“Las pequeñas emociones son los grandes capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin darnos cuenta”, dijo Van Gogh. En muchas ocasiones, las emociones toman el mando y guían nuestro comportamiento, asumen el control y nos llevan a tomar decisiones precipitadas de las que después nos arrepentimos o nos sumen en un estado de frustración y desesperanza tal que nos impide pensar con claridad.
En esos casos, las emociones se convierten en nuestros enemigos ya que nos arrebatan la paz interior. Cuanto más nos esforcemos por controlarlas, más nos controlan, cayendo en un círculo vicioso. La solución, para recuperar el equilibrio emocional y blindarlo contra la adversidad, consiste en cambiar la perspectiva.
La Terapia de Aceptación y Compromiso, en la que se parte de la idea de que los pensamientos tienen un gran poder sobre lo que sentimos pero no es necesario esforzarnos por cambiarlos sino tan solo aceptarlos para limitar el sufrimiento que provocan, nos propone reflexionar a partir de la parábola de las olas.
Metáfora de las olas
Imagina una playa de arena blanca bañada por las olas. Habrá olas pequeñas que incitan al baño y con su golpeteo constante generan una agradable sensación de paz y tranquilidad. En algunos momentos, también llegarán olas grandes de aspecto amenazante.
Si estás en el agua y notas una de esas olas enormes, te asustarás y querrás escapar. En ese punto tienes dos opciones, intentar llegar a la orilla o zambullirte y dejar que la ola pase encima de ti. Si tienes mucho miedo, lo más probable es que intentes alcanzar la orilla y la ola te golpee de lleno cuando rompa sobre la arena.
Sin embargo, lo peor es que luego otra ola amenazante vuelve a acercarse. Entonces vuelves a escapar. Cada vez que llega una nueva ola, te parece más amenazante que la anterior y, como resultado de tu esfuerzo por escapar de ellas, te sientes cada vez más cansado.
Si simplemente te sumerges en el agua, apenas notarás la fuerza de la ola. Al final, tanto las olas apenas perceptibles como las olas enormes terminan desapareciendo en la orilla. La diferencia estriba en la manera de afrontarlas. Debemos recordar que no nos ahogamos por caer en el agua, sino por el tiempo que permanecemos sumergidos.
Esa playa con sus olas es una representación de lo que sucede en tu interior, las olas son las emociones o pensamientos, que no pueden hacerte daño, a menos que intentes luchar contra ellas. No cabe dudas de que ver una ola inmensa aproximándose puede dar miedo, pueden hacernos sentir mal momentáneamente e incluso puede parecer que será el fin del mundo, pero al final terminarán disolviéndose en la arena.
Cuando en la vida atravesamos situaciones que se asemejan a esas olas gigantes, es comprensible que nos sintamos atemorizados, tristes o ansiosos; pero alimentar los pensamientos negativos solo generará más miedo, frustración y agotamiento psicológico. En vez de resistirnos a esas situaciones, intentar huir de ellas o negarlas, simplemente debemos aceptarlas e intentar paliar el golpe de la mejor manera posible. Eso no es resignación, es inteligencia.
¿Cómo controlar las emociones negativas con la metáfora de las olas?
La metáfora de las olas en la playa te ayudará a distanciarte de esos pensamientos irracionales que alimentan las emociones negativas. Nos ayuda a comprender que en muchas ocasiones nuestro sufrimiento no viene de lo que nos ocurre sino de lo que nos decimos a nosotros mismos, del diálogo interior que ponemos en marcha. Cuando le damos demasiada importancia a nuestras historias y preocupaciones, solemos acrecentar el sufrimiento.
Los pensamientos y emociones no tienen más poder del que les des. Al final, las olas acabarán desapareciendo y el mar volverá a estar en calma. Este ejercicio de visualización es muy eficaz para lidiar con las situaciones complicadas cuando los pensamientos y emociones negativas quieren tomar el control.
- Observa tus emociones
Nota tus emociones y sentimientos
Da un paso atrás, metafóricamente, para que puedas convertirte en un espectador de tus “olas interiores”
- Experimenta tus sensaciones
Céntrate en tus “olas interiores”, percibe cómo las emociones van y vienen
Frena el impulso de bloquear esas sensaciones
No intentes deshacerte de ellas
No las alejes, pero tampoco te aferres a ellas
- Asume que no eres esas sensaciones
Detén el impulso de actuar, comprende que no necesitas actuar en consecuencia
Recuerda los momentos en los que te has sentido de manera similar en el pasado, recuerda que al final, esas emociones han desaparecido
Deja ir las preocupaciones asociadas con esas emociones y sensaciones
- Siéntete cómodo con tus emociones y sensaciones
No juzgues lo que sientes
Acepta plenamente esas emociones, dales un nombre
Finalmente, asume que son como las olas del mar y aprende a fluir con ellas, sin que te hagan daño.
Antonia Rojas dice
La leo con atención, y me gustan mucho las metáforas que usted nos espone, me ayudan a comprenderme,y reflexionar,muchas gracias.
Jennifer Delgado dice
Hola Antonia,
Gracias, me alegra que te sea útil lo que escribo. Las metáforas son un excelente canal para llegar a insights más profundos sobre nosotros, por eso las uso tanto 🙂