«Mens sana in corpore sano», así rezaba un antiguo proverbio y lo cierto es que cada nueva investigación que sale a la luz nos lo confirma: mente y cuerpo son una unidad indisoluble. Por eso no es extraño que la alimentación influya en nuestros estados de ánimo.
Sin embargo, muy pocas personas son conscientes de que ciertos alimentos causan depresión o contribuyen a su aparición y cronicidad, mientras que otros pueden generar un estado de ánimo positivo. Quizás nos preocupamos demasiado por las calorías y muy poco por el contenido.
Alimentos que causan depresión
- Azúcar refinado. Los alimentos ricos en azúcar tienen un buen sabor, nos encantan. ¿Sabes por qué? La respuesta es muy sencilla: generan la misma respuesta a nivel cerebral que las drogas. Es decir, apenas se deshacen en nuestra boca, envían un bombazo de glucosa a nuestro torrente sanguíneo que nos hace sentir bien, nos reporta una sensación gratificante, muy parecida a la que puede sentir un adicto al consumir su dosis. Sin embargo, el problema es que este efecto dura apenas unos 20 minutos, pasado ese tiempo, los niveles de glucosa caen en picado y nuestro estado de ánimo empeora notablemente tendiendo a la irritabilidad y la depresión, perdemos la energía y nos sentimos agotados.
- Los edulcorantes artificiales. Existen numerosos edulcorantes artificiales, sus efectos sobre el estado de ánimo no se han estudiado con profundidad pero hay algunas sustancias que son viejas conocidas, tal es el caso del aspartamo. En las personas que son propensas a la depresión, el aspartamo actúa bloqueando la producción de serotonina, lo cual provoca dolor de cabeza, insomnio y tristeza profunda.
- Los carbohidratos simples. El consumo de carbohidratos refinados, procesados o simples (como los que suele contener el pan blanco, los cereales, la pasta y las gaseosas) actúan de la misma manera que el azúcar refinado porque una vez que están en nuestro organismo se descomponen con gran facilidad y se convierten en glucosa y sería el equivalente a comer caramelos o una tarta. El resultado final para tu estado de ánimo es el mismo: irritabilidad, cansancio y depresión.
- Las grasas hidrogenadas. Las grasas saturadas o hidrogenadas se utilizan para darle una consistencia suave a los alimentos y para prolongar su fecha de caducidad. Normalmente se encuentran en la bollería industrial, los alimentos procesados para freír y los productos lácteos. Numerosos estudios han demostrado que las grasas hidrogenadas aumentan el riesgo de depresión, nos hacen más irritables e incrementan el estrés.
- El alcohol. El alcohol es un depresor por excelencia del sistema nervioso central por lo que las personas que ya tienen una predisposición a padecer trastornos del estado de ánimo deberían consumirlo con extrema cautela. De hecho, varios estudios han relacionado el consumo de alcohol con un mayor riesgo a padecer depresión severa.
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