Ganadora de dos premios Oscar a la mejor actriz, cuatro Globos de Oro, dos premios BAFTA y un Emmy, Jane Fonda ya es una leyenda del séptimo arte. Escritora de éxito y activista, su vida puede parecernos un cuento de hadas, pero hace poco la actriz habló sobre la gravedad del trastorno psicológico que padeció, un problema cada vez más común entre las personas más jóvenes debido a las presiones sociales y los cánones irreales sobre la belleza y los cuerpos perfectos.
La ilusión de control
La actriz de 85 años le dijo al presentador Alex Cooper que cuando era joven se sentía “miserable”, sobre todo porque durante una época se vio obligada a interpretar el arquetipo de chica perfecta en muchos de sus papeles. Le resultó particularmente difícil lidiar con la atención que recaía sobre su apariencia física, fundamentalmente debido a sus problemas con la imagen corporal.
“Era bulímica, anoréxica, y de repente me convertí en una estrella, de manera que tanto énfasis en la apariencia se convirtió en una fuente de tensión constante para mí”, reconoció. “Cuando tenía 20 años, estaba empezando a ser actriz. Sufría una bulimia muy mala. Llevaba una vida secreta. Era muy infeliz. Imaginé que no viviría más allá de los 30 años”.
Al igual que le ocurre a muchas otras personas que padecen bulimia, la preocupación por la imagen corporal y las presiones sociales ejercidas a través de los ideales de belleza compartidos – muchas veces poco realistas y casi inalcanzables – desencadenan y agravan el problema.
La bulimia nerviosa es un trastorno de la alimentación caracterizado por episodios repetidos de ingesta excesiva de alimentos durante un periodo muy corto de tiempo. Esto se une a una preocupación excesiva por el control del peso corporal, lo cual suele llevar a las personas a utilizar métodos inadecuados para evitar el aumento de peso, como provocarse el vómito o consumir laxantes.
La persona que padece bulimia se ve gorda porque tiene una idea distorsionada de sucuerpo. Aunque tiene un peso normal, se siente insatisfecha y teme engordar, pero no es capaz de controlar sus impulsos por comer, de manera que termina sufriendo un trastorno por atracón.
Fonda explicó que al inicio, cuando comenzó con los atracones de comida y las purgas, pensaba que su trastorno alimentario era algo “inocente”. “¿Por qué no puedo comerme este helado y esta tarta y luego simplemente vomitarlos?”, se preguntaba. “No te das cuenta de que se convierte en una terrible adicción que se apodera de tu vida”. De hecho, muchas personas con bulimia piensan que tienen el control, pero realmente lo han perdido. Eso hace que tarden mucho en reconocer que padecen un trastorno y necesitan ayuda.
La bulimia, mucho más allá de la comida
Jane Fonda sufrió bulimia durante 35 años, un trastorno que va mucho más allá de la comida. De hecho, confesó que la naturaleza reservada de su problema también le “imposibilitaba mantener una relación auténtica”.
“Tu día se organiza en torno a conseguir comida y comértela, de manera que debes estar sola y nadie puede saber lo que estás haciendo”, explicó. “Es un trastorno muy solitario y te vuelves adicta. Quiero decir, apenas comes algo, quieres deshacerte de eso”.
Fonda también explicó que durante la mayor parte de su vida ha tenido que “esforzarse para superar los juicios, la cosificación y las críticas, el hecho de que inconscientemente me hacían sentir que no soy adorable si no estaba delgada”.
La actriz reconoció que tardó décadas en comprender el impacto que su trastorno alimentario estaba teniendo en su cuerpo y calidad de vida. “Cuando eres joven piensas que puedes salirte con la tuya porque tu cuerpo es muy joven. A medida que envejeces, el costo es cada vez mayor. Primero tardas días y luego al menos una semana en superar un solo atracón. Y no es solo la fatiga, sino que te enfadas y te vuelves hostil. Todos los problemas en los que me metí fueron debido a esa ira y hostilidad”.
De hecho, la bulimia no solo se acompaña de hambre emocional y pensamientos obsesivos relacionados con el peso corporal y la figura, sino que también genera sentimientos de culpa que minan la autoestima, conduce al aislamiento social y a menudo exacerba la ansiedad. Algunas personas incluso pueden llegar a acariciar ideas del tipo “no quiero vivir más” ya que no encuentran salida.
La recuperación posible
Jane Fonda sufrió bulimia durante 35 años. Sin embargo, cuenta que “luego llegué a un punto, cuando tenía 40 años, en el que pensé: ‘si sigo así, me voy a morir’. Llevaba una vida plena. Tenía hijos, un marido, estaba haciendo política… Tenía todas esas cosas. Y mi vida era importante. Pero cada vez era menos capaz de continuar, así que lo corté de golpe”.
Fonda también estuvo sola en el proceso de recuperación. “No sabía que había grupos a los que podías unirte. Nadie hablaba de eso. Ni siquiera sabía que existía una palabra para definir lo que me estaba pasando, así que simplemente me detuve, aunque fue muy difícil”, reconoció.
Por último, la actriz brindó un consejo que, en su caso, la ayudó a lidiar con la bulimia: “cuanta más distancia puedas poner entre tú y el último atracón, mejor. Cada vez se vuelve más fácil”. Fonda también mencionó que tuvo que a lo largo de su camino re recuperación tuvo que recurrir a los medicamentos para la ansiedad, los cuales la ayudaron a detener el ciclo de atracones y purgas.
Su historia está marcada por el sufrimiento, como la vida de muchas personas que sufren bulimia, pero su coraje para hacer público esos episodios tan íntimos contribuyen a visibilizar un trastorno que sufre casi el 1% de la población y que no solo afecta considerablemente su bienestar sino también su salud e incluso su vida. Su caso es importante porque muestra que existe una salida: es posible superar la bulimia.
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