Todos fuimos niños alguna vez, por lo que no es extraño que una parte de ese pequeño todavía habite en nuestro interior. Sin embargo, la falta de conexión consciente con esas experiencias y el sentido que les dimos a menudo nos impide sanar nuestras heridas emocionales o incluso se convierte en la causa de nuevas dificultades en la relación con nosotros mismos y los demás.
Nuestro niño interior aúna todas esas experiencias significativas que experimentamos durante los primeros años de vida, tanto las positivas como las negativas. Es una parte de nosotros que mantiene la curiosidad y alegría infantil pero también sus inseguridades y miedos.
Un niño interior herido puede autosabotearnos de diferentes maneras. Puede empujarnos a comportamientos autodestructivos, hacer que asumamos posturas egocéntricas que afectan nuestras relaciones o volvernos extremadamente dependientes por el miedo al abandono. En esos casos, no es un “yo adulto” el que dirige nuestra vida, sino un niño interior emocionalmente herido.
Madurar significa hacer las paces con ese niño interior asustado, enfadado, ansioso o triste. Significa comprender cómo esas primeras experiencias – y el significado psicológico que les atribuimos – están determinando nuestra vida como adultos. Significa, en definitiva, sanar a nuestro niño interior para poder aprovechar su potencial creativo y más brillante.
¿Cómo sanar al niño interior que habita en ti y aprovechar su potencial?
1. Reconoce a tu niño interior
El niño interior no es una personalidad infantiloide sino más bien la parte de tu mente inconsciente que recuerda los buenos y malos momentos de épocas pasadas. Puedes comprenderlo como un “yo” que ha construido su propia imagen del mundo basándose en aquellas experiencias.
Sin embargo, como muchas de esas experiencias datan de la niñez y adolescencia, cuando no tenías suficiente madurez para comprenderlas en toda su magnitud y complejidad, es probable que ese niño interior les haya dado un significado sesgado o que haya asumido las creencias y palabras de sus padres como propias sin pasarlas por el tamiz de la crítica.
Es importante reconocer que existe una parte dentro de ti que sigue influyendo en tu vida actual en base a esos contenidos psicológicos desactualizados. Por tanto, reconocer a tu niño interior implica identificar esas creencias dañinas que te han inculcado pero que lastran tu vida, así como las heridas emocionales que no han cicatrizado aún.
2. Escucha a tu niño interior
Cuando ignoras a tu niño interior, este intentará llamar tu atención de todas las maneras posibles. Dedicar un poco de tiempo a escuchar lo que quiere decirte te ayudará a sanar las heridas. Escucharle te permitirá comprender cómo se siente, cuáles son sus aspiraciones y temores, así como lo qué necesita de ti aquí y ahora.
Para escucharlo solo tienes que acallar el ruido mental generado por las preocupaciones constantes y el ajetreo cotidiano. Escucha la voz en tu cabeza sin intentar reprimirla ni juzgarla. Presta atención además a las emociones que generan esos pensamientos.
También puedes preguntarle: ¿Cómo te sientes? ¿Por qué te juzgas o te culpas? ¿Por qué estás enfadado? ¿Por qué reaccionas así? La clave consiste en no quedarse en la primera respuesta sino en seguir profundizando. Escuchar a tu niño interior y experimentar los sentimientos y emociones que surgen de ese encuentro es una forma valiosa de crecer y superar el pasado.
3. Abraza a tu niño interior
Por eso, una estrategia sencilla para conectar con esa parte de ti consiste en abrazarte a menudo. Puede sonar extraño, pero es una técnica psicológica que vale la pena practicar.
Cuando te sientas mal, ya sea porque te invade la ansiedad, la angustia o la tristeza, date el “abrazo de la mariposa”. Se trata de una técnica de la terapia de desensibilización y reprogramación del movimiento ocular (EMDR) que ayuda a procesar el trauma.
Existen dos opciones, cruzar los dedos pulgares sobre el pecho, más o menos a la altura de la clavícula o cruzar las manos ligeramente debajo de los hombros. Luego solo tienes que darte palmaditas comenzando con la mano izquierda y luego con la mano derecha, para irlas alternando. Mientras lo haces, respira lenta y profundamente prestando atención a tus pensamientos y emociones sin juzgarlas. Esta técnica tiene un enorme poder autotranquilizador ya que calma al niño asustado que habita en ti.
4. Escribe una carta a tu niño interior
Escribir un diario terapéutico es muy beneficioso para la salud mental. No solo te ayudará a hacer catarsis liberando las emociones sino también a conocerte mejor. Escribir una carta a tu niño interior es otra estrategia para hacer las paces con ese pasado y ofrecerte el apoyo o consuelo que no recibiste en el momento en que más lo necesitabas.
Puedes escribir sobre aquellos momentos que te marcaron y que no has logrado superar. Ese ejercicio te ayudará a ver lo ocurrido desde otra perspectiva, de manera que tu niño interior pueda sanar y liberarse del rencor, el miedo o la frustración.
Un pequeño truco consiste en escribir con la mano contraria: o sea, si eres zurdo escribir con la derecha y si eres derecho usar la zurda. De esa forma dejarás que tu niño interior se exprese mejor porque estarás activando una zona del cerebro que no sueles usar, lo cual puede permitirte acceder a tu subconsciente.
5. Trátate con amabilidad
Las necesidades primarias frecuentemente frustradas de un niño que buscaba amor, aceptación, protección y comprensión, siguen siendo las mismas en la adultez que en la infancia. Sin embargo, si las obvias y sigues tratándote con la misma dureza que tus padres u otros adultos, no podrás sanar las heridas de tu niño interior.
Por eso, es importante que te trates con amabilidad, compasión y bondad. De hecho, se ha demostrado que la autocompasión reduce la ansiedad, el estrés y la depresión. Necesitas dejar de juzgarte de manera demasiado severa, reprenderte por todo o reprocharte constantemente. Esas actitudes no contribuyen a que tu niño interior se sienta mejor.
En su lugar, debes decirte más a menudo lo que te habría gustado escuchar de pequeños: “Estoy aquí por ti”. “Te quiero”. “Conmigo estás a salvo”… Puede parecer un poco tonto, pero estas palabras de reafirmación y validación pueden aportarte mucho consuelo y paz interior.
6. Recuerda los momentos felices de tu infancia
Cuando está equilibrado, tu niño interior también tiene un enorme potencial. De hecho, puede ser una fuente de confort en los momentos difíciles. Por esa razón, cuando te sientas abrumado, angustiado o sobrepasado por alguna situación, puedes activarlo regresando a esos recuerdos felices, seguros y tranquilos.
Esos recuerdos también servirán para reforzar el poder sanador de tu niño interior ya que no se fijará únicamente en los eventos negativos. Puedes recordar aquel viaje estupendo que te hizo tan feliz, el abrazo reconfortante de tu madre o tu abuelo o la sensación de orgullo cuando alcanzaste una meta.
Dedica unos minutos a recordar cómo te sentiste intentando recrear aquellas imágenes, sonidos, olores y sensaciones. Presta atención a cómo reacciona tu cuerpo al volver a experimentar esa sensación de seguridad, plenitud y felicidad. Si no puedes recordar un momento feliz, también puede ser eficaz imaginar uno. ¿Qué te hubiera gustado experimentar? Toma a su niño interior de la mano y experiméntenlo juntos.
7. Vuelve a disfrutar del juego
Tu niño interior es una fuente inagotable de creatividad, imaginación, espontaneidad y alegría de vivir. Sin embargo, la adultez puede haberte arrebatado muchas de esas cosas. Para recuperarlas, solo tienes que reconectar con esa parte de ti que has desatendido.
Una estrategia sencilla, por descabellada que parezca, es volver a hacer lo que amabas cuando eras niño. Saca los libros para colorear, juega con plastilina, escribe un cuento, vuelve a correr descalzo por la hierba o relee tus antiguos cómics.
Las actividades lúdicas son tan importantes en la adultez como en la infancia. No solo te transmitirán alegría, sino que también te ayudarán a desconectar, explorar tu lado más creativo y, sobre todo, sumergirte en una actividad sin ningún objetivo, solo por el placer que aporta en sí misma, como cuando eras pequeño.
Te darás cuenta de que tu niño interior está sanando cuando te sientas mejor contigo mismo. Cuando redescubras la espontaneidad y la alegría. Cuando seas capaz de sintonizar con tus necesidades. Gestiones mejor tus emociones y te trates con amabilidad y respeto. Sanar tu niño interior puede ser un proceso largo, sobre todo si lo has descuidado durante muchos años. Pero recuerda que a veces, para sanar, todo lo que se necesita es sentirse escuchado y tenido en cuenta. Reconoce y acepta esa parte de ti que te vuelve más vulnerable pero que también es más auténtica, llena de ilusiones y sueños.
Fuentes:
Neff, K. D. (2023) Self-Compassion: Theory, Method, Research, and Intervention Kristin D. Neff. Annu Rev Psychol; 18;74: 193-218.
Carr, S. & Hancock, S. (2016) Healing the inner child through portrait therapy: Illness, identity and childhood trauma. International Journal of Art Therapy; 22(1): 8-21.
Ren, C. (1991) Healing the Wounded, Neglected Inner Child of the Past. Nursing Clinics of North America; 26(3): 745-755.
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