Un extraño nos persigue, caemos al vacío desde lo alto de un rascacielos, queremos avisarle a alguien de un peligro pero nos quedamos sin voz, tenemos que correr para ponernos a salvo pero nos quedamos paralizados… Estos son algunos de los temas recurrentes de las pesadillas que tienen la mayoría de los adultos.
Al despertar, respiramos con dificultad y nuestro corazón parece que quiere salirse del pecho. De hecho, en muchos casos incluso necesitamos un poco de tiempo para darnos cuenta de que solo ha sido un mal sueño.
Un estudio realizado en la Universidad de Pittsburgh indicó que el 29% de las personas adultas suelen tener al menos una pesadilla al mes, mientras que entre un 2 y un 6% tienen una pesadilla a la semana. Es curioso, pero las personas mayores suelen tener menos pesadillas, casi la mitad que los adultos más jóvenes.
7 causas de las pesadillas
Generalmente las pesadillas ocurren cuando dormimos más profundamente, durante la fase REM. En esta fase los ojos se mueven rápidamente pero nuestro cuerpo está paralizado ya que el cerebro desconecta las zonas motoras, para evitar que podamos movernos y hacernos daño durante uno de esos sueños. Sin embargo, ¿qué causa las pesadillas?
1. Demasiado estrés. El estrés es uno de los principales desencadenantes de las pesadillas. Las tensiones acumuladas a lo largo del día pueden tener repercusiones sobre los sueños ya que la actividad onírica a menudo es una expresión de nuestros temores y preocupaciones cotidianas.De hecho, un estudio llevado a cabo en la Universidad de Heidelberg en 840 atletas de alto rendimiento desveló que el 15% de ellos solían tener pesadillas antes de la competición. Por tanto, si estás muy estresado, es probable que esas tensiones se manifiesten durante el sueño.
2. Exponerse a una situación impactante antes de acostarse. La última cosa que haces antes de dormir influye enormemente en tus sueños. Por tanto, si ves una película de terror, estás leyendo un libro espeluznante o has recibido una noticia impactante, es probable que esas últimas experiencias se reflejen en tus sueños. Incluso las escenas o las noticias violentas que ves en el televisor pueden reflejarse en tus sueños, aunque al estar despierto pienses que no te han impactado. Por consiguiente, si quieres dormir apaciblemente, debes cerciorarte de que nada perturbe las últimas horas antes de irte a la cama.
3. Dormir poco. Se ha apreciado que largos periodos de deprivación del sueño provocan un incremento de las pesadillas. Al contrario de la creencia popular, cuando no dormimos lo suficiente nuestro cerebro entra en un estado de excitación que dificulta conciliar un sueño reparador. Esa es la razón por la que las pesadillas son más vívidas cuando llevas varios días durmiendo poco. De hecho, también son más comunes en las personas que padecen dolor crónico y tienen problemas para dormir.
4. Experiencias vitales negativas. Los sueños incorporan muchos detalles de nuestra vida cotidiana, aunque normalmente de forma abstracta. Por eso, lo más común es que las pesadillas giren sobre las experiencias que hemos tenido a lo largo del día. De hecho, un estudio llevado a cabo en la Universidad de Harvard que analizó los sueños y pesadillas de 20 personas, concluyó que lo más usual es que aparezcan contenidos de los últimos dos o siete días. Aunque en algunos casos la causa de la pesadilla es más antigua y se remonta a experiencias autobiográficas, sobre todo si estas han sido impactantes y no las hemos superado por completo.
5. Características de personalidad. Ciertos rasgos personológicos pueden hacer que seamos más propensos a tener pesadillas. Un estudio realizado en la década de 1980 descubrió que las personas que tenían pesadillas con frecuencia también compartían tres rasgos: la desconfianza, la alienación y el distanciamiento emocional. Otro estudio realizado en The Graduate Theological Union reveló que las personas que tienen una tendencia política más conservadora también reportan más pesadillas que los liberales.
6. Enfermedades y fármacos. A veces la causa de las pesadillas se encuentra en una enfermedad. Los estudios han descubierto que quienes padecen de epilepsia, apnea del sueño o síndrome de las piernas inquietas son más propensos a tener pesadillas ya que tienen un patrón de sueño más irregular. Los malos sueños también son comunes en las personas que padecen depresión, fobias y estrés post-traumático. Además, se conoce que algunos medicamentos pueden aumentar las probabilidades de tener pesadillas, sobre todo los que alteran los niveles de neurotransmisores en el cerebro, como los medicamentos para la depresión, los antiparkinsonianos, los barbitúricos y las benzodiacepinas.
7. Cena demasiado copiosa. Comer demasiado antes de irse a la cama es una de las causas de las pesadillas pues implica que no habrás hecho la digestión adecuadamente, por lo que tu metabolismo estará más activo, aumentará la temperatura corporal y, como resultado, se estimula la actividad cerebral. De esta manera, es probable que no puedas dormir bien y que tengas pesadillas.
¿Y si las pesadillas fueran vías para resolver nuestros problemas?
La buena noticia es que no todos los males vienen para hacer daño. De hecho, una de las teorías que intenta explicar el origen y significado de las pesadillas hipotetiza que se deben a que en ese momento estamos pensando en algún asunto complicado y nuestra mente intenta lidiar con ello. Durante el día, cuando pensamos en algo que nos estresa o asusta, simplemente apartamos esa idea de nuestra mente enfrascándonos en otra actividad pero cuando estamos dormidos, nuestra mente divaga sin rumbo y no podemos recurrir a las distracciones. Entonces aparecen las pesadillas.
Según esta teoría, en muchos casos las pesadillas se encargan de reproducir escenarios difíciles para ayudarnos a buscar soluciones que puedan servirnos durante el día o simplemente para incitarnos a reaccionar ante la adversidad.De esta forma, aunque nos asusten, no serían tan “malas”.
Fuentes:
Bulkeley, K. (2012) Dream Recall and Political Ideology: Results of a Demographic Survey. Dreaming; 22(1): 1–9.
Blagrove, M. et. Al. (2011) Assessing the Dream-Lag Effect for REM and NREM Stage 2 Dreams. PLoS One; 6(10): e26708.
Erlacher, D. et. Al. (2011) Frequency of nightmares and gender significantly predict distressing dreams of German athletes before competitions or games. J Psychol; 145(4): 331-342.
Hasler, B. & Germain, A. (2009) Correlates and Treatments of Nightmares in Adults. Sleep Med Clin; 4(4): 507–517.
Kales, A. et. Al. (1980) Nightmares: Clinical characteristics and personality patterns. The American Journal of Psychiatry; 137(10): 1197-1201.
Virginia García dice
Interesantísimo! tengo un ejemplo de esta semana pasada. Mi hijo de 9 años, al despertar, me cuenta: "He tenido una pesadilla. Estábamos todos en un bosque, yo estaba con (…), Papá y tú estábais tan ttranquilos comiendo pipas al otro lado del lago en el que había tiburones. De repente hubo mucho viento y tuve miedo porque me empujaba al lago. Me agarré a una señal y tú me decías "no es para tanto" pero el viento me tiró. SObrevolé el lago sin tocar el agua y caí a otra orilla dentro de una cueva. Allí estuve solo 5 años, hasta que un día vinisteis a buscarme."
Le hablé sobre cómo los sueños nos dan pistas de temas que debemos atender y le agradecí que me lo hubiese contado. Le comenté que comprendía que había algo que le preocupaba y a lo que yo "quitaba importancia" sin darme cuenta. Me contó lo que le preocupaba, validé su emoción y estuvimos pensando maneras de resolverlo juntos. Después le comenté cómo lo que nos asusta no es real para los demás pero sí para nosotros y que por eso es interesante compartir las preocupaciones. De verdad le dio risa cuando se paró a pensar que había "colocado" tiburones en un lago!! jajaja… Bueno, mem encantó el post ¡y todos tus post! gracias!! Realmente las nuevas emociones y realidades que un niño de esta edad va recogiendo a diario (mas la inquietud que le genera, desgraciadamente, por un lado la evaluación escolar y por otro las reacciones pre-adolescentes de su hermano) hacen que sus sueños empiecen a hilar más fino 😉 Importantísimo el acompañamiento.