La autoestima no es inmutable. De hecho, está profundamente mediatizada por muchos de los factores con los que tenemos que lidiar día tras día. Eso significa que aunque tengamos una autoestima sana, es importante no bajar la guardia y protegerla porque en nuestra cotidianidad nos encontramos con muchos camiones de basura y vampiros emocionales que pueden lacerar la percepción que tenemos de nuestra valía.
Aprende a decir “no”
A veces nos cuesta mucho negarnos a hacerle un favor a alguien, sobre todo si tenemos una relación especial con esa persona pero hay ocasiones en que esa es la única manera para protegernos. No debemos confundir la necesidad de proteger nuestro tiempo, espacio e identidad con el orgullo y la soberbia. Decir “no” simplemente significa que en ese momento o en un futuro, no podemos satisfacer la necesidad de alguien, simplemente porque no tenemos tiempo o porque va contra nuestros principios.
De hecho, decir “no” también implica marcar los límites de nuestra identidad porque las otras personas aprenden a identificar hasta dónde pueden llegar. Si no imponemos determinados límites, es muy fácil encontrar a personas que se aprovechen y nos llenen de tareas que después nos hacen sentir mal, nos hacen cometer errores y nos llevan a dudar de nuestras capacidades, con la consecuente merma en nuestra autoestima.
Por eso, una forma muy sencilla para proteger tu autoestima es negarte cuando no quieres hacer algo.
Conócete y atrinchérate
Algunas personas son expertos manipuladores. Excavan en lo más profundo, descubren nuestros puntos débiles y deciden sacarles partido, sobre todo generando el sentimiento de culpa. Nadie es inmune a estos ataques por lo que el primer paso es aprender a reconocerlos y, para ello, antes debes conocerte a ti mismo.
Todos tenemos una escala de valores, hay cosas que no nos gustan y que no aceptamos, como pueden ser las mentiras, el desprecio o a las personas hipócritas. Es importante que tengas claro cuál es tu escala de valores, que te conozcas, porque solo así podrás establecer tus límites y atrincherarte. Por supuesto, no se trata de cerrarte a razones sino de defender tus puntos de vista y tu libertad para actuar en consecuencia.
Recuerda que los manipuladores intentarán menospreciar tus ideas y, a fuerza de escuchar su discurso, es probable que comiences a pensar como ellos y que disminuyas la confianza que tienes en ti y en tus potencialidades. Por tanto, cuando creas que estás viviendo una situación en la que la otra persona no te trata con el respeto que mereces, detén inmediatamente su discurso con un cortés: “Gracias por hablarme de tus ideas pero no las comparto”.
Si eres infeliz, reacciona. Si te sientes atrapado, busca una salida. Pero no dejes que las otras personas minen tu autoestima. Te lo debes a ti mismo.
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