Así reza una antigua frase de Mussolini muy conocida en Italia cuya traducción sería más o menos: “Armémonos y partan”. Vale puntualizar que no la traduje mal, no hay ningún error de concordancia o de pronombres; es una frase muy utilizada por los demagogos… y no solo… sino que en muchas ocasiones la utilizamos cotidianamente en cada momento de nuestra vida diaria. ¿Cuándo?
Cuando decimos que todo va mal pero la culpa es de los otros, cuando decimos que algo debe cambiar pero la responsabilidad del cambio debe recaer en los otros… En fin, en muchas ocasiones es como si tuviésemos una increíble inteligencia para vislumbrar los errores y determinar cuál es el camino a seguir pero a la misma vez, somos extraordinariamente vagos como para asumir el cambio en nuestras propias manos.
Con la crisis económica esta problemática se ha agudizado, al menos en la Comunidad Europea, todos ponen la culpa en el otro, descargan responsabilidades y dan órdenes de cómo se deberían realizar las cosas pero cada uno asume el papel de mero espectador como si nuestras propias vidas pasaran en un filme ajeno. Es verdaderamente lamentable observar cómo los partidos políticos obtienen beneficios y nuevos adeptos a partir de la manipulación de la situación económica de la clase media baja prometiendo mejoras que en el momento actual son prácticamente imposibles, mientras que miles de personas se quedan sin sus empleos y su fuente de sustento.
¿Hay muchas personas que se percatan de esto? Quizás… quizás no es casualidad que una de mis frases más retweeteadas (¿un neologismo?) ha sido: “Es más fácil dejar que los otros decidan por nosotros y luego poner la responsabilidad en ellos”.
Pero dejando los diletantismos políticos aparte y concentrándonos en el aspecto individual; lo cierto es que asumir nuestras cuotas de responsabilidad en el plano social y personal es difícil porque equivale a reconocer que erramos en algunos puntos y que debemos enfrentar un cambio que probablemente será difícil y para el cual no todas las personas están preparadas. Así, es más sencillo asumir el papel de víctimas o retraernos en nuestro propio círculo de confianza donde sabemos que nada “malo” sucederá.
Si el niño va mal en la escuela la culpa es del maestro o del sistema educativo; si nos va mal en nuestro trabajo, la culpa es del jefe o de la empresa; si va mal la relación de pareja la culpa es del otro porque no se esfuerza todo lo necesario. En este punto sería necesario preguntarnos cómo hemos contribuido nosotros a esta situación y… lo que es aún más importante… ¿qué podemos hacer para cambiar esta situación?
No nos quedemos de brazos cruzados, asumiendo el papel de víctimas de la indolencia, siempre hay algo que hacer, siempre se puede cambiar al menos ese pequeño espacio en el que nos desenvolvemos cotidianamente, siempre podemos cambiar nuestro pedacito de realidad.
Por supuesto, para lograr una verdadera transformación primero debemos saber mirar dentro de nosotros mismos y asumir nuestras responsabilidades (ya vengan éstas en cuotas pequeñas o mayores) porque solo así tendremos la posibilidad de cambiar nuestra vida. Asumir un equívoco nos hace crecer como personas, nos da la posibilidad de rediseñar nuestros planes, cambiar nuestras metas e incluso variar nuestras creencias (ya dijo en una ocasión Einstein que “el sentido común es el conjunto de prejuicios acumulados a través de los siglos”).
Es usual que nos equivoquemos, a lo largo de la vida se acierta y se yerra, pero lo verdaderamente importante es tener suficiente apertura y flexibilidad mental como para aceptar los errores y buscar una vía para solucionarlos o, al menos, no volverlos a cometer. Por supuesto, no se trata de asumir una actitud culposa ante la vida (verdaderamente la palabra culpa es uno de esos vocablos que eliminaría gustosa del vocabulario) sino de asumir de forma madura la responsabilidad por nuestros actos e ideas.
Miremos primero dentro de nosotros para después buscar las responsabilidades de las entidades sociales o de las personas que nos rodean. Analicemos cómo nuestras actitudes contribuyen al problema general y que función desempeñamos dentro de ese gran rompecabezas. Solo entonces es momento de decir: Armiamoci e partiamo! «¡Armémonos y partamos!».
heidrien dice
Mirar hacia adentro para luego pensar,cosas que no siempre se enzeñan,parecen ser la base del cambio.A esto, no deberiamos olvidar agregarle,que el unico cambio posible es el individual.
Jennifer Delgado Suarez dice
Heidrien,
Efectivamente, para mi el único cambio posible es el que parte de nuestras necesidades, el cambio interior. Y ese cambio debe estar precedido por un análisis interno donde nos descubramos a nosotros mismos.
Desgraciadamente este ejercicio no es fácil.
Un saludo!
Anónimo dice
Me ha encantado.. que cierto! En todos los aspectos, en todos los niveles, en todos los ámbitos… siempre deberíamos mirarnos a nosotros mismos antes que a los demás; una cosa que parece tan fácil y es tan imposible para algunos.
Jennifer, me podrías decir como podemos relacionar este tema con el concepto de "despersonalización"?
muchas gracias y enhorabuena.
Jennifer Delgado Suarez dice
Anónimo,
Inicialmente el concepto de despersonalización hace referencia a un síntoma psicopatológico. Exactamente a la percepción alterada e irreal que se siente hacia si mismo, los sentidos y la situación en que se encuentre. También se ha referido como la perdida de identidad personal o la sensación de ser otra persona.
No obstante, si hablamos de despersonalización en el sentido popular, es decir, comprendiéndolo como el poco conocimiento de sí mismo que da lugar a que la persona se sienta incómoda con su personalidad, entonces si podríamos relacionarlo con la imposibilidad de analizarse de manera objetiva y profunda.
Considero que la tendencia a mirar afuera, a criticar a los otros constantemente sin realizar un proceso de autocrítica contribuye a que la persona no profundice en su propio ser; de forma que termina separándose, alienándose de su realidad interna, de su propio yo.
A la misma vez, esta falta de autoconocimiento provoca más crítica. Es decir, sería un proceso bidireccional donde cada una de las actitudes potencia a la otra formando un círculo vicioso. Más critico a los otros, menos me conozco; mientras menos me conozco, más critico a los otros. Y este círculo vicioso puede conducir a una despersonalización.
Una canción de Buena Fe expresó esta tendencia a mirar la paja en el ojo ajeno en una frase muy interesante: "Tengo un telescopio, con el la Luna se ve, Marte se ve, hasta Plutón se ve pero el meñique del pie no se me ve. Tengo un catalejo, cuando lo pongo al revés no se ve, lo pongo otra vez en su lugar porque así es como único sé mirar".
Un saludo