
¿Cuántas veces has escuchado que necesitas tomarte un respiro? Quizá te has dicho que tienes que bajar la marcha, dedicarte más tiempo, relajarte más, mimarte más o incluso escucharte más. Sin embargo, a veces también es necesario descansar de uno mismo, sobre todo cuando nos sentimos envueltos en una espiral de preocupaciones o dudas.
El cansancio del alma
“Sucede que me canso de ser hombre”, escribía Pablo Neruda en Walking Around. “No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas, vacilante, extendido, tiritando de sueño […] absorbiendo y pensando, comiendo cada día”.
Se refería a ese cansancio intelectual, pero también al hartazgo existencial que provoca la rutina y, por supuesto, al agotamiento mental que implica estar a solas con nuestros pensamientos, que demasiado a menudo nos llevan por derroteros que no son los más adecuados.
Y es que, aunque no solamos estar dispuestos a reconocerlo, no siempre estamos en buena compañía cuando nos quedamos solos. A veces nuestro diálogo interno puede convertirse en nuestro peor enemigo. Nuestro monólogo puede llegar a ser demasiado redundante, hasta el punto que nuestras preocupaciones, temores o inquietudes nos agobian más que la realidad.
En épocas en las que nos sentimos particularmente estresados, agobiados o presionados, estar a solas con nosotros mismos a menudo acrecienta esa sensación de malestar, sobre todo cuando añadimos exigencias casi imposibles de cumplir o nos autogeneramos estados emocionales negativos. En esos momentos, probablemente necesitemos tomarnos unas vacaciones de nosotros mismos.
¿Cómo descansar de uno mismo?
Ante todo, debemos tener claro que los excesos a menudo solo sirven para esconder vacíos existenciales o taponar momentáneamente una hemorragia de problemas y conflictos. Si confiamos en los excesos – desde el alcohol hasta los atracones de series – para escapar de nuestro universo interior, pronto esas estrategias de evitación se convertirán en hábitos compulsivos. Y no serán precisamente saludables.
Como escribiera la novelista Rachel Cusk: “los hábitos matan lo esencial en nosotros mismos”. Por tanto, cuando sentimos que debemos tomarnos un descanso de nosotros mismos, en realidad es una señal de que necesitamos realizar un cambio. O sea, debemos introducir nuevos datos: dar a nuestra mente algo nuevo en lo que pueda concentrarse, para que deje de dar vueltas sobre los mismos temas una y otra vez.
En ocasiones, eso significa únicamente “airear” tus pensamientos. O sea, permitir que tu mente se concentre en otras cosas más agradables, preferentemente saliendo de su rutina habitual, que es la que suele desencadenar esos pensamientos rumiativos, muchas veces alimentados por las presiones y las expectativas sociales.
Un estudio realizado en la Universidad de Queensland, por ejemplo, comprobó que las pequeñas escapadas suelen ser más beneficiosas que unas vacaciones largas. Tienen un gran poder restaurador, nos ayudan a despejar la mente, nos permiten descansar y contribuyen a nuestro bienestar emocional.
Conectar con nosotros mismos sin expectativas
En otras ocasiones, esa necesidad de descansar de nosotros mismos proviene de las presiones que nos autoimponemos, sobre todo cuando nos convertimos en nuestros jueces más severos, hasta el punto de autoexplotarnos pensando que nos estamos realizando.
Y esas exigencias a menudo también se extienden al plano del crecimiento personal. A veces podemos desear tanto sentirnos bien, que nos ponemos una zancadilla mental añadiendo más leña al fuego. Nos enfocamos demasiado en las emociones negativas que deseamos evitar, hasta el punto que ese escrutinio constante nos genera tensión y ansiedad.
En esos casos, conviene seguir la recomendación taoísta para meditar: hacerlo sin expectativas. O sea, no juzgar nuestras emociones ni presionarnos para sentirnos bien, simplemente enfocarnos en experimentar el momento presente. A menudo ese tipo de acercamiento/alejamiento de nosotros mismos tiene un poder catártico y liberador porque nos permite conectar con nuestro “yo” más escondido, mientras le damos un descanso al “ego”.
En un mundo lleno de expectativas y ruido, es fundamental reconocer que nosotros también añadimos presión, por lo que descansar de uno mismo puede ser la solución. Al alejarnos de las autoexigencias y poner en pausa ese diálogo interno excesivamente crítico, reencontramos la paz interior.
Referencia Bibliográfica:
Packer, J. (2021) Taking a break: Exploring the restorative benefits of short breaks and vacations. Annals of Tourism Research Empirical Insights; 2(1): 100006.
Deja una respuesta