Una autoestima adecuada se ha relacionado con un mayor éxito y satisfacción en la vida mientras que una baja autoestima se ha vinculado con trastornos como la depresión y la indefensión aprendida. La autoestima es el valor que nos damos a nosotros mismos y los sentimientos que nos profesamos. En otras palabras: es cuánto te aprecias y gustas a ti mismo.
Muchos piensan que la autoestima es un rasgo de la personalidad estable y duradero, pero en realidad no es así. De la misma forma en que podemos desarrollar una buena autoestima, también podemos perderla. La autoestima es más bien como una planta que debemos cuidar y proteger todos los días.
¿Por qué la autoestima es tan importante?
La autoestima desempeña un rol trascendental en la motivación y el éxito que tendremos en la vida. Una baja autoestima puede impedirte tener éxito simplemente porque piensas que no tienes las cualidades necesarias para triunfar. Al contrario, una autoestima adecuada te animará a esforzarte, te permitirá afrontar la adversidad con una actitud más positiva y te mantendrá motivado a lo largo del camino.
La autoestima también es importante porque determina los sentimientos que nos profesamos. Una persona con una baja autoestima puede llegar a tener éxito en algunas esferas de su vida pero, aún así, no se sentirá satisfecha consigo misma, lo cual la hará desdichada e infeliz. Una persona con una autoestima saludable no se recriminará ni se culpará inútilmente, tomará nota de sus errores, aprenderá la lección y seguirá adelante.
¿Cómo cambia la autoestima por edades?
La autoestima, al igual que la personalidad, cambia con el paso de los años. Lo usual es que a medida que afrontemos diferentes experiencias de vida, vayamos madurando, de manera que las diferentes piezas de nuestra personalidad van encajando mejor.
Psicólogos de la Universidad de Bern descubrieron que, como regla general, la autoestima alcanza su punto máximo a los 60 años. Para llegar a esta conclusión analizaron más de 331 estudios realizados sobre la autoestima en personas de diferentes edades. Así lograron identificar un patrón que se mantuvo estable independientemente del año de nacimiento, el género y la nacionalidad: la autoestima va mejorando hasta alcanzar su esplendor a los 60 años, para luego ir disminuyendo paulatinamente a partir de los 70 años.
También notaron que la autoestima suele aumentar desde los 4 hasta los 11 años, a partir de ese momento y hasta los 13 años se produce un ligero declino, vinculado con la difícil transición de la infancia a la adolescencia y los problemas de autoimagen y autoconcepto. Entonces se mantiene estable hasta los 15 años aproximadamente y, una vez que la persona resuelve los conflictos típicos de la adolescencia y juventud, la autoestima crece rápidamente hasta los 30 años, momento en el cual ese crecimiento se modera pero continúa ascendiendo hasta los 60 años.
Por supuesto, este estudio hace referencia a las oscilaciones de la autoestima de manera “natural”, lo cual no significa que no podamos desarrollar una autoestima sólida mucho más temprano en la vida y tampoco es una garantía de que al llegar a los 60 años nuestra autoestima será a prueba de balas.
No obstante, lo usual es que a medida que enfrentamos diferentes experiencias en la vida vayamos ganando la madurez y la confianza que necesitamos para apuntalar las bases de una autoestima sólida. En la adolescencia y juventud solemos tener una autoestima artificialmente elevada, lo cual significa que hemos desarrollado una visión relativamente distorsionada de nuestras capacidades y potencialidades, pero a medida que van pasando los años las vamos poniendo a prueba y desplegamos una visión más realista de nosotros mismos.
Los años nos traen la bendición de comprender mejor quienes somos, sentirnos bien con ese autoconcepto y aceptarlo sin condiciones ni recriminaciones. Con la edad nos vamos despojando de las influencias y presiones sociales, hasta llegar a ese maravilloso punto en el que sentimos que no tenemos que demostrar nada al mundo sino que podemos ser nosotros mismos sin temor a las críticas.
Llegamos a ese punto en el que no necesitamos impresionar a nadie, no nos apetece usar disfraces ni fingir que siempre somos fuertes o agradables. Ese maravilloso punto del camino en el que no queremos ser igual a los demás sino tan solo ser nosotros mismos, con nuestras virtudes y defectos, tan perfectamente imperfectos.
Nos reconocemos, nos aceptamos y nos gustamos así. Y esa es la clave para tener una buena autoestima.
Fuente:
Orth, U. et. Al. (2018) Development of self-esteem from age 4 to 94 years: A meta-analysis of longitudinal studies. Psychological Bulletin.
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