
Llegas a casa después de un día agotador, te metes en la cama y, aunque estás cansado, el sueño no llega. Las horas pasan. Das vueltas. Y más vueltas. Miras el techo, revisas el móvil o te zambulles en el mar de tus preocupaciones mientras el reloj avanza implacable.
Al día siguiente, te levantas con la sensación de no haber descansado nada, irritable y malhumorado. Y es que el sueño no es un lujo, sino una necesidad básica. Si descuidas tu descanso nocturno, tu cuerpo y tu mente acabarán pagando la factura. La buena noticia es que no tienes que resignarte a vivir con insomnio, existen métodos muy eficaces para dormir bien y profundo.
¿Por qué no duermes bien?
Si sufres insomnio, debes saber que no estás solo. Los datos indican que aproximadamente el 10% de la población mundial padece este trastorno y otro 20% experimenta problemas ocasionales para dormir. Sin embargo, que sea un problema común no minimiza sus consecuencias.
El insomnio crónico puede afectar seriamente tu salud mental, aumentando el riesgo de desarrollar ansiedad y depresión. Además, la falta de sueño disminuye tu capacidad de concentración y memoria, lo que puede limitar tu rendimiento diario. A nivel físico, el insomnio está relacionado con un mayor riesgo de padecer patologías como la diabetes y la hipertensión, además de debilitar el sistema inmunológico, lo que te hará más vulnerable a enfermar.
Sin embargo, para evitar esos problemas y abordar la falta de sueño, primero hay que encontrar su causa. Aunque generalmente asociamos el insomnio al estrés, la ansiedad, la depresión u otros factores psicológicos, hay que tener claro que su origen no siempre es emocional.
Condiciones como el síndrome de piernas inquietas, los desequilibrios hormonales o la apnea obstructiva del sueño (OSA) pueden ser las responsables de esas noches en vela. Por tanto, es importante no automedicarse ni asumir que el insomnio es solo “una cosa de la mente”. Un diagnóstico adecuado puede revelar si existe una causa física subyacente que sea necesario tratar porque esté afectando tu descanso o si, al contrario, se debe a las preocupaciones, el estrés o malos hábitos de vida y una higiene del sueño inadecuada.
¿Cómo dormir bien y profundo de manera natural?
Los somníferos pueden parecer la solución más rápida – los tomas y caes rápidamente en los brazos de Morfeo – pero no siempre son la respuesta. A veces, bastan pequeños ajustes en nuestra rutina cotidiana o aplicar algunas técnicas psicológicas para dormir bien y profundo. ¡Toma nota!
1. Transforma tu habitación en un templo del descanso
A menos que estés totalmente extenuado, el ambiente de la habitación puede marcar una gran diferencia en tu calidad del sueño. Si hay demasiado calor o mucho frío, no podrás dormir a pierna suelta. Lo ideal es una temperatura de entre 18 y 22 °C. También conviene usar pijamas cómodos y sábanas transpirables que ayuden a regular la temperatura corporal durante la noche para que te sientas cómodo en todo momento.
También se recomienda dormir a oscuras y en un ambiente silencioso. La luz, incluso la más tenue, puede interferir con la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Por eso, es recomendable dormir en una habitación lo más oscura posible. En cuanto al ruido, lo idóneo es un ambiente tranquilo, por lo que si vives en una zona ruidosa, puedes usar tapones para los oídos o recurrir a sonidos relajantes, como el ruido blanco, para camuflar el ruido.
2. No mires el reloj
“¿Ya son las 3 de la mañana y aún no me he dormido?” Mirar el reloj constantemente no te ayudará a dormir bien y profundo, más bien al contrario. Comprobar la hora hará que seas más consciente del tiempo que estás “perdiendo”. Cada vistazo rápido al reloj te genera más presión por dormir, lo que aumenta el estrés y te impide conciliar el sueño.
Así caes en lo que se conoce como “efecto rebote”: cuanto más intentes dormir, menos podrás hacerlo porque la presión que te impones le impide a tu cerebro relajarse. ¿La solución? Debes cortar ese círculo vicioso: deja de contar las horas y concéntrate en relajarte. Pensar en cosas agradables será mucho más productivo que dar vueltas en la cama y mirar el reloj cada diez minutos.
3. Toma un baño caliente antes de irte a la cama
Conocido como “efecto del baño caliente”, la ciencia ha demostrado que darte una ducha con agua tibia antes de irte a la cama te ayudará a dormir bien y profundo. El agua caliente tiene un efecto relajante, en especial sobre los músculos, por lo que te irás a la cama más descansado y te ayudará a desconectar del estrés del día.
Luego tu cuerpo comenzará a enfriarse gradualmente, lo que imita el proceso natural que se produce cuando tu organismo se prepara para dormir. Tu cerebro interpretará ese cambio de temperatura como una señal de que es hora de descansar, lo que te ayudará a dormirte más rápido. El momento ideal para darte ese baño relajante es entre 1 y 2 horas antes de acostarte.
4. Deja que los aromas te arrullen
¿Alguna vez un aroma peculiar te ha transportado a un estado de calma, nostalgia o felicidad casi instantáneo? Los olores tienen una “vía preferencial” en el cerebro porque el olfato está conectado directamente con el sistema límbico, la zona que controla las emociones y los recuerdos. Por tanto, pueden ser una solución natural para dormir bien y profundo. Aromas como la lavanda, la manzanilla o el sándalo activan respuestas de relajación y te ayudarán a bajar el ritmo después de un día ajetreado.
De hecho, los estudios han comprobado que la lavanda es un remedio eficaz contra el insomnio ya que favorece la activación del sistema parasimpático, reduciendo la frecuencia cardíaca y la presión arterial para favorecer una sensación de tranquilidad y relajación. En práctica, es como si esos olores le dijeran a tu cerebro: “Hey, es hora de desconectar y descansar”. Aprovecha su efecto mientras disfrutas de tu baño nocturno o usándolos en tu dormitorio.
5. Prueba las técnicas de relajación y deja que la calma te invada
Cuando se apagan las luces y todo se queda en silencio, los estímulos diarios que te habían mantenido ocupado desaparecen, por lo que tu mente puede comenzar a darle vueltas a las cosas. Si las preocupaciones o la ansiedad te impiden dormir, las técnicas de relajación podrían ser la solución para conciliar un sueño reparador.
Una de las más conocidas es la respiración profunda. Consiste en inhalar lentamente por la nariz, sostener el aire unos segundos y exhalar suavemente por la boca. Este simple ejercicio envía una señal muy poderosa a tu sistema nervioso: le dice que es hora de relajarse y descansar.
La relajación muscular progresiva, que consiste en tensar y luego relajar diferentes grupos de músculos, empezando por los pies y subiendo hasta la frente, es muy útil para liberar la tensión acumulada durante el día. También puedes probar la visualización: imagina un lugar tranquilo y seguro, como una playa al atardecer o un bosque silencioso. Con estas técnicas también evitarás las preocupaciones mientras vas creando un estado mental ideal para dormir.
6. Crea un ritual relajante antes de irte a la cama
¿Te recuerdas cuando eras niño y tu madre te leía un cuento y te arropaba en la cama todas las noches? Es probable que ese ritual reconfortante te ayudara a conciliar el sueño. Aunque seas adulto, los rituales antes de irse a la cama pueden tener un efecto similar. Básicamente, las rutinas son eficaces porque le avisan a tu cuerpo y a la mente que se acerca la hora de dormir, por lo que te predisponen positivamente para el sueño.
Imagínalo como un “ceremonia” personal que te ayuda a desconectar del estrés y a prepararte para el sueño. Puede ser algo tan simple como prepararte una infusión relajante, beber un vaso de leche tibia, leer un libro ligero o escuchar música relajante. También puedes incluir estiramientos suaves o unos minutos de meditación para liberar la tensiones acumuladas. La clave está en que sea algo que disfrutes y te permita bajar el ritmo mientras tu mente entra en “modo sueño”.
7. Intenta no dormirte
En lugar de esforzarte por dormir, intenta permanecer despierto. Sí, ¡has leído bien! La intención paradójica es una técnica de la Psicología Inversa que consiste en seguir haciendo aquello que genera malestar, en vez de luchar contra ello o intentar evitarlo. Irónicamente, el esfuerzo por intentar mantener los ojos abiertos, acabará agotándote, por lo que tendrá el efecto opuesto: te quedarás dormido.
De hecho, un estudio realizado en el Instituto Karolinska comprobó que es una técnica eficaz porque elimina la presión de tener que conciliar el sueño rápidamente, que es justo lo que más ansiedad suele generar. Al quitarle importancia al acto de dormir, tu mente se relaja y, curiosamente, es más probable que el sueño llegue de forma natural.
El camino para dormir bien y profundo puede requerir tiempo y esfuerzo, pero los beneficios valen la pena. Desde mejorar tu salud física hasta recuperar la claridad mental y el bienestar emocional, cada paso que des hacia un descanso mejor es una inversión en tu calidad de vida. Así que, si sientes que el sueño te esquiva desde hace tiempo, será mejor que te pongas en manos de un profesional para descubrir la causa y poder dormir mejor.
Referencias Bibliográficas:
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