
Vemos a una persona bostezar e inmediatamente nos asalta el deseo irresistible de imitarla, es muy difícil controlar ese impulso, aunque estemos en un lugar público y sepamos que nuestro bostezo puede ser interpretado como una señal de apatía o desinterés. Aún así, nuestra boca se abre para bostezar, como si tuviera vida propia. ¿Por qué ocurre?
La empatía es la causa principal de que el bostezo sea contagioso
Una de las teorías que intenta explicar por qué se produce ese contagio se refiere a nuestra capacidad para ser empáticos. De hecho, se ha apreciado que cuando vemos a alguien realizar determinados movimientos, en nuestro cerebro se activan las mismas áreas, lo cual también ocurre cuando leemos una novela y nos identificamos con el personaje. Esto se debe a que tenemos lo que se conoce como «neuronas espejo«, las encargadas de simular mentalmente los movimientos en los demás.
En este sentido, un estudio realizado en el Hospital Psiquiátrico Universitario de Zúrich encontró que cuando bostezamos como respuesta al bostezo de otra persona, en nuestro cerebro se activan las áreas relacionadas con la empatía motora. Sin embargo, el contagio no solo se produce cuando vemos a alguien bostezar, también puede ocurrir solo al escuchar el bostezo o incluso al pensar en él.
Las mujeres se contagian los bostezos con mayor facilidad
Dado que las mujeres tienen un «don» especial para conectar emocionalmente, no es extraño que también sean más propensas a contagiarse los bostezos. Así lo comprobó un estudio realizado en la Universidad de Pisa en el que le siguieron la pista a los bostezos durante cinco años a través de observaciones en entornos naturales. Durante ese lapso de tiempo se registraron 1.461 bostezos contagiosos.
Estos psicólogos descubrieron que las mujeres expuestas a los bostezos, suelen bostezar el 55% de las veces, en menos de tres minutos después de haber visto a alguien hacer ese gesto. Los hombres son menos propensos a contagiarse, solo bostezan el 40% de las veces.
Sin embargo, también descubrieron que tenemos una mayor propensión a contagiarnos cuando quien bosteza es una persona cercana con la cual mantenemos ciertos lazos emocionales. No es extraño puesto que sentimos una empatía natural por las personas significativas, lo cual nos llevaría a prestarles más atención y reaccionar de manera más sensible.
De hecho, otro estudio realizado en la Baylor University reveló que los psicópatas son menos propensos a contagiarse con los bostezos ajenos, lo cual se debe a su falta de empatía. Y también se sabe que los niños más pequeños son menos propensos a bostezar cuando ven a alguien haciéndolo, el contagio de los bostezos suele ocurrir a partir de los 4 años, cuando ya son más capaces de ponerse en el lugar de los demás y comienzan a abandonar su postura egocéntrica.
Fuentes:
Norscia, I. et. Al. (2016) She more than he: gender bias supports the empathic nature of yawn contagion in Homo sapiens. Royal Society Open Science; DOI: 10.1098/rsos.150459.
Rundle, B. K. et. Al. (2015) Contagious yawning and psychopathy. Personality and Individual Differences; 86: 33-37.
Haker, H. et. Al. (2013) Mirror neuron activity during contagious yawning–an fMRI study. Brain Imaging Behav; 7(1): 28-34.
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