¿Tus relaciones no acaban de ser del todo satisfactorias? ¿Temes continuamente que te abandonen? ¿Sientes que tu felicidad depende en gran medida de la atención que recibes de los demás? ¿Te cuesta sentirte seguro en una relación? Es probable que el apego ansioso sea la causa.
Nuestra programación subconsciente, desarrollada fundamentalmente durante los primeros años de vida, desempeña un papel trascendental en la forma en que nos relacionamos con los demás. Los estilos de apego, en especial, marcan nuestra reacción en situaciones de estrés interpersonal ya que determinan nuestra perspectiva sobre las relaciones, la manera de vivirlas y las expectativas que desarrollamos en torno a ellas.
Es como si llevásemos una “programación subconsciente profunda” que determina el vínculo que desarrollamos con nuestros padres, hijos, pareja e incluso con los amigos y compañeros de trabajo. El apego ansioso y ambivalente, en particular, puede convertirse en una bomba de tiempo que haga “explotar” nuestras relaciones.
¿Qué es el apego ansioso y ambivalente?
Hace décadas, el psicoanalista John Bowlby se dio cuenta de que las relaciones que establecen los bebés con sus padres o cuidadores a una edad temprana impacta en su desarrollo psicológico y permea su bienestar emocional durante mucho tiempo después.
La teoría del apego indica que esas interacciones tempranas moldean la forma en que percibimos y entablamos relaciones a lo largo de nuestra vida. Obviamente, esos vínculos serán más o menos desarrolladores y maduros en dependencia del tipo de apego que hayamos desarrollado.
El estilo de apego ansioso o ambivalente se caracteriza por la inseguridad. El niño, y más adelante el adulto, experimenta un “hambre insaciable” de conexión, que proviene de su necesidad constante de reafirmación y validación por parte de los demás.
¿Cómo se forma el apego ansioso?
Cuando los padres se comportan de manera impredecible y su estilo de crianza es inconsistente, los hijos tienden a desarrollar un apego ansioso. En estos casos, lo habitual es que los padres apoyen y satisfagan las necesidades del pequeño en algunas ocasiones, pero en otras no lo hagan.
Esa incoherencia impide al niño anticipar el comportamiento de sus padres. Al no saber qué respuesta esperar, termina asustado, expectante y confundido, siempre con miedo a ser abandonado o rechazado, lo que genera ese profundo deseo de atención y conexión.
En otros casos, el apego ansioso se debe a la propia “hambre emocional” de los padres. En ocasiones, los cuidadores buscan la cercanía de sus hijos para satisfacer sus propias necesidades emocionales, cayendo en la sobreprotección parental. Esos padres suelen tener un estilo de apego ansioso que “contagian” a sus hijos, generando una relación de dependencia.
¿Cómo se manifiesta el apego ansioso en adultos?
En la infancia, los niños con un apego ansioso suelen mostrar comportamientos dependientes: buscan constantemente la atención y la aprobación de sus padres porque se sienten muy inseguros si no reciben suficiente afecto o validación.
En las relaciones adultas, ese patrón suele mantenerse. A menudo se acompaña de:
- Necesidad constante de validación. Las personas con apego ansioso buscan continuamente la aprobación de los demás. Necesitan una reafirmación constante de que son amados, dignos y lo suficientemente buenos, ya sea por parte de su pareja, su jefe o cualquier otra persona con quien mantengan una relación cercana.
- Miedo intenso al abandono. Los adultos con apego ansioso siguen temiendo que las personas significativas, como su pareja o hijos, los abandonen. El temor a no ser lo suficientemente importantes en sus vidas genera un miedo a que los dejen solos y provoca una ansiedad constante en sus relaciones.
- Hipervigilancia en la relación. Las personas con un estilo de apego ansioso suelen ser muy sensibles, siempre están atentas a las señales de rechazo o distanciamiento de los demás. El problema es que esa aprensión a menudo las lleva a exagerar e interpretar cualquier comportamiento como un signo de desaprobación que amenaza la relación.
- Búsqueda de cercanía. La necesidad de atención y aprobación genera un deseo imperioso de estar cerca de la pareja u otras personas significativas, hasta el punto de llegar a ser invasivas, arrebatándoles el oxígeno psicológico. Piden muestras permanentes de amor y lealtad, lo que resulta emocionalmente agotador para los demás.
- Dependencia emocional. A menudo, la felicidad y estabilidad emocional de las personas con un apego ansioso dependen en gran medida de la atención y el afecto que reciban de los demás, lo que a la larga puede desencadenar una dinámica tóxica de dependencia o incluso de posesividad.
- Inestabilidad afectiva. Dado que las personas con apego ansioso dependen en gran medida de la aprobación externa, asuelen pasar de momentos de intensa felicidad cuando se sienten seguros y amados a estados de ansiedad, miedo y desesperación ante la más mínima señal de distancia. Pasan por ciclos de idealización y decepción en los que idealizan al otro al inicio, pero se decepcionan rápidamente cuando no satisfacen sus necesidades.
- Dificultades para confiar en los demás. Otra de las manifestaciones del apego ansioso en la adultez es la desconfianza. Estas personas a menudo tienen dificultades para confiar en su pareja, amigos o hijos. Dudan de su cariño o amor, lo que los lleva a experimentar inseguridades y en no pocas ocasiones conduce a celos patológicos que ahogan la relación.
- Reacciones excesivas a los conflictos. La inseguridad que genera el estilo de apego ansioso suele hacer que la persona perciba los conflictos pequeños como grandes amenazas para su seguridad emocional y la relación, lo que suele desencadenar reacciones exageradas e impulsivas que muchas veces los demás no logran comprender.
Tener un estilo de apego ambivalente suele ser agotador. Es como estar en una montaña rusa emocional todo el tiempo. También suele causar ansiedad, estrés, infelicidad e insatisfacción. Al ver las relaciones como un “salvavidas”, a menudo ese deseo de conectar se vuelve en su contra, por lo que termina asfixiando al otro. Así se cierra el ciclo de una profecía autocumplida: en su intento por estrechar vínculos, acaba disolviéndolos.
De hecho, las investigaciones han constatado que los adultos con un apego ansioso se sienten más insatisfechos y frustrados en sus relaciones. Otro estudio realizado en la Universidad de Catania también comprobó que ese estilo de apego afecta el bienestar emocional a largo plazo, por lo que sería mejor trabajar con la vista puesta en un apego seguro.
¿Cómo superar esa dependencia?
La buena noticia es que puedes cambiar tu estilo de apego. A veces, el cambio puede ocurrir de manera natural, como cuando estableces un apego seguro con tu pareja que genera una sensación de calma y estabilidad. Esa nueva experiencia puede bastar para producir un cambio de percepción y generar nuevos hábitos y patrones.
En otros casos, es más complicado, por lo que se vuelve necesario trabajar el apego ansioso en adultos a un nivel psicológico más profundo. ¿Qué puedes hacer?
- Recuerda que no eres tu pasado
Independientemente de lo que haya originado ese patrón de apego, es importante que seas consciente de que no estás atado a tu pasado. Tus relaciones pasadas no tienen por qué definir tus vínculos futuros porque no eres una versión fija de ti mismo, sino una persona en continua evolución.
El hecho de que hayas vivido experiencias que fomentaron ese apego ansioso no significa que estés condenado a repetir la historia. Asúmelo como una especie de “reset emocional”: se trata de cerrar un capítulo de tu historia para poder escribir uno nuevo, esta vez sin miedos ni inseguridades. Darte cuenta de esa posibilidad te liberará de las viejas ataduras emocionales.
- Reconoce tus desencadenantes
Si tienes un estilo de apego ansioso, es probable que reacciones ante diferentes desencadenantes de tu vida diaria que evocan los sentimientos de inseguridad, ansiedad y miedo al abandono que experimentaste en tu infancia. De hecho, muchos de esos desencadenantes no dependen de lo que hace la otra persona, sino de cómo interpretas lo que ocurre.
Si percibes señales inconsistentes, si sientes que no te están prestando suficiente atención o si simplemente esa persona tardó demasiado en responder a tu mensaje, pueden reactivarse esos viejos patrones de apego. El truco es comprender que esa alarma que se dispara en tu mente no siempre está conectada a la realidad. Conocer tus desencadenantes es el primer paso para desactivar esa respuesta automática que tanto daño te causa.
- Cambia tus patrones de pensamiento
Es difícil, pero no imposible. El apego ansioso muchas veces distorsiona la realidad. De repente, un despiste u olvido se convierte en una gran señal de que todo está por desmoronarse. En este punto debes aplicar la reestructuración cognitiva para la ansiedad cuestionando tus pensamientos.
Evita sacar conclusiones precipitadas o hacer una tormenta en un vaso de agua. Analiza racionalmente tus pensamientos. ¿Hay señales objetivas de peligro o tu mente está exagerando las cosas? Pregúntate: “¿Qué evidencias tengo de que esto va a terminar mal?” Cuando reflexionas sobre la situación asumiendo una perspectiva más racional, logras bajarte de esa montaña rusa emocional. Por supuesto, no se trata de ignorar las emociones, sino de equilibrarlas con hechos.
- Atrévete a sentirte vulnerable
Aunque puede parecer contradictorio, el camino para desarrollar una mayor seguridad emocional pasa por la vulnerabilidad. Para sentirte más seguro, es útil centrarte en lo que te hace vulnerable. Sal de tu zona de confort, siéntete vulnerable y comprende que, aunque sea incómodo, no es el fin del mundo. Atrévete a expresar tus emociones o compartir tus ideas sin miedo al rechazo.
En vez de buscar la seguridad en los demás, búscala dentro de ti. Así romperás el ciclo de la dependencia. A medida que aceptes que es normal sentirse vulnerable o inseguro, te darás cuenta de que no necesitas desesperadamente la validación externa. Desarrollarás la capacidad para sostenerte emocionalmente a ti mismo y ganarás autoconfianza y autoestima.
- Expresa asertivamente tus necesidades
En el fondo, muchos adultos con apego ansioso siguen alimentando en su interior a un niño asustado que cree que no es digno de ser amado. De hecho, una de las principales trampas del apego ansioso es que, en lugar de expresar claramente lo que necesitas, tiendes a esperar que la otra persona lo adivine o lo intuya, por miedo a ser rechazado. Eso, obviamente, conduce a malentendidos, genera frustración y, en última instancia, refuerza el ciclo de inseguridad.
En su lugar, comunica abiertamente lo que necesitas. En vez de contener el miedo o la ira, habla asertivamente sobre lo que no te gusta y comparte tus expectativas con las personas cercanas. Así podrás echar unos cimientos sólidos para construir una relación más abierta y madura, en lugar de alimentar resentimientos o expectativas no cumplidas cargando la responsabilidad de tu felicidad sobre los hombros de los demás.
Obviamente, en algunos casos esos patrones y respuestas emocionales pueden estar tan arraigados que es mejor contar con la ayuda de un terapeuta que te oriente y acompañe para explorar esa intrincada relación entre el anhelo y el miedo en las relaciones. Así podrás navegar mejor por las complejidades que suponen las inseguridades y los traumas del apego, de manera que puedas liberarte de su pesada carga y lograr relaciones realmente satisfactorias, maduras y desarrolladoras.
Referencias Bibliográficas:
Sagone, E. et. Al. (2023) Exploring the Association between Attachment Style, Psychological Well-Being, and Relationship Status in Young Adults and Adults—A Cross-Sectional Study. Eur. J. Investig. Health Psychol. Educ.; 13(3): 525-539.
Candel, O. & Turliuc, N. (2019) Insecure attachment and relationship satisfaction: A meta-analysis of actor and partner associations. Personality and Individual Differences; 47: 190-199.
Read, D. L. et. Al. (2018) Adult attachment and social anxiety: The mediating role of emotion regulation strategies. PLoS One; 13(12): e0207514.
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