Las relaciones sanas se construyen desde el respeto mutuo, pero también en base a la interdependencia. Necesitamos encontrar un equilibrio entre lo que entregamos y lo que recibimos. Sin embargo, a menudo la línea entre el sacrificio y la libertad es demasiado sutil y fácil de traspasar, lo que nos conduce a interacciones de codependencia en las que una persona prioriza tanto la relación o el bienestar del otro que se olvida de satisfacer sus propias necesidades.
Por supuesto, no siempre es fácil detectar una codependencia emocional, sobre todo porque se supone que en las relaciones más cercanas debemos estar dispuestos a comprometernos y hacer concesiones con una actitud comprensiva y tolerante, lo cual nos lleva a priorizar al otro. Por eso, es importante “tomarle la temperatura” a la relación cada cierto tiempo en busca de señales que indiquen que estamos desarrollando una codependencia emocional dañina.
¿Cuáles son los principales síntomas de la codependencia emocional?
La codependencia emocional a menudo se origina en experiencias pasadas, como relaciones familiares disfuncionales o traumas emocionales. Reconocer esos signos es el primer paso hacia la recuperación para poder entablar relaciones más saludables y desarrolladoras, en vez de quedarnos atrapados en vínculos tóxicos y limitantes.
- Miedo al rechazo. A nadie le gusta sentirse excluido o rechazado. Es normal y perfectamente comprensible. Sin embargo, generalmente podemos lidiar con esas experiencias sin convertirlas en un drama. En cambio, si la idea del rechazo te provoca miedo, es probable que esa emoción te empuje a una búsqueda constante de aprobación. Ese temor puede hacer que te desvivas por complacer a los demás, olvidándote de ti mientras desarrollas una relación de codependencia emocional en la que asumirás un rol cada vez más sumiso.
- Dificultad para estar solo. Algunas personas disfrutan más de la soledad que otras. Es innegable. No obstante, el miedo a la soledad a menudo se encuentra en la base de relaciones disfuncionales de codependencia. Ese temor suele provenir del miedo al abandono o de la necesidad de validación externa para lograr un sentido de la identidad y autoestima. Si no te gusta estar a solas, es probable que busques constantemente compañía y te aferres a esas relaciones a como dé lugar, llegando incluso a someterte a los deseos de los demás.
- Comportamientos habilitantes. La codependencia a menudo conduce a lo que se conoce como habilitación, un fenómeno que consiste en alimentar las conductas dañinas del otro, sin darte cuenta. El miedo al rechazo, a la soledad o a perderle pueden hacer que justifiques sus actos, incluso aquellos que te dañan. Podrías racionalizar sus errores o minimizar los problemas de la relación para evitar que se moleste, llegando incluso a sentirte responsable por sus emociones. El problema es que evitar que esa persona se enfrente a las consecuencias de sus acciones, obstaculizará su crecimiento personal y terminará dinamitando la pareja a largo plazo, por lo que no es el mejor camino a seguir.
- Problemas para establecer límites. Todas las relaciones necesitan límites, incluso las más profundas y cercanas. Los límites te permiten mantener tu identidad y libertad, por lo que también son esenciales en toda relación de pareja saludable. Si tienes problemas para decir “no” o te pliegas constantemente a las demandas del otro, sacrificándote a menudo, por miedo a decepcionarle, es probable que te estés sometiendo demasiado. A la larga, esa codependencia solo generará una profunda sensación de frustración y vacío ya que tus necesidades emocionales quedarán insatisfechas. Por tanto, no son la mejor solución si quieres llevar una vida más plena y satisfactoria.
- Pérdida de intereses. Un síntoma de la codependencia bastante habitual es la pérdida de intereses. La persona dependiente se entrega tanto a la relación que a menudo descuida su mundo interior. Como resultado, es probable que tu vida acabe girando alrededor del otro, que te olvides de los intereses, pasiones y pasatiempos que antes disfrutabas. Algunas personas incluso pueden llegar a comportarte como “camaleones”; o sea, asumen como propios los intereses del otro, aunque no llegan a disfrutarlos plenamente, solo para «encajar» en esa relación.
- Intentos de control. Las relaciones de codependencia suelen estar marcadas por un desequilibrio de poder. En algunos casos, la persona más dependiente intenta controlar al otro a través de gestos sutiles, como una forma para aliviar sus propias inseguridades. Quizá revises el teléfono de tu pareja a escondidas o intentes manipularla emocionalmente para que ceda a tus demandas. Esa necesidad de control normalmente termina arrebatándole el oxígeno psicológico al otro, por lo que erosiona la relación y la confianza.
- Dificultad para tomar decisiones independientemente. La codependencia emocional puede manifestarse a través de una creciente dificultad para tomar decisiones sin consultar o considerar excesivamente la opinión de la pareja. Por supuesto, en el marco de una relación, la opinión del otro es importante, sobre todo cuando la decisión afecta a ambos. Sin embargo, si no puedes tomar ni siquiera la decisión más trivial sin la guía o aprobación de tu pareja, es probable que hayas desarrollado una dependencia excesiva de su criterio y necesites un poco de espacio para reencontrarte y ganar confianza en ti.
A la larga, la codependencia emocional no solo conduce a la pérdida de la identidad, la frustración y el resentimiento, sino que cuando se vuelve crónica termina perpetuando un ciclo de inseguridad. La buena noticia es que reconocer esos patrones es el primer paso en el camino para superar la dependencia emocional.
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