Como en cuestión de modas nada es perenne, hace poco he escuchado sobre una nueva tendencia que ha arribado a los restaurantes: la posibilidad de cenar totalmente a oscuras, o casi. ¿Cómo incide esto en nuestro apetito?
Usualmente asumimos que nuestro apetito está directamente relacionado con cuánta comida consumimos, mientras más comemos, es lógico pensar que nuestro apetito será menor hasta quedar saciados. Pero como todo no es lo que aparenta, en un estudio reciente, realizado en un restaurante a oscuras, se ha demostrado que la sensación de saciedad no está directamente vinculada con la cantidad de comida que se consume sino también con la visión de lo que se come.
El experimento fue conducido por Scheibehenne, investigador de la Universidad de Basel en Alemania, quien invitó a 64 personas a cenar en un restaurante de Berlín. Aunque la entrada del bar estaba iluminada, al entrar al restaurante todo cambiaba. Éste estaba pintado de negro, estaba en la oscuridad total y los camareros estaban adiestrados para servir sin luz a los comensales.
A los participantes les sirvieron dos platos; a un subgrupo le brindaron proporciones normales mientras que al otro subgrupo le presentaron platos que eran un tercio más grande de lo habitual. Después de esto, las luces se encendieron y a los participantes se les ofreció un postre que podían servirse por sí mismos de forma que determinasen la cantidad que deseaban comer.
Los investigadores midieron cuidadosamente cuánto comía cada persona y posteriormente les pidieron que rellenaran un cuestionario donde estimaran cuánta hambre tenían, cuánto habían comido y cuánto les había agradado la cena.
Este experimento fue repetido paso por paso algunas semanas después con otros voluntarios, solo que esta vez la luz siempre se mantuvo encendida, como en los restaurantes normales. ¿Resultados?
Las personas que comieron una mayor cantidad de comida en la luz, tomaron una ración de postre menor al final de la cena y reportaron sentirse más satisfechos; sin embargo, esta sensación de saciedad no se evidenció cuando las personas comían a oscuras. En otras palabras, la satisfacción del apetito también tiene un componente visual que no solo nos hace sentir saciados sino que además nos brinda cierto placer al saborear la comida.
Vale aclarar que éste no es el único experimento donde se relaciona la percepción visual y el apetito ya que en el año 2005 investigadores de la Universidad de Cornell idearon una curiosa forma para rellenar de sopa los platos donde comían las personas sin que estas se percatasen. Así, gracias a este mecanismo los participantes comieron un tercio más de lo que pensaban pero no reportaron sentirse más satisfechos ni con menos hambre que las personas que consumieron un plato normal.
Aunque estos estudios puedan parecer simplemente divertidos o curiosos, lo cierto es que tienen profundas implicaciones para la realización de dietas o para los hábitos alimenticios ya que si comemos frente a la televisión, corremos el riesgo de consumir una mayor cantidad de comida sin que ésta satisfaga nuestro apetito; simplemente porque no estamos suficientemente concentrados en la actividad.
Fuentes:
Scheibehenne, B.; Todd, P. M. & Wansik, B. (2010) Dining in the dark. The importance of visual cues for food consumption and satiety. Appetite; DOI: 10.1016/j.appet.2010.08.002
Wansink, B.; Painter, J. E. & North, J. (2005) Bottomless bowls: why visual cues of portion size may influence intake.Obesity Research; 13(1):93-100.
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