Hace más de seis décadas, Carl Rogers sugirió que amar a nuestros hijos no es suficiente. Tenemos que amarlos incondicionalmente. Amarlos por quienes son, no por lo que hacen. Para este psicólogo, solo ese amor incondicional puede crear las experiencias relacionales positivas que nos permiten valorarnos y tratarnos con amabilidad, incluso cuando nos equivocamos.
Por tanto, entre los padres y los hijos debería existir una especie de contrato implícito de amor incondicional cuya cláusula principal consiste en que no pueden supeditar su cariño y apoyo a lo que hacen los niños.
Por supuesto, eso no significa que los padres deban permitir o justificar los malos comportamientos – un estilo de crianza permisivo también terminará afectando el desarrollo infantil – pero tampoco deberían retirar su amor cuando el niño comete un error o hace algo que los molesta o desagrada. En ese caso, estarían aplicando un amor condicional.
Las 3 necesidades básicas que deben satisfacer los padres
Las relaciones que establecemos en la infancia, en particular con nuestros padres, dejan una profunda huella. Para poder desarrollar al máximo nuestras potencialidades y disfrutar de una buena salud mental, es imprescindible que satisfagan tres necesidades psicológicas básicas: autonomía, competencia y vínculo.
La autonomía implica sentir que elegimos con libertad nuestros comportamientos. La competencia se refiere a la sensación de que somos capaces de lograr lo que nos propongamos y el vínculo implica sentirnos profundamente conectados y aceptados incondicionalmente por las personas significativas en nuestra vida. Esos son los tres pilares del bienestar psicológico.
El amor incondicional es el vehículo a través del cual los padres satisfacen esas necesidades básicas durante los primeros años de vida de sus hijos. El cariño no solo los une, sino que también les transmite la seguridad y el apoyo que necesitan para atreverse a caminar con sus propios pies. Por ese motivo, es la semilla a partir de la cual florece una autoestima sana.
En cambio, el amor condicional socava esos pilares.
Te quiero, pero… solo si eres bueno
El amor condicional es aquel que se brinda solo cuando el niño cumple las reglas que imponen los padres; o sea, es un cariño supeditado al buen comportamiento. Cuando el niño hace caso omiso de esas normas, los padres le retiran su cariño.
De hecho, es una táctica de control psicológico bastante extendida que hace leva en la vergüenza y la culpa retirando la atención y el cariño para manipular el comportamiento de los hijos. El amor condicional se traduce en un: “te quiero, pero solo si eres bueno y haces lo que yo diga”.
El amor condicional transmite a los niños la idea de que solo son dignos y merecedores de cariño y atención cuando se comportan como quieren los demás. Les enseña que algo va mal en su verdadero “yo”. Por tanto, aprenden que no pueden ser ellos mismos, lo cual termina afectando su autoestima y la capacidad para crear y mantener relaciones sociales sanas.
No es casual que un estudio desarrollado en la Universidad de Bielefeld con más de 500 adolescentes revelara que aquellos cuyos padres condicionaron su amor tenían una autoestima muy vulnerable, no eran capaces de tratarse con amabilidad, se mostraban demasiado autocríticos, eran muy inseguros y tenían una menor satisfacción con la vida.
Ese “te amo si…” termina traduciéndose en un “me amo si…”, por lo que estas personas también terminan valorándose por lo que hacen y los logros que consiguen. Introyectan ese amor condicional de sus padres y no son capaces de amarse incondicionalmente.
De hecho, no es inusual que lleguen a repudiar o negar las partes de sí que difieren de las que valoran sus padres, por lo que también intentan manipular su imagen pública y a menudo terminan mostrando comportamientos falsos o poco auténticos en un intento de agradar a los demás y conseguir su aprobación.
A fin de cuentas, debemos tener presente que esas personas han crecido bajo la sombra del rechazo, pensando que pueden ser abandonadas emocionalmente en cualquier momento. Por tanto, no es extraño que sus comportamientos en la vida adulta terminen reflejando esas creencias tan arraigadas.
Otra investigación desarrollada en la Université du Québec à Montréal reveló que el amor condicional también afecta el rendimiento académico, sobre todo cuando el cariño de los padres depende precisamente de las buenas calificaciones, lo cual significa que la presión escolar termina siendo contraproducente.
A la larga, las prácticas de control psicológico de los padres socavan la motivación intrínseca de sus hijos y lastran su autonomía, obstaculizando la percepción de se competencia, lo cual genera miedo al fracaso y una gran dosis de ansiedad, problemas que esos niños pueden arrastrar hasta su vida adulta.
El círculo vicioso del amor condicional
Muchos de los adultos que han crecido con ese amor condicional siguen creyendo que tienen defectos inherentes y que no merecen cariño o apoyo debido a esas imperfecciones. De hecho, a menudo les cuesta creer que merecen ser felices o que los demás los quieren simplemente por lo que son, a menos que aporten algo a la relación más allá de ellos mismos – ya sea dinero, estatus, logros profesionales, un físico deslumbrante…
Estas personas siguen intentando compensar las necesidades emocionales que quedaron insatisfechas en su infancia, por lo que buscan inconscientemente en sus amigos, parejas o compañeros de trabajo esa aceptación incondicional.
A menudo buscan desesperadamente la aprobación de los demás para “demostrarse” que alguien los ama. El problema es que en muchas ocasiones esa búsqueda de aceptación puede terminar generando patrones relacionales disfuncionales en los que se crea una dependencia emocional del otro, el cual se convierte en la fuente de apoyo, seguridad y amor de la que carece la persona.
En resumen, no cabe dudas de que el amor, la protección y el apoyo de los padres son esenciales para el desarrollo emocional de sus hijos. Sin esas experiencias, quienes solo recibieron un amor condicional pueden pasar toda su vida intentando compensar ese cúmulo de necesidades afectivas insatisfechas, sintiendo que no son suficientes.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que ninguna relación te dará la paz que no seas capaz de crear en tu interior y no te brindará la felicidad que tú mismo no construyas. Por tanto, el primer paso consiste en amarte incondicionalmente, por la persona que eres, no por el éxito que hayas alcanzado o puedas alcanzar.
Referencias Bibliográficas:
Brueckmann, M. et. Al. (2023) What if parental love is conditional…? Children’s self-esteem profiles and their relationship with parental conditional regard and self-kindness. BMC Psychology; 11: 322.
Bouffard, T. et. Al. (2023) Developmental trajectories of conditional parental regard and long-term association with students’ academic functioning. Front. Educ.; 8: 10.3389.
Haines, J. E. & Schutte, N. S. (2023) Parental conditional regard: A meta-analysis. Journal of Adolescence; 95(2): 195-223.
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