Los besos y los abrazos son alimentos para el alma, sobre todo en los primeros años de vida. Los mimos que calman y hacen reír, los abrazos que reconfortan y los besos que llenan no deberían faltan en el día a día de los niños.
Los besos no son simplemente una expresión universal de afecto, sino que también favorecen la conexión emocional. Sin embargo, a medida que los niños van creciendo es habitual irse distanciando físicamente, sobre todo cuando las prisas, el estrés o la desidia de la rutina engullen la atención de los padres. Entonces, es fácil olvidarse de los besos de buenas noches o limitarse a dar un beso apresurado.
La magia de los besos en el desarrollo infantil
Dar un beso puede parecer un gesto tan sencillo, que es fácil olvidar su gran significado emocional y todos los beneficios que aporta. De hecho, los besos tienen un enorme poder “curativo”. Al transmitir seguridad y amor, pueden calmar el dolor de una caída y el llanto de los niños. Son una especie de salvavidas cuando las cosas se tuercen y aparece la frustración o la tristeza.
El efecto benéfico de los besos está relacionado con los cambios que producen a nivel cerebral. Se ha comprobado que los besos pueden liberar un cóctel de sustancias químicas, como la oxitocina, dopamina y serotonina, que activan los centros del placer. Como resultado, reducen el nivel de cortisol y atenúan el dolor y el distrés emocional.
El afecto físico, expresado a través de besos y abrazos, también contribuye a la estabilidad emocional de los pequeños. Un estudio realizado en la Universidad de Brown reveló que los niños que recibieron más afecto físico de sus padres en forma de abrazos y besos tenían más probabilidades de convertirse en adultos emocionalmente estables. También mostraban menos ansiedad, más energía, se sentían más seguros de sí y eran más amables con los demás.
El poder de los abrazos y los besos no se limita al ámbito afectivo. Las investigaciones realizadas con niños huérfanos en Rumania en la década de 1990 mostraron que quienes recibieron menos afecto de sus padres adoptivos tenían un crecimiento físico y desarrollo emocional atrofiados. Por tanto, las expresiones físicas de afecto también promueven el crecimiento infantil.
Sin duda, los besos de los padres se convierten en un refugio de calma, brindan el imprescindible amparo y la confianza que los niños necesitan para recuperarse. A través de los besos, los padres expresan su apoyo y comprensión, fortaleciendo el vínculo emocional con sus hijos, para recordarles que estarán a su lado cuando más lo necesiten.
Un ritual nocturno favorecedor: ¿por qué no deberías acabar el día sin besar a tus hijos?
Como padres, es sumamente importante que dediquemos a nuestros hijos un rato de conexión emocional en el que no falten los besos, abrazos y mimos, sobre todo antes de dormir. Un beso desde la plena presencia es una forma maravillosa para demostrar a los niños cuánto los amamos. Por eso, jamás deberían faltar, ni siquiera cuando se hagan mayores y sobreviene esa sensación de que ya no los necesitan tanto como antes.
Para los niños, dormirse con el recuerdo del beso, esa caricia en la cara y el “te quiero” de mamá y papá es sumamente beneficioso. No solo es un momento placentero que le ayudará a relajarse para conciliar el sueño, sino que esas muestras de afecto también le harán sentirse amado, importante y valorado.
De hecho, los besos de buenas noches tienen un profundo significado simbólico. Son una reafirmación de la conexión entre padre e hijo. También son una declaración de intenciones porque señalan que no importa qué tipo de día hayamos tenido, ese beso sella el compromiso con nuestro amor y apoyo mutuo.
Los besos de buenas noches son un recordatorio a tu hijo de que es especial para ti y de que tu amor es incondicional. También llevan consigo la promesa de que mañana será un nuevo día con nuevos comienzos y una promesa de esperanza para el futuro.
Además, ese beso de buenas noches no solo es beneficioso para los niños, su poder se extiende a los padres. Ese momento de conexión y amor, vivido desde la calma, la implicación y la conciencia, les ayudará a recargar las pilas y liberarse del estrés de la jornada, volviendo la vista hacia lo que realmente cuenta.
Ese momento íntimo de amor y conexión, se replicará más adelante en la vida. Los niños lo llevarán siempre en su recuerdo y es probable que más adelante lo repliquen con sus propios hijos, cerrando un círculo virtuoso de amor. En definitiva, no hay mejor forma para niños y padres que despedir el día con un beso, para irnos a dormir con el corazón lleno de amor tras pasar esos momentos mágicos al borde de la cama.
Fuentes:
Maselko, J. et. Al. (2011) Mother’s affection at 8 months predicts emotional distress in adulthood. J Epidemiol Community Health; 65(7): 621–625.
Carter, C. S. (1998) Neuroendocrine perspectives on social attachment and love. Psychoneuroendocrinology; 23(8): 779-818.
Chisholm, K. (1998) A Three Year Follow-Up of Attachment and Indiscriminate Friendliness in Children Adopted from Romanian Orphanages. Child Development; 69(4): 1092-1106.
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