Hay alimentos prohibidos para la ansiedad y alimentos que contribuyen a aliviarla. Lo que comemos a diario no solo tiene un impacto a nivel físico sino también en nuestro estado de ánimo. De hecho, Ludwig Feuerbach no andaba desacertado cuando en el lejano 1850 dijo que “somos lo que comemos”.
Los alimentos nos aportan una serie de nutrientes que nuestro organismo descompone y utiliza para desempeñar diferentes funciones vitales. El cerebro también necesita esos nutrientes para producir los neurotransmisores, las sustancias que facilitan la comunicación entre neuronas, de manera que puede beneficiarse o verse perjudicado por nuestra dieta.
Es cierto que las investigaciones sobre el impacto de la dieta en los trastornos psicológicos aún están dando sus primeros pasos, pero cada vez existen más datos que apuntan al hecho de que determinadas opciones alimenticias pueden aumentar el riesgo de desarrollar problemas como la depresión y la ansiedad mientras que otros alimentos pueden ayudarnos a prevenir su aparición o aliviar sus síntomas.
Por supuesto, la dieta no es la “solución” en mayúsculas para la ansiedad. La ansiedad, al igual que todos los trastornos psicológicos, es un problema complejo que se debe abordar desde diferentes frentes. No obstante, asegurarnos de evitar los alimentos que empeoran la ansiedad, sobre todo si tenemos rasgos ansiógenos o estamos atravesando un periodo complicado en nuestra vida, puede ayudarnos a mantener bajo control el estrés y la tensión a los que nos enfrentamos cada día.
Los alimentos que empeoran la ansiedad
1. Snacks y bollería industrial ricos en azúcares
En sentido general, todos deberíamos evitar los snacks y la bollería industrial, pero las personas con ansiedad tendrían que eliminarlos prácticamente por completo de su dieta. El problema es que estos alimentos suelen ser ricos en azúcares. Y el azúcar actúa en nuestro cerebro como una droga, generando el deseo de consumir más y más.
Un metaanálisis de más de 300 estudios realizado en la Universidad de Queensland concluyó que el consumo de azúcar activa el sistema mesocorticolímbico de manera similar a las drogas. Como resultado, provoca cambios a nivel neuronal que alteran la manera en que procesamos las emociones y modifica el comportamiento, reduciendo nuestra capacidad para controlar los impulsos y agravando la ansiedad.
En situaciones de estrés y ansiedad, recurrir a los alimentos dulces como una estrategia para regular las emociones solo nos sumirá en un círculo vicioso que nos hará sentir cada vez peor y con menos control, lo cual empeora la ansiedad. Por eso, deberíamos evitar los alimentos ricos en azúcares y carbohidratos simples.
2. Café y algunos tipos de té
El café contiene cafeína, una sustancia que actúa como un excitante a nivel de sistema nervioso central. Cuando ya existe ansiedad de base, consumir demasiado café puede tener un efecto irritante. Puede dejarnos con los nervios a flor de piel, aumentando el grado de nerviosismo. De hecho, incluso puede facilitar los ataques de pánico.
El problema es que la cafeína aumenta el estado de alerta bloqueando la adenosina en el cerebro, que es la que nos hace sentir cansado, mientras desencadena la liberación de adrenalina para aumentar la energía. Si la cantidad de café que consumimos es elevada, podría incluso inducir una ansiedad por cafeína. De hecho, un estudio de la Universidad de Cambridge comprobó que la ingesta excesiva de cafeína no solo empeora la ansiedad y los trastornos del sueño, sino que “los síntomas que genera se superponen con los de muchos trastornos psiquiátricos”.
Algunos tipos de té, como el té negro y verde, también contienen mucha teína, que tiene una acción similar a la cafeína a nivel cerebral, por lo que es otro de los alimentos que agravan la ansiedad y cuyo consumo debería estar limitado a una taza al día en quienes padecen este trastorno. Obviamente, también se deberían evitar todos los alimentos que contengan estos ingredientes estimulantes, como las bebidas energéticas.
3. Embutidos
Todos los alimentos ricos en grasas saturadas y trans, como los embutidos, la bollería industrial y muchos productos procesados, pueden provocar ansiedad. Investigadores de la Universidad de Yale comprobaron que una dieta rica en grasas saturadas y trans provoca ansiedad y conductas anhedónicas en apenas 16 semanas.
Este estudio comprobó que las grasas malas provocan cambios en la plasticidad sináptica que pueden generar respuestas desadaptativas y dificultades de afrontamiento ante el estrés, las cuales terminan desencadenando o agravando la ansiedad. En cambio, también se ha comprobado que una dieta rica en grasas saludables no genera ansiedad, sino que tiene un efecto protector a nivel cerebral evitando el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.
4. Alcohol
Se suele pensar que el alcohol es bueno para calmarse y aliviar la ansiedad. En realidad no es así. El alcohol es uno de los alimentos “prohibidos” para la ansiedad. Es cierto que en un primer momento el alcohol provoca cierto alivio de la tensión y nos ayuda a desconectarnos de los problemas porque es un depresor del sistema nervioso, pero a largo plazo empeorará la ansiedad.
La “Teoría de la Reducción de la Tensión” sugiere que las personas con ansiedad recurren al alcohol para automedicarse, como una vía para reducir esa tensión interior. Por tanto, cuanta más ansiedad experimentemos, más beberemos en un intento por aliviar la ansiedad. No es casual que las personas con un trastorno de ansiedad tengan tres veces más probabilidades de desarrollar un trastorno por consumo de alcohol en algún momento de su vida.
El principal problema es que el consumo excesivo o regular de alcohol como medio para combatir la ansiedad puede provocar abstinencia. La agitación, la ansiedad y los ataques de pánico son algunos de los síntomas más comunes de la abstinencia. Como resultado, es fácil caer en un círculo vicioso que empeore la ansiedad cada vez más. Además, el alcohol reduce los niveles de serotonina a nivel cerebral, lo cual agrava la ansiedad.
5. Alimentos curados, añejos y fermentados
No es necesario eliminar todos los productos fermentados, curados y añejos de la dieta, pero las personas con ansiedad deben reducir su consumo. El problema es que durante estos procesos se suelen producir bacterias que descomponen las proteínas de los alimentos en aminas biogénicas, una de las cuales es la histamina.
La histamina es un neurotransmisor que, cuando se encuentra equilibrado, estimula la productividad y la concentración, pero cuando sus niveles aumentan demasiado puede desencadenar ansiedad, irritabilidad e insomnio, como comprobó un estudio realizado en la Universidad de Medicina de Sendai.
Una posible explicación es que la histamina desencadena la liberación de epinefrina, el principal responsable de activar la respuesta de lucha o huida del cuerpo. La epinefrina puede desencadenar una amplia gama de síntomas de pánico, como latidos cardíacos acelerados, sudoración, temblores, dificultad para respirar, náuseas y ansiedad. Por tanto, debemos limitar el consumo de alimentos ricos en histaminas en la dieta semanal. Dentro de estos alimentos “prohibidos” para la ansiedad se encuentran el vino y el champagne, las carnes o pescados fermentados o ahumados, los quesos curados, los alimentos enlatados o encurtidos y el yogur.
Fuentes:
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Young, R. et. Al. (1990) The Tension Reduction Hypothesis revisited: an alcohol expectancy perspective. British Journal of Addiction; 85: 31-40.
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