La inmensa mayoría de las personas viven en grandes ciudades o en ciudades de tamaño mediano y cada vez son menos las que optan por los pueblos pequeños. Esto hace que los espacios verdes sean casi un lujo y, por ende, perdemos la posibilidad de disfrutar de los beneficios que estos nos reportan.
Sin embargo, ¿se podrían diseñar espacios urbanos que también tengan el efecto restaurador de la naturaleza? Esta fue la pregunta que se plantearon algunos psicólogos de las universidades de Sidney y Uppsala, en Suecia.
Ni cortos ni perezosos, los investigadores reclutaron a cientos de personas y diseñaron docenas de residenciales, calles y parques que variaban fundamentalmente en lo que respecta a la ornamentación de las fachadas y los parques así como en la complejidad de los edificios y su altura.
A los participantes se les pidió que imaginasen que estaban caminando por aquellas aceras. Lo curioso fue que se eligieron a personas que estaban mentalmente cansados después de un largo día de trabajo. Después, cada participante debía evaluar los diferentes paisajes urbanos en términos de su poder restaurador, su fascinación por descubrirlos y su capacidad para romper la rutina.
¿Cuáles fueron los resultados?
Se apreció que los edificios más bajos y las grandes variaciones arquitectónicas tenían un poder restaurador; es decir, les permitía a los participantes descansar y recuperar su capacidad de concentración. Además, las variaciones arquitectónicas desataron una fascinación en los participantes, propiciaron el deseo de descubrir más.Y probablemente ahí radica uno de los motivos por el cual este tipo de diseño es más relajante. Obviamente, si las personas se concentran en el medio con una actitud de curiosidad y optimismo, dejarán de lado sus problemas.
Al contrario, se apreció que los grandes edificios no tenían este poder restaurador y tampoco despertaban la curiosidad de los transeúntes imaginarios. Esto tendría sentido ya que la altitud de los edificios propicia la sensación de estar encerrados.
Obviamente, se trata de un estudio que tiene muchas limitaciones pero probablemente marcará un nuevo camino de colaboración entre la Psicología y la Arquitectura. De hecho, en el pasado ya se han realizado investigaciones similares en las cuales se ha demostrado cómo incide la arquitectura en la mente humana.
Por el momento, la buena noticia es que las áreas con una alta densidad urbana también pueden tener un poder relajante y restaurador, todo depende del diseño de los edificios.
Fuente:
Lindal, P. & Hartig, T. (2013) Architectural variation, building height, and the restorative quality of urban residential streetscapes. Journal of Environmental Psychology; 33: 26-36.
ANFITRITE Bipolar dice
Hola, me gusta tu articulo,a mi me gusta mucho ver esas casas bajas, jardines, parques, aporta mucha paz y tranquilidad no como las ciudades llenas de edificios enormes uno tras otro rodeados de cemento ni un triste trozo de vegetacion, esta todo masificado es horrible vivir asi.
Estaria genial que la arquitectura y la psicologia fuesen de la mano y creasen lugares agradables donde vivir.
Un saudo.
Jennifer Delgado Suarez dice
ANFITRITE,
Hacia allá vamos, de hecho, ya muchos arquitectos se basan en los descubrimientos de la Psicología para diseñar sus construcciones.