Los escáneres cerebrales revelaron que la información activaba las zonas del cerebro relacionadas con la recompensa, aquellas que provocan una descarga de dopamina y que también se activan en los casos de adicción.
Concluyeron que “para el cerebro, la información es su propia recompensa, independientemente de si es útil o no […] De la misma manera en que a nuestro cerebro le gustan las calorías vacías de la comida chatarra, la información le hace sentir bien, aunque no sea útil”.
Más información no siempre es mejor
Solemos pensar que cuanta más información, mejor. No siempre es así. A veces atiborrarse de información puede implicar un detrimento del análisis, la reflexión y el pensamiento crítico. Consumir información como se consume una droga implica que no existe un procesamiento de la misma, por lo que es un acto inútil.
En un mundo que nos bombardea de información constantemente, debemos tenerlo muy presente o corremos el riesgo de perdernos en un mar de noticias y contenidos específicamente creados para “doparnos”, no para crecer o animarnos a reflexionar.
De hecho, un estudio anterior realizado en la Universidad de California reveló que las redes sociales activan la amígdala y el núcleo estriado, estructuras involucradas en las emociones y la anticipación de las recompensas, que son las mismas que se activan en las adicciones.
El deseo de obtener más y más información, sin hacer nada provechoso con ella, genera el mismo comportamiento impulsivo que se aprecia en las adicciones, silenciando el sistema inhibitorio que nos permite retomar el control.
Por supuesto, eso no significa que debemos dejar de informarnos. Significa que debemos ser críticos con la información que consumimos y, sobre todo, que necesitamos pasarla por un tamiz. ¿Realmente vale la pena perder tanto tiempo de nuestra vida consumiendo información que olvidaremos al día siguiente?
Fuentes:
Kobayashi, K. &i Hsu, M. (2019) Common neural code for reward and information value. PNAS; 116 (26); 13061-13066.
Turel, O. et. Al. (2014) Examination of neural systems sub-serving facebook «addiction». Psychol Rep; 115(3): 675-695.
Deja una respuesta