
El hábito de comerse las uñas es mucho más común de lo que podrías pensar. Algunos estudios han encontrado que aproximadamente 1/4 de los niños lo hacen de forma habitual. Entre los adolescentes el problema es aún mayor, hay investigaciones que apuntan que el 45% de ellos se comen las uñas. Y, sorprendentemente, llegar a la adultez no ayuda mucho puesto que aproximadamente el 50% de las personas tienen este hábito.
Afortunadamente, se trata de un hábito que se puede erradicar o controlar, solo es necesario seguir la estrategia adecuada.
Las claves para dejar de comerse las uñas
1. Desearlo. Puede parecerte una idea banal o una verdad de Perogrullo pero lo cierto es que cualquier cambio tiene que ser deseable. Esto significa que no puedes levantarte un día y pretender dejar de comerte las uñas y al otro día olvidarte por completo del asunto. Para lograr un objetivo, tienes que sentirte realmente motivado hacia el cambio, tienes que desear desde lo más profundo de ti erradicar ese hábito.
Un truco para incentivar la motivación es magnificar los aspectos negativos que acarrea comerse las uñas y focalizarse en todos los beneficios que ganarías si dejases ese hábito.
2. No suprimirlo. Ya sé que puede parecer un contrasentido pero la literatura psicológica está llena de experimentos que demuestran que intentar suprimir algo que está muy arraigado en ti solo produce el efecto contrario. Es como cuando te piden que no pienses en los osos blancos, probablemente antes de darte esta orden, ni siquiera sabías que existían pero desde el mismo momento en que te han pedido que no lo hagas, la imagen de los osos blancos acude una y otra vez a tu mente.
3. Reemplaza el mal hábito con uno bueno. Una de las claves para cambiar un hábito es poner otro en su lugar, es decir, reemplazarlo con un comportamiento positivo y más saludable. Por eso, cuando sientas ganas de comerte las uñas, simplemente mastica un chicle, cómete una manzana o juega con una pelotita.
4. Utiliza facilitadores del cambio. Algunas personas simplemente se comen las uñas pero ni siquiera se dan cuenta de lo que están haciendo. Por eso algunos utilizan facilitadores del cambio, pistas que se convierten en una señal de alarma. Por ejemplo, pintarse las uñas de un color intenso es un truco que funciona muy bien.
5. Detecta las situaciones precipitantes. Aunque no te hayas dado cuenta, normalmente hay situaciones que desatan el hábito de comerse las uñas. Sería conveniente que llevases una especie de diario, te asombrarás al encontrar pautas a lo largo del día. Una vez que las hayas descubierto, simplemente deberás evitarlas.
Finalmente, pero no por ello menos importante, felicítate cuando hayas pasado todo un día o una semana sin haberte comido las uñas. Es fundamental que te regocijes por las cosas que has alcanzado, aunque los pasos te parezcan pequeños.
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