Viktor Frankl, un psiquiatra austríaco que estuvo prisionero en los campos de concentración nazis afirmó que “al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa, la última de las libertades humanas: la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias, para decidir su propio camino”.
A lo largo de la vida experimentaremos diferentes situaciones, algunas de ellas negativas. Es probable que tengamos que enfrentar muchos contratiempos, solucionar varios problemas y superar distintos obstáculos. En nuestro camino también encontraremos a personas que no son todo lo agradables que quisiéramos o que incluso nos lastimarán. En la mayoría de los casos no podemos hacer nada para evitarlo. Pero podemos elegir cómo reaccionar.
Como apuntó Epicteto: “nadie puede dañarte sin tu consentimiento, serás lastimado en el preciso instante en que permites que te dañen”. No podemos evitar encontrarnos con personas desagradables, pero podemos protegernos para que no nos dañen demasiado.
Cada quien es responsable por sus acciones
Hay personas que van por el mundo como si fueran camiones de basura. Arrastran consigo una enorme dosis de resentimiento, ira, tristeza o miedo e intentan descargarla en los demás. Son personas que reaccionan de manera exagerada y que – de forma consciente o inconsciente – hacen todo lo posible por arruinarnos el día y a veces también la vida.
Se trata de personas que responden atacando, esperando el menor gesto o palabra para desatar su ira. O que siempre tienen preparado un enorme rosario de quejas para hacernos sentir culpables. Esas personas se encuentran por doquier: puede ser un empleado, un compañero de trabajo, nuestra madre o incluso nuestra pareja.
Es importante comprender que estas personas se comportan así porque no han aprendido a ser asertivos en sus relaciones interpersonales, no poseen las herramientas psicológicas necesarias para lidiar con la adversidad y los problemas, por lo que terminan perdiendo el control sobre sus emociones y comportamientos. Básicamente, son como bombas de tiempo emocionales que pueden estallar en cualquier momento.
Por mucho que intentemos blindar nuestro círculo interpersonal, no podemos evitar que algunas de estas personas se cuelen, ya sea por unos breves instantes o por mucho más tiempo. Sus comportamientos y emociones son su responsabilidad, a veces no podemos hacer mucho para lograr que entren en razón o que cambien su manera de reaccionar. Sin embargo, podemos impedir que nos envuelvan en sus redes.
En esos casos, debemos recordar el sabio consejo de Marco Aurelio: «Recuerda que todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad […] Si estás afligido por algo externo, ese dolor no se debe al acontecimiento en sí, sino al significado que le das, y tienes el poder de eliminarlo en cualquier momento […] Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Date cuenta de esto y encontrarás la fuerza”.
Recibirás lo que das
La filosofía oriental, en especial las leyes del karma, pueden ayudarnos a comprender mejor la actitud adecuada para lidiar con las personas que intentan ponernos zancadillas o dañarnos. La Gran Ley y la Ley de la Responsabilidad indican que nuestras experiencias son el resultado de nuestras acciones, palabras y pensamientos. En práctica, todas nuestras acciones dejan huellas y, con el tiempo, esas huellas se traducen en resultados.
Nuestra mente y nuestra vida son como un campo, recogeremos lo que hayamos sembrado. Las acciones, palabras y pensamientos virtuosos son semillas positivas de las que recogeremos felicidad pero la violencia, el odio, la ignorancia, el egoísmo y el resentimiento son semillas negativas que, tarde o temprano, conducirán al sufrimiento. Muchas veces esas semillas tardan en germinar porque deben esperar que se den las condiciones idóneas. Esa es la razón por la cual no siempre vemos las consecuencias directas de nuestros actos. Pero estas llegarán. No podemos escapar de ellas.
Eso significa que cada persona tiene su propio karma, el cual depende fundamentalmente de sus acciones, palabras y pensamientos. El karma, por ende, no es un castigo del destino, sino tan solo el resultado de nuestras decisiones, incluso de las más pequeñas, esas aparentemente intrascendentes. Es el resultado de las emociones que alimentamos y de los pensamientos a los que damos rienda suelta.
Por tanto, si cada vez que alguien nos molesta respondemos enfadándonos, alimentaremos cada vez más la ira, hasta que esa emoción se apropie de nosotros. Si cada vez que alguien se queja, le seguimos el juego y respondemos desplegando nuestro rosario de quejas, terminaremos convirtiéndonos en quejicas crónicos. Si nos limitamos a reaccionar, caeremos en la trampa de la otra persona, envueltos en su telaraña de rencor, desconfianza, desesperanza o ira. Obviamente, de esa manera no podremos encontrar el equilibrio mental que necesitamos para ser felices.
¿Cómo reaccionar para que no te arrebaten tu equilibrio emocional?
El principal objetivo es lograr que las personas no jueguen con tus emociones porque de esta manera les estás dando el control de tu vida, literalmente. De hecho, los pequeños desencuentros en nuestras relaciones interpersonales provocan lo que se conoce como “caos cardíaco”. En práctica, los estados de estrés, ansiedad, depresión o cólera hacen que la frecuencia del ritmo cardíaco entre dos latidos se vuelva irregular o “caótica”. Y esa frecuencia irregular se ha asociado con problemas de salud como la hipertensión, la insuficiencia cardíaca, el infarto y la muerte súbita. Y basta una pequeña discusión o un desencuentro para provocar ese estado de caos fisiológico.
Por tanto, tus reacciones no solo determinarán tu estado emocional sino que, a largo plazo, también tendrán repercusiones sobre tu salud. Sin embargo, tampoco se trata de permitir que las personas vulneren tus derechos y dedicarte a sufrir en silencio mientras te arruinan la vida. La clave está en encontrar un equilibrio, en darle a cada cosa su justa medida y no permitir que sean los demás quienes dicten nuestros estados emocionales, sobre todo si estos nos pueden hacer daño.
- No te pongas a la defensiva. Cuando percibimos que alguien nos “ataca”, nuestra primera reacción es ponernos a la defensiva. El cerebro emocional toma el mando y decreta un estado de alerta. En ese caso, solo necesitarás un minuto, respira profundo y no respondas inmediatamente. Así le darás tiempo a las zonas corticales a retomar el control y podrás pensar con mayor claridad cómo hacerle frente a la situación sin que se te vaya de las manos. Así podrás actuar, inteligentemente, en vez de limitarte a reaccionar.
- Acepta la situación. Hay personas que no puedes cambiar. Así de sencillo. Asúmelo cuanto antes y no albergues expectativas irreales. Recuerda que en muchas ocasiones tu peor enemigo son las expectativas y tu incapacidad para reestructurar tu campo de acción ante una situación inesperada. No se trata de darte por vencido, sino de reajustar tus expectativas y preguntarte: ¿Qué puedo obtener realmente de esta situación? Si asumes que las cosas no siempre saldrán como quieres, evitarás combatir batallas perdidas de antemano.
- Defiende tus derechos asertivos. Sin irritarte, hazle ver a la otra persona que eres consciente de tus derechos y que no estás dispuesto a permitir que los vulnere. En estos casos, la técnica del disco rayado se convertirá en tu mejor aliada. Se trata de repetir – todas las veces que sean necesarias – tu opinión, pero sin perder la calma, de manera que la otra persona comprenda que estás decidido a hacer valer tus derechos.
- Cambia la perspectiva. Si no es un asunto por el cual merece la pena discutir, es mejor cambiar argumento. Te ayudará preguntarte cuánta paz interior estás dispuesto a perder para tener razón. Al contrario, si es algo importante, hazle a esa persona una pregunta que le haga reflexionar sobre las consecuencias de sus acciones. Muchas personas no son plenamente conscientes del alcance de sus palabras o decisiones, por lo que con una simple pregunta puedes ayudarles a cambiar de perspectiva y desarrollar una actitud más empática. También puedes preguntarte el motivo de tanta polémica, ira o resistencia. A veces, ponerle nombre a lo que está sintiendo tu interlocutor implica desarmarle, para hacerle entrar en razón.
- Reacciona con la emoción opuesta. Se trata de asumir una actitud más tolerante, paciente, amable y humilde, aunque ello requiera un gran esfuerzo de tu parte. Recuerda que responder con ira solo aumenta la violencia. Al contrario, si la persona se da cuenta de que no le sigues el juego, es probable que se detenga. Considera que a todos nos afectan las reacciones de quienes se encuentran a nuestro alrededor, por lo que una reacción paciente y calmada puede hacer que la intolerancia y el enfado se desvanezcan. No te preocupes tanto por las semillas que siembran los demás, preocúpate de sembrar buenas semillas tú mismo.
- Ponte en su lugar. No se trata de justificar sus comportamientos sino de comprender que todos nos equivocamos y que justo en ese momento es cuando más necesitamos de alguien comprensivo. Considera que necesitamos más amor y comprensión justo cuando menos lo merecemos, porque es cuando estamos atravesando las situaciones más difíciles. Piensa que tú también cometes errores y pierdes la paciencia, y compórtate como te gustaría que los demás se comportaran contigo. Quizás esa persona que tanto te molesta nunca cambie, pero al menos te respetará por tu forma de ser. Y eso, de por sí, ya es un gran logro.
- Protege tu autoestima. Lidiar continuamente con personas difíciles puede ser muy desgastante y puede llegar a minar tu autoestima, convertirte en alguien irascible o incluso deprimirte. Por eso, es importante que te asegures de blindar tu equilibrio emocional y tu autoestima, a prueba de balas. Recuerda que las opiniones que los demás tienen de ti no son una verdad absoluta y no te definen como persona. De hecho, considera que sus ataques pueden ser un intento desesperado de alimentar su propia autoestima porque algunas personas, para sentirse superiores, necesitan que los otros se sientan inferiores. Por tanto, céntrate en las personas que realmente te valoran y fomenta las cualidades que te harán crecer. Olvídate del resto. El tiempo coloca a cada quien en su lugar.
Fuentes:
La Rovere, M. et Al. (1998) Baroreflex sensitivity and heart-rate variability in prediction of total cardiac mortality after myocardial infraction. The Lancet; 351: 478−484.
Dekker, J. et Al. (1997) Heart rate variability from short term electrocardiographic recordings predicts mortality from all causes in middle-aged and elderly men. The Zutphen Study. American Journal of Epidemiology; 145 (10): 899−908.
Mati dice
Espectacular. Me ha gustado mucho el ultimo punto: "Céntrate en las personas que realmente te valoran y fomenta las cualidades que te harán crecer. Olvídate del resto." Eso mismo he estado haciendo, entre mejorar mis habilidades y cambiar mi entorno este año va siendo un exito, a diferencia del pasado
Jennifer Delgado dice
Hola Mati,
De hecho, a veces le damos demasiada importancia a los "roces" en las relaciones interpersonales, de manera que estos terminan afectándonos.
Se trata de darle a cada cosa su justa importancia y no dejar que determinadas palabras o acciones nos dañen.
keuri garcia de jesus dice
Muy buen blog, aveces solo me falta que diga Amén por tan claro y consiso que expresan las ideas.
Unknown dice
Hola. Muy bueno el artículo. También estudié psicología y estoy investigando la violencia en la pareja y entre padres y sus hijos. Esta idea que desarrollas es coherente con el modelo sistémico e interaccional: para comprender lo individual, es necesario considerar la relación que uno contribuye a crear. Saludos y felicitaciones por tu blog!!
Rosanna dice
Excelente articulo, aprendo mucho. Gracias
Micaela dice
Muy buen post, me vino justo por un momento que estoy transitando en mí vida, ahora tengo más conocimiento y herramientas para enfrentar esta situación que estoy atravesando, me encanto.
Yany dice
Excelente artículo.
Trabajo con adolescentes a quienes les estamos enseñando el control de la ira. Me pareció muy pertinente lo expuesto, por lo que me he tomado la libertad de compartir con ellos algunas de las ideas aquí expresadas. Gracias y éxito!!!