«El café es un bálsamo para el corazón y el espíritu”, dijo el compositor Giuseppe Verdi. El poeta Georges Courteline fue un paso más allá al afirmar que “se cambia más fácilmente de religión que de caé”.
Los amantes del buen café, entre los cuales me incluyo, saben perfectamente de qué hablaban. Sin embargo, aunque se trata de la segunda bebida más consumida del mundo, solo superada por el agua, es importante que no exageremos ya que podría provocar diferentes problemas, entre ellos aumentar el riesgo de sufrir alucinaciones.
Demasiado café te hará imaginar cosas que no existen
¿Sabías que el 3% de la población mundial escucha voces con cierta regularidad cuando están solos y que hasta el 10% de las personas escucharán voces en algún momento de su vida, sin que ello signifique que padecen un trastorno psiquiátrico?
Estudios previos han demostrado que demasiada cafeína puede provocar palpitaciones e insomnio, pero en este caso los investigadores de la Universidad de Durham se centraron en los síntomas psicológicos. Descubrieron que algunas personas pueden tener alucinaciones aterradoras y otras refieren escuchar voces en su cabeza.
En el estudio, analizaron la ingesta de cafeína de 200 personas, algunas de las cuales ya habían experimentado ilusiones o habían escuchado voces. Los participantes indicaron su ingesta de cafeína diaria, teniendo en cuenta no solo la proveniente del café sino también de otras fuentes, como el té, las bebidas energéticas y el chocolate negro.
Así se descubrió que quienes consumían mucha cafeína (el equivalente a más de siete tazas de café instantáneo al día), tenían tres veces más probabilidades de sufrir alucinaciones que aquellos que bebían una taza de café al día.
Por supuesto, ese no es el único estudio que ha vinculado el consumo de cafeína con las alucinaciones. Un experimento realizado más tarde en la Universidad LaTrobe comprobó esa relación.
En ese caso, los psicólogos reclutaron a 92 personas, algunas consumían varias tazas de café al día y otras solo una. Los participantes debían escuchar una grabación de tres minutos con ruido blanco, pero les dijeron que en algún momento escucharían a Bing Crosby cantando “Blanca Navidad”. En ese momento, debían avisar presionando un botón.
Aunque la grabación no contenía ninguna voz, las personas que consumían cinco o más tazas de café al día, refirieron haber escuchado a Bing Crosby cantar al menos tres veces.
Los investigadores explican que, en el caso del café natural, que contiene mucha más cafeína, el riesgo aumenta con solo tres tazas al día. Además, indican que incluso cantidades más moderadas pueden aumentar el riesgo de alucinaciones en las personas que son muy sensibles a la cafeína o que ya tienen una propensión a sufrir este problema.
¿Por qué el café nos hace imaginar cosas que no existen?
Los efectos del café sobre el cerebro han sido bien documentados. Se conoce, por ejemplo, que la cafeína reduce hasta en un 65% los receptores GABA, un aminoácido que influye en el control muscular, la calidad del sueño y el funcionamiento de las neuronas. De hecho, niveles bajos de GABA se han vinculado con trastornos como la esquizofrenia.
Los primeros síntomas de que el café está dañando tu sistema nervioso suelen ser pequeños espasmos musculares e irritabilidad. Los neurocientíficos explican que la cafeína también podría aumentar el efecto del estrés, desencadenando las alucinaciones.
Por supuesto, eso no significa que hay que eliminar el café. También existen estudios que revelan que una taza de café alivia la depresión y que tiene un poderoso efecto estimulante que nos ayuda a obtener una dosis extra de energía cuando más la necesitamos. Sin embargo, como todo en la vida, es conveniente no caer en los extremos.
Fuentes:
Crowe, S. F. et. Al. (2011) The effect of caffeine and stress on auditory hallucinations in a non-clinical sample. Personality and Individual Differences; 50(5): 626-630.
Jones, S. R. & Fernyhough, C. (2009) Caffeine, stress, and proneness to psychosis-like experiences: A preliminary investigation.Personality and Individual Differences; 46(4): 562-564,
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