La vida es preciosa. No tengo dudas de ello. Sin embargo, también acarrea momentos muy amargos. Se trata de esos momentos que siguen a la pérdida de un ser querido, cuando nos parece que nuestro mundo se viene abajo, roto en mil pedazos que no sabemos cómo recomponer, como si fuera un rompecabezas demasiado complicado que escapa a nuestro entendimiento.
También hay momentos de dolor físico, en los que nada nos apetecería más que desconectarnos de ese cuerpo que a ratos se nos antoja un peso colosal que somos incapaces de sobrellevar.
Cuando nos sentimos mal, ya sea anímica o físicamente, es difícil ser positivos. No importa cuántas frases motivadoras leamos o cuántos libros de autoayuda pasen por nuestras manos, en esos momentos simplemente sentimos que estamos rodeados de una espesa niebla gris de la que no sabemos cómo salir.
En esas horas amargas, cuando pensamientos aciagos cruzan nuestra mente y estamos a punto de rendirnos, la mejor arma que tenemos es la esperanza, apuntalada en un buen pasado.
Los buenos momentos nos mantienen en pie
Cuando miramos al pasado y recordamos los buenos momentos, esos instantes que hemos compartido con personas significativas o que hemos vivido al máximo se convierten en el combustible que nos da la energía que necesitamos para seguir adelante. Por eso es tan importante tener una reserva de buenos momentos que nos ayude a enfrentar las horas más difíciles.
Esos buenos momentos no solo se convierten en un oasis de paz que nos brindan un refugio en medio de la tormenta sino que también son una increíble fuente de esperanza. Por muy mal que estemos, si miramos al futuro con esperanza, si tenemos la certeza de que mañana nos aguardan experiencias que merecen la pena ser vividas, encontraremos la fuerza para salir de ese agujero negro.
Por eso es tan importante que no desperdiciemos el presente. De hecho, podemos comprender el presente como una cuenta bancaria en la que debemos ingresar buenas experiencias, que en el futuro nos servirán para enfrentar los malos momentos. Hoy construyes tu mañana, así que asegúrate de crear cimientos sólidos que puedan soportar cualquier tipo de terremoto emocional.
Sentir: La clave para atesorar buenas experiencias
Para atesorar buenos momentos no es necesario hacer nada extraordinario, basta aprender a ser conscientes del aquí y el ahora. Cuando aprendemos a fijarnos en los detalles y a disfrutar las pequeñas cosas, estamos creando buenas experiencias, sin siquiera darnos cuenta.
Solo tienes que dejar que las emociones fluyan. De hecho, si miras atrás, te darás cuenta de que tus mejores momentos son aquellos en los que te has sentido feliz, eufórico, agradecido, vivo… Se trata simplemente de ser más conscientes de lo que estamos viviendo y convertirnos en una especie de «coleccionistas de emociones», que serán el escudo que nos proteja en las horas más amargas.
Cada vez que algo te asombre, te haga vibrar, te entusiasme o te alegre, no corras deprisa en otra dirección. Detente unos minutos para saborear esa experiencia, porque se quedará grabada en algún lugar de tu cerebro y pasará a formar parte de esas mil razones que existen para mirar al futuro con esperanza. Así sabrás que los días por venir, también están cargados de experiencias bonitas por las que merece la pena luchar.
Un truco para consolidar los buenos recuerdos
Una investigación realizada en el University College de Londres nos desvela un truco muy sencillo para consolidar los buenos recuerdos en nuestro cerebro. En el experimento les pidieron a las personas que vieran 26 videoclips, algunos simplemente los veían y pasaban a otra actividad, otros dedicaban 40 segundos a revivir o resumir lo que habían visto, ya sea en sus mentes o en voz alta.
Los investigadores apreciaron que esos 40 segundos de recordatorio marcaban la diferencia. De hecho, en los escáneres cerebrales se apreció una mayor activación de diferentes áreas, en especial el córtex cingulado posterior, lo cual indica que el cerebro estaba procesando activamente lo que acababa de experimentar. En las personas que no repasaron los videoclips, el recuerdo de estos desapareció rápidamente.
¿Cómo podemos aplicar esta investigación a nuestra vida?
Cuando vivas una experiencia que quieras atesorar, para que forme parte de ese «kit de salvación» para los malos momentos, revívela en tu mente, experimenta de nuevo esas emociones y recrea la situación. De esta forma te asegurarás de que se guarde en tu memoria para el futuro.
Fuente:
Bird, C. M. et. Al. (2015) Consolidation of Complex Events via Reinstatement in Posterior Cingulate Cortex. The Journal of Neuroscience; 35(43): 14426-14434.
José Pérez dice
"No te deseo nada para lo porvenir.. te deseo que puedas hacerte un pasado feliz " Jaime Sabines
Jennifer Delgado dice
Preciosa frase, sin duda, viene como anillo al dedo 🙂