Las palabras crueles hieren. Se quedan con uno durante toda la vida, sobre todo cuando provienen de las personas que deberían amarnos, cuidarnos y apoyarnos. A menudo socavan nuestra autoestima y se convierten en un lastre para nuestro desarrollo. Sin embargo, el impacto de las palabras no dichas, de la falta de afecto, también puede ser inmenso, fundamentalmente cuando esa indiferencia emocional proviene de los padres.
Lo que los padres y las madres no dicen a sus hijos puede ser tan importante como aquello que expresan, sobre todo cuando los niños necesitan palabras o gestos que los reconforten, consuelen, animen o simplemente les hagan sentir amados y valorados. El lenguaje corporal negativo e indiferente, repetido durante un largo período de tiempo, puede hacer que los niños se sientan no deseados, indignos de ser amados o insuficientes. Las consecuencias de esa ausencia de atención y amor generan una carencia afectiva que pueden arrastrar hasta la adultez.
El peso de lo que nunca sucedió
Muchas personas son capaces de recordar particularmente bien las palabras o acciones hirientes de sus padres. Pueden recordar aquella vez que los humillaron delante de todos, cuando los reprendieron injustamente o cuando los amenazaban. A fin de cuentas, a nuestro cerebro le resulta más fácil recordar los hechos que nos han marcado. Podemos identificar quién nos causó daño, recordar dónde estábamos, como se desarrolló todo e incluso cómo nos sentimos.
Sin embargo, recordar las palabras no dichas es más complicado. Rememorar los abrazos no dados. La compasión inexistente. El apoyo nulo. La falta de miradas cómplices. Los mimos reconfortantes… Es difícil recordar lo que no existió. Pero lo que no existió también puede dejar una huella emocional que nos acompañe de por vida. Lo que no existió puede crear una carencia afectiva profunda.
De hecho, la negligencia emocional sufrida en la infancia puede dejar heridas tan dolorosas como el maltrato físico. Ambas son formas de abuso y, si bien los niños maltratados se sienten heridos física, emocional y verbalmente, los niños abandonados emocionalmente se sienten solos, vacíos, imperfectos e indignos. Como resultado, muchas personas arrastran esa carencia afectiva sin ser plenamente conscientes de dónde proviene.
Negligencia emocional infantil = carencia afectiva en adultos
La negligencia emocional infantil se refiere a todo el afecto y apoyo que necesitábamos, pero no obtuvimos. Se produce cuando un niño no recibe suficiente atención, amor y validación emocional por parte de sus padres, quienes ignoran o minimizan sus necesidades afectivas simplemente porque están demasiado ocupados o porque piensan que no son tan importantes.
La negligencia emocional suele ser invisible, por lo que no es fácil de identificar, pero sus consecuencias tienen largos tentáculos. De hecho, la naturaleza insidiosa del abandono emocional infantil es precisamente lo que le confiere un poder tan terrible.
Los estudios están revelando que los niños con carencias afectivas, cuyas necesidades afectivas han sido desatendidas, tienen peor salud física y mental en la edad adulta. Muchas personas que sufrieron abuso emocional cuando eran pequeños muestran sentimientos de desesperanza, baja autoestima, insatisfacción vital, reciben menos apoyo social, corren más riesgo de desarrollar trastornos psiquiátricos e incluso pueden sufrir cambios cerebrales debido al estrés sufrido en una época en la que eran particularmente vulnerables.
En este sentido, investigadores de la Universidad de Heidelberg comprobaron que la negligencia emocional se asoció con niveles más bajos de oxitocina en sangre, conocida como la hormona del amor o del abrazo, un neurotransmisor que genera placer y bienestar, además de favorecer la empatía y los vínculos afectivos. Las personas que habían sido descuidadas por sus padres también mostraban un apego inseguro, carencias afectivas, miedo elevado y evitación de situaciones sociales, lo que probablemente les impide construir una red de apoyo sólida que les sustente cuando las cosas se tuerzan.
Darnos el amor que nuestros padres no fueron capaces de proporcionarnos
Muchos adultos no han recibido el cuidado emocional que necesitaban y crecieron sin sentir el cariño, la comprensión y el apoyo de sus padres. Aproximadamente el 36% de las personas creen haber sufrido carencias afectivas en su infancia, hasta el punto que en la actualidad la negligencia emocional se considera la principal forma de violencia en los primeros años de vida.
Quizá descubras que tus problemas de autoestima y autoconfianza, la inseguridad en las relaciones, esa sensación de no ser suficiente o esa imperiosa necesidad de afecto provengan de la negligencia emocional sufrida en la infancia, de las palabras de apoyo no dichas y los abrazos no dados.
Sin embargo, aunque puede parecer complicado cambiar los sentimientos que has arrastrado durante tanto tiempo, no tienes que resignarte a vivir con esa carga. Quizá tus padres no hayan podido darte la atención y el amor que necesitabas, pero puedes brindártelo tú mismo. El hecho de que tus padres no estuvieran emocionalmente presentes, no significa que tengas que tratarte de la misma forma. Nunca es demasiado tarde para suplir una carencia afectiva.
Pregúntate: ¿qué desearías que te hubieran dicho tus padres? Tu respuesta es la clave para comenzar a sanar porque te desvelará esa profunda necesidad emocional insatisfecha.
A continuación, pregúntate cómo puedes darte lo que tus padres te negaron o no pudieron ofrecerte. Escucha tus sentimientos. Si has sufrido negligencia emocional, es probable que no estés muy acostumbrado a conectar con tu parte afectiva, pero puedes asumir este ejercicio con curiosidad, como un viaje de redescubrimiento interior, una oportunidad para conectar con las emociones y sentimientos que has acallado durante tanto tiempo.
Reconoce que tus sentimientos cuentan. No los reprimas ni ignores. Deja que fluyan. Valídalos. Si en el fondo sientes que eres insuficiente, necesitas reconocer tu valor como persona. Si tienes miedo de que los demás te abandonen, necesitas reconocer que eres digno de ser amado. Si buscas desesperadamente la atención de los demás, necesitas amarte más para sentir que eres suficiente. Reflexiona sobre lo que necesitabas y no obtuviste para que puedas dártelo ahora.
Romper viejos patrones a golpe de amor y comprensión
Recuerda que es fácil caer en los viejos patrones mentales que aprendiste en casa y dejar de lado tus sentimientos tratándolos como si no fueran importantes. Sin embargo, si mantienes el contacto con esa parte de ti relegada a un segundo plano, poco a poco podrás descubrir más sobre ti mismo y desarrollar tu Inteligencia Emocional.
Así comenzarás un nuevo patrón generacional que podrás regalar a tus hijos o a las personas que amas. A fin de cuentas, recuerda que todos necesitamos unas palabras amables y un abrazo reconfortante.
Los niños, en especial, necesitan afecto, aliento y apoyo. Necesitan que sus padres les pregunten ¿cómo te sientes? y que presten atención a sus respuestas. Necesitan que sus padres validen sus emociones y les ayuden a gestionarlas asertivamente, en vez de simplemente ignorarlas como si no importaran. Necesitan que sus padres les digan “estoy orgulloso de ti”, “te quiero” o “te apoyo”.
Las frases de reafirmación y los gestos de amor, no malcrían a los niños ni los vuelven débiles, al contrario, son las semillas de las cuales germinará una autoestima a prueba de balas que les permitirá lidiar mejor con el mundo. Sin los abrazos y las palabras comprensivas, corremos el riesgo de criar adultos rotos. Por tanto, no pierdas la ocasión de decirle o demostrarle a tu hijo cuanto le amas.
Referencias Bibliográficas:
Mwakanyamale, A. A. et. Al. (2022) Childhood emotional neglect experiences as a risk factor for psychological distress among adolescents in Dar es Salaam, Tanzania: A community-based cross sectional study. Journal of Clinical Images and Medical Case Reports; 3(1): 1533.
Kumari, V. (2020) Emotional abuse and neglect: time to focus on prevention and mental health consequences. Br J Psychiatry; 217(5): 597–599.
Müller, L. E. et. Al. (2019) Emotional neglect in childhood shapes social dysfunctioning in adults by influencing the oxytocin and the attachment system: Results from a population-based study. Int J Psychophysiol; 136: 73-80.
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