La separación no es cosa de dos cuando hay niños de por medio. La ruptura del núcleo familiar es una decisión difícil que los adultos no siempre llevan bien, por lo que a veces a los niños también les cuesta asimilar ese trance.
Un divorcio siempre implica el derrumbamiento de los planes comunes, cada adulto se ve obligado a reestructurar su proyecto de vida, y a veces también tiene que lidiar con la sensación de haber fracasado. Por eso un divorcio puede llegar a ser una experiencia desestabilizante con la que cada quien intentará lidiar como mejor puede.
Las cifras que muestran cómo afecta el divorcio a los niños
Estudios llevados a cabo por investigadores del Foro Español de la Familia brindan cifras alarmantes que nos dejan entrever rápidamente cómo afecta el divorcio a los niños:
– El 25% de los hijos de divorciados no terminan el colegio, en comparación con el 10% de abandono escolar que se produce en los hijos de matrimonios estables.
– Solo el 30% de los niños de matrimonios estables necesitan tratamiento psicológico. Esta cifra aumenta al 60% en los niños de padres divorciados.
– El 50% de hijos divorciados han presentado problemas con el alcohol y otras drogas antes de los 15 años.
– El 65% de los niños y/o adolescentes mantienen una relación conflictiva con el padre.
Por si fuera poco, un estudio llevado a cabo en la Universidad de Berkeley reveló que los niños que crecen en hogares divididos son más propensos a enfermar. Durante los 4 años después del divorcio, el riesgo de que los hijos sufran problemas de salud es más elevado, además de que estos pequeños tardan más en recuperarse de las enfermedades, lo cual probablemente se debe al nivel de estrés al que se encuentran sometidos.
Por supuesto, las consecuencias del divorcio varían según la etapa que atraviesen los hijos. El psicólogo estadounidense Carl Pickhart resumió perfectamente cómo afecta el divorcio a los niños según la edad: “Básicamente, el divorcio suele intensificar la dependencia del niño y acelerar la independencia del adolescente; a menudo provoca una repuesta regresiva en los niños y una respuesta agresiva en los adolescentes”.
Las consecuencias del divorcio en los niños según la edad
En la mayoría de los divorcios las principales víctimas son los niños ya que generalmente los padres sabían o intuían que la relación de pareja se estaba desmoronando pero a los hijos la separación suele tomarles por sorpresa, sacudiendo el mundo seguro y estable al que estaban acostumbrados.
¿Cómo afecta el divorcio a los niños según la edad?
– Niños pequeños hasta los 2 años. Los niños pequeños no comprenden muy bien qué es un divorcio y cuáles son sus consecuencias. Sin embargo, en esta etapa ya son capaces de captar los cambios que ocurren en el estado emocional de sus padres y, por supuesto, se dan cuenta de la ausencia de uno de los progenitores. Aún así, el hecho de no saber si esa figura de apoyo y seguridad volverá o no, le provoca angustia e inseguridad, lo cual se traduce en un estado de ánimo irritable, llanto continuo y cambios en sus patrones de sueño y alimentación. El principal problema a esta edad es que el niño puede vivir la ausencia del progenitor como un abandono en toda regla.
– Niños de 2 a 3 años. Se trata de una etapa muy importante en el desarrollo infantil, por lo que un divorcio traumático podría provocar un retraso en las habilidades psicomotoras, en la adquisición del lenguaje o el control de los esfínteres. A esta edad los niños aún no logran comprender del todo qué está sucediendo, por lo que es normal que alimenten la fantasía de que los padres retomen la relación de pareja. También es común que reaccionen con rabia, ira o tristeza ya que a esta edad su abanico emocional es más amplio, pero no tienen las herramientas necesarias para gestionar esos sentimientos.
– Niños de 3 a 5 años. En esta etapa los niños pueden comprender mejor el concepto de divorcio, por lo que probablemente harán muchas preguntas. Sin embargo, como también siguen siendo muy egocéntricos, es común que se sientan culpables por la separación y lleguen a pensar que la responsabilidad es suya. En esta fase los niños también suelen desarrollar muchos miedos, por lo que el divorcio puede alentarlos, sobre todo el miedo a quedarse solos o a que sus padres dejen de quererle. Además, es común que el niño se muestre muy posesivo con uno de los progenitores.
– Niños de 6 a 12 años. En esta etapa el niño comprende plenamente qué es un divorcio, aunque a menudo sigue alimentando la ilusión de que los padres se reconcilien y cuando constatan que eso no ocurrirá puede sentirse profundamente desilusionado, frustrado o enfadarse. Aún así, en esta etapa el niño es mucho más empático, es capaz de ponerse en el lugar de los demás y puede preocuparse por sus progenitores, en especial si los nota muy tristes. Algunos niños pueden expresar su malestar con comportamientos regresivos; es decir, pierden algunas de las habilidades que habían alcanzado, sobre todo en el plano emocional. Otros pueden mostrarse fuertes pero en realidad tienen miedo a expresar sus sentimientos para no preocupar más a los padres.
– Adolescentes. Se trata de una etapa complicada en la que el adolescente está buscando su propia identidad pero aún necesita el apoyo de ambos padres. El divorcio complica este proceso psicológico ya que genera inseguridad en el adolescente, quien puede responder desafiando los límites o buscando apoyo en el grupo. A veces puede buscar refugio en comportamientos de riesgo a través de los cuales intenta canalizar sus emociones. También pueden aparecer síntomas psicosomáticos.
¿Un divorcio siempre causa “traumas” infantiles?
No nos engañemos, el divorcio de los padres representa un gran cambio para el niño y a menudo es una fuente de dolor. El mundo, tal y como lo conocía, ya no existe y debe acostumbrarse a un nuevo hogar. Si a esto se le suma que el niño debe cambiar de casa, vecindario y escuela, el desafío será aún mayor.
Sin embargo, eso no significa que el divorcio cree “traumas” infantiles y que se deba evitar a toda costa. De hecho, en muchos casos es preferible que los padres se separen amistosamente antes de que continúen discutiendo y creen un clima de tensión insoportable en casa convirtiéndose en una familia disfuncional.
El verdadero problema no es el divorcio, sino la manera en que se gestiona. Se estima que el 15-20% de los divorciados con hijos siguen teniendo grandes conflictos incluso dos años después de la separación. Solo un 25% de los divorciados consiguen separarse de manera civilizada, sin confrontaciones y siguen apoyándose mutuamente.
Cuando el divorcio se lleva bien, se convierte en una experiencia de vida para los niños. Cuando se lleva mal, las consecuencias del divorcio pueden ser muy negativas, pero incluso en esos casos, también dependerá de las características de personalidad del niño puesto que algunos pequeños son más sensibles que otros a los cambios en su ambiente, como es el caso de los niños orquídea.
¿A qué edad el divorcio afecta menos a los niños?
Algunas personas piensan que la “mejor” edad para que los padres se divorcien sin afectar demasiado a los niños es entre los 18 meses y los 3 años. Sin embargo, en realidad esta etapa es crucial para que los pequeños desarrollen un apego seguro con ambos padres, de manera que cualquier cambio en la estabilidad familiar puede provocar una crisis emocional.
Un estudio realizado en el University College de Londres ha sido el primero en evaluar el impacto emocional del divorcio en los niños según su edad. Estos psicólogos analizaron a unos 6.000 niños, algunos de los cuales habían sufrido el divorcio de sus padres entre los 3 y 14 años de edad.
Los investigadores evaluaron su salud mental a los 3, 5, 7, 11 y 14 años teniendo en cuenta desde las dificultades emocionales como la irritabilidad, el mal humor constante y la ansiedad hasta los problemas de comportamiento como la desobediencia.
Compararon los datos de los niños de padres divorciados con los de aquellos cuyos padres seguían juntos. Así descubrieron que los niños cuyos padres se divorciaron cuando ya eran mayores, presentaban más problemas emocionales, tanto los niños como las niñas, si bien los problemas de conducta más graves se apreciaban solo en niños.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que los niños cuyos padres se separan entre los 7 y 14 años tienen una probabilidad mucho mayor de sufrir problemas emocionales y de comportamiento, que aquellos cuyos padres permanecen juntos o cuyos progenitores se separaron cuando los hijos eran más pequeños.
De hecho, no apreciaron diferencias entre los niños de 3 y 7 años cuyos padres se divorciaron y sus coetáneos de padres casados. También descubrieron que el mayor riesgo de que el divorcio tenga repercusiones más negativas, como el mal comportamiento y la desobediencia, se produce en la infancia tardía y en la adolescencia temprana.
Un estudio anterior había llegado a las mismas conclusiones: los niños de edad preescolar parecen sentirse culpables por el divorcio de sus padres pero pueden recuperarse y adaptarse a la nueva rutina en el hogar en apenas 2 o 3 meses.
¿Por qué el divorcio puede ser más perjudicial para los niños mayores o adolescentes?
Los psicólogos piensan que el divorcio podría ser más perjudicial para los adolescentes que para los niños más pequeños porque estos son más sensibles socialmente y tienen mayor capacidad para detectar dinámicas de relaciones negativas entre sus padres.
Además de ser más sensible a la dinámica familiar, los niños mayores tienen más probabilidades de verse afectados por un divorcio debido a las repercusiones de este sobre su educación y amistades, fundamentalmente cuando los adolescentes deben abandonar la ciudad y la escuela a la que asisten.
Sin embargo, estos datos no significan que los padres deban esperar a que sus hijos sean mayores para separarse. Una separación mal gestionada puede crear traumas infantiles a cualquier edad y una ruptura amigable puede facilitar el proceso de adaptación a los niños y adolescentes de cualquier edad. En muchos casos es peor que el niño conviva con padres que pelean constantemente y crezca en un ambiente de tensión en la casa, quizá marcado por la violencia intrafamiliar.
¿Cómo lograr que el divorcio no afecte a los niños?
- Explícale lo que sucede con claridad, de manera que lo pueda entender. A la hora de comunicar la decisión del divorcio, es importante que ambos progenitores estén presentes ya que esto le dará mayor seguridad al niño y no se sentirá abandonado por uno de ellos. Lo ideal es que expliques de manera clara vuestra decisión, usando un lenguaje adecuado a la edad del niño. Si se trata de una decisión definitiva, es importante que sea consciente de ello, para que no albergue falsas esperanzas.
- Hazle saber que no es su culpa. Muchos niños se sienten culpables por la separación de sus padres, creen que el divorcio se debe a su comportamiento. Esa sensación de culpa puede llegar a ser un fardo muy pesado que arrastren durante muchos años, causando problemas emocionales y de comportamiento. Por eso es importante que le dejes claro a tu hijo que no tiene ninguna responsabilidad en lo ocurrido y que ambos le seguiréis queriendo igual.
- Dale los detalles que necesita saber. Después de que le comuniques la noticia, es normal que el niño se sienta confuso y desorientado ya que siente que su mundo se está desplomando. Intenta explicarle qué sucederá a partir de ese momento. No es necesario que entres en demasiados detalles pero el niño se sentirá más seguro si sabe que podrá quedarse con su mascota, que no tendrá que cambiar de colegio y que el progenitor que abandona el hogar le verá varias veces a la semana. Se trata de pequeños detalles que a menudo los padres pasan por alto pero que le transmiten seguridad y confianza a los niños. También es importante que le dejes saber que puede hacerte cualquier pregunta sobre el tema, cuando lo desee.
- Mientras asimila la noticia, valida sus emociones. La mayoría de los niños necesitan un poco de tiempo para asimilar el divorcio de sus padres, normalmente unos 2 o 6 meses. Durante esa fase tendrás que tener paciencia y apoyarle. Evita usar frases como “esta es la mejor decisión” ya que el niño asumirá que es la mejor decisión para los adultos pero no para él, y se sentirá excluido. Es obvio que el niño no quiere que ninguno de los padres abandone el hogar, por lo que puede sentirse enfadado, decepcionado, triste o preocupado. Valida esas emociones y anímale a hablar de ellas. Explícale que lamentas que tenga que pasar por eso, asumiendo ese cambio como una oportunidad para que tu hijo desarrolle la resiliencia.
- Mantén la rutina incluyendo nuevas actividades motivadoras. Los hábitos cotidianos sirven para que el niño se sienta seguro, por lo que es importante que, dentro de lo posible, mantengas las mismas rutinas. Por supuesto, también es conveniente incluir nuevas actividades que el niño disfrute, de manera que pueda comprender que aunque todos estáis atravesando por una situación difícil, también podéis seguir disfrutando de la vida. De esta manera los niños mayorcitos comprenderán que todo cambio encierra cosas negativas y positivas. El progenitor que se va de casa puede aprovechar para sorprender al niño con nuevas propuestas de actividades y paseos.
- No hables mal del otro progenitor. Para los niños, las razones del divorcio no son suficientes. El niño quiere a ambos padres y no le parece bien que se separen, por encima de cualquier error de apreja se encuentra su amor de hijo. Por eso, si bien es importante hacerle entender el motivo del divorcio, no es necesario entrar en detalles ya que estos pueden alterar la percepción del niño de uno de sus progenitores, haciendo que se distancie de este, lo cual puede conducir al Síndrome de Alienación Parental. Ten siempre en mente que en este proceso los niños son muy vulnerables y pueden absorber los sentimientos negativos de uno de los progenitores y proyectarlos sobre el otro. Tu hijo no puede convertirse en tu paño de lágrimas ni en el saco de boxeo sobre el cual descargar tus frustraciones por el divorcio. Por encima de las rencillas personales debe prevalecer el bien del niño, y lo mejor para este es que sus padres sigan queriéndole y apoyándole como siempre.
- No abandones ni descuides a tu hijo. En algunos casos la sensación de abandono que tiene el niño es real ya que uno de los progenitores le abandona, literal o metafóricamente. De hecho, el abandono no es solo físico, del padre que se desentiende del niño sino también emocional, en cuyo caso es más habitual del padre que se queda a cargo del hijo. En estos casos lo usual es que los niños se conviertan en cuidadores del padre, asumiendo roles y responsabilidades para los cuales no están preparados.
Fuentes:
Fitzsimons, E. et. Al. (2017) Poverty dynamics and parental mental health: Determinants of childhood mental health in the UK. Social Science & Medicine; 175: 43-51.
Mauldon, J. (1990) The Effect of Marital Disruption on Children’s Health. Demography; 27(3): 431-446.
Rohrlich, J. A. et. Al. (1977) The effects of divorce: A research review with a developmental perspective. Journal of Clinical Child Psychology, 6(2), 15-20.
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