De seguro habrás escuchado la frase “somos lo que comemos”. Sin embargo, no somos plenamente conscientes de lo que esto significa.
En realidad, funcionamos como una máquina perfectamente engranada. Nuestras emociones influyen en nuestro organismo y lo que comemos o el estilo de vida que llevamos, inciden en nuestro estado de ánimo haciéndonos sentir más alegres o, al contrario, más deprimidos e irritables.
Un estudio desarrollado entre investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la Universidad de Granada ha demostrado una correlación entre la comida chatarra (bollería industrial y comida rápida) con la depresión.
En el estudio se incluyeron a 8.964 personas, de las cuales algunas solían consumir comida chatarra y otras apostaban por los alimentos naturales. Los resultados no dejaron lugar a dudas: mientras más comida chatarra se consume, mayores probabilidades existen de sufrir depresión y de que los síntomas de esta sean más intensos.
La investigación se extendió durante un periodo de seis meses, periodo en el cual 493 personas fueron diagnosticadas con depresión o comenzaron a tomar medicamentos para la depresión. Por supuesto, no se trata de la primera pesquisa que analiza esta correlación. En el pasado, un estudio realizado en la misma universidad había analizado a 12.059 personas durante seis meses y llegó a los mismos resultados.
Otro estudio, llevado a cabo en la Universidad de California, analizó los hábitos alimenticios de 768 personas y apreció que la ingesta de alimentos ricos en grasas trans (como las patatas fritas y las hamburguesas) incrementaba la irritabilidad y la agresividad.
A reafirmar esta relación acude otra investigación realizado en la Universidad Estatal de Ohio, donde se analizaron los hábitos de alimentación de diferentes personas y su satisfacción con la vida en pareja. Una vez más, se apreció que la comida chatarra juega en contra de las relaciones interpersonales placenteras.
Pero… ¿cómo se puede explicar este fenómeno?
Los investigadores hipotetizan que las grasas trans pueden empeorar nuestra respuesta fisiológica ante el estrés. Se ha demostrado que normalmente, cuando debemos reaccionar ante una situación particularmente tensa, tienen lugar una serie de cambios en los niveles de las llamadas “hormonas del estrés”. Sin embargo, después de comer comida chatarra, estos niveles se incrementan aún más. Por ende, nuestras respuestas fisiológicas ante el estrés son más acusadas y, una vez que el cerebro las percibe, actúa en correspondencia generando aún más estrés.
Como consecuencia, seríamos más irritables y reaccionaríamos de forma más agresiva ante los estímulos del medio y esto dañaría nuestras relaciones interpersonales. Obviamente, todo esto genera más ansiedad.
Por supuesto, existe otro factor a tener en cuenta y es que normalmente las personas que se preocupan por ingerir alimentos naturales, también suelen mantener un estilo de vida más saludable y realiza más actividad física. Y ya sabemos que la actividad física genera endorfinas, las hormonas de la felicidad y el bienestar.
Fuentes:
Sánchez-Villegas, A. et. Al. (2011) Fast-food and commercial baked goods consumption and the risk of depression. Public Health Nutrition; 15 (03): 424.
Sánchez-Villegas, A. et. Al. (2011) Dietary Fat Intake and the Risk of Depression: The SUN Project. PLoS One; 6(1).
Fuhrman, J. et. Al. (2010) Changing perceptions of hunger on a high nutrient density diet. Nutrition Journal; 9: 51.
Kiecolt-Glaser, J. K. et. Al. (2005) Hostile marital interactions, proinflammatory cytokine production and wound healing. Archives of General Psychiatry; 62: 1377-1384.
Deja una respuesta