Los estereotipos son categorizaciones sociales, ideas que nos hemos conformados sobre determinadas personas, grupos o situaciones que no tienen un basamento del todo fiable. Es decir, son inferencias que normalmente hemos extraído de nuestras experiencias o de las experiencias que los demás nos han contado. No obstante, sus bases no son lo suficientemente sólidas como para ser consideradas verdades absolutas.
Normalmente vemos los estereotipos como algo negativo ya que a nivel social se les ha conferido esta connotación. Sin embargo, no siempre es así, los estereotipos también nos pueden ser útiles, nos pueden ayudar a pensar mejor.
Te planteo una situación que aparece en un libro de Daniel Kaheneman: “Imagina que estás en el aeropuerto de Nueva York y que estás tomando un vuelo directo hacia Italia. Cuando subes al avión ves que hay 80 pasajeros. ¿Qué porcentaje aproximado de italianos habrá en el avión?”
Intenta responder, no hagas trampa. Detente unos minutos en la lectura y razona sobre el problema.
Pues bien, la mayor parte de las personas dice que existen grandes probabilidades de que vayan muchos italianos sobre el avión porque caen en una falacia. Es decir, creen que como el avión se dirige a Italia, habrá muchos italianos pero no tienen en cuenta que el avión parte de Nueva York, una ciudad donde coexisten muchísimas culturas y que entre estas, solo una mínima parte son italianos. Por tanto, las probabilidades de que al avión se suban muchos italianos son escasas, sobre todo teniendo en cuenta que el destino final es un país muy turístico.
Sin embargo, intenta responder al problema planteado de esta forma: “Imagina que estás en el aeropuerto de Nueva York y que estás tomando un vuelo directo hacia Italia. Cuando subes al avión ves que el 80% de los pasajeros son altos, rubios y gordos. ¿Qué porcentaje aproximado de italianos habrá en el avión?”
De seguro habrás respondido que muy pocos, quizás menos del 20%. ¿Por qué? Simplemente porque has caído en el estereotipo que nos indica que los americanos son altos, rubios y gordos mientras que los italianos normalmente son más delgados y trigueños. Para resolver el problema has recurrido a tus estereotipos y estos no te han defraudado sino todo lo contrario, han arrojado luz sobre el asunto permitiéndote llegar a la respuesta correcta.
¿Qué significa todo esto?
Que los estereotipos también cumplen una función positiva, que es la de mantenernos alertas. De hecho, el mismo Kaheneman afirmaba que “la resistencia al estereotipo es una posición moral pero la idea simplista de que resistirnos a ellos no tiene ningún costo es errónea”. Es decir, los estereotipos existen, lo queramos o no.
En este punto tenemos dos opciones: hacer como si no existieran o reconocer su existencia. La segunda opción es más inteligente por dos razones fundamentales: nos permite aprovechar las ventajas que estos nos ofrecen y también nos posibilita controlarlos cuando no sean necesarios.
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