¿En cuántas ocasiones hemos mirado con cierto dejo de envidia a un compañero de trabajo que parece tener mil manos? En fin, la clásica persona que tiene una capacidad de trabajo asombrosa. Sin embargo, su secreto está al alcance de todos. Ser eficientes es algo que se puede aprender a lo largo de la vida.
¿Cómo ser más eficientes en nuestro día a día?
A continuación les resumo siete tips muy sencillos que de seguro les serán de gran utilidad:
1. Jerarquiza. En la cotidianidad varias tareas nos llegan a la vez pero nuestros recursos cognitivos son muy limitados para enfrentarlas. Si lo pensamos detenidamente muy pocas actividades son lo extremadamente urgentes como para desarrollarlas contemporáneamente. Así, es esencial que determines qué es lo más importante o urgente, te dedicas a ello y posteriormente pasarás a otras actividades.
Usualmente las personas que intentan hacer varias cosas a la vez solo terminan por dejar la mayoría de sus tareas inconclusas, produciéndose un gran desgaste en el plano psicológico y físico. Jerarquizar te permitirá ir de paso en paso asegurándote un mayor porcentaje de éxito en cada tarea que emprendas y minimizando el desgaste personal.
2. «No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy». Así reza un antiguo proverbio que muy pocas veces aplicamos. Cuando postergas innecesariamente una actividad, usualmente ésta se mantiene en tu mente cual si fuera una nota mental que te disturba. Estamos haciendo el informe pero recordando intermitentemente que debemos llamar al otro compañero para pedirle unos datos que necesitaremos. Entonces, hay ocasiones en las cuales es mejor dejar por zanjada una tarea para poder dedicarnos por entero a otra. En ocasiones la habilidad de jerarquizar no solo comprende definir la importancia objetiva de las actividades sino también determinar la relevancia emocional o el poder distractor de otras tareas que si bien pueden ser menos esenciales, pueden convertirse en un potente foco de disturbio.
3. Concéntrate. Si lees un libro o ves un filme con el objetivo de relajarte pero tu mente está pensando en todo lo que te queda por hacer simplemente estás malgastando tu tiempo porque no lograrás la paz interior ni terminarás esas tareas tan “urgentes“. Determina qué es lo que realmente necesitas en cada momento e intenta estar plenamente presente en esa actividad.
4. Conoce tus límites. Hay muchas personas que pasan horas y horas estudiando pero no logran buenos resultados. Le dedicamos tantísimo tiempo a un informe pero el resultado es fatal. En muchas ocasiones esto sucede porque nos obligamos más allá de nuestras capacidades. Cuando el sueño es invencible no queda otra opción que irse a la cama, quedarse «trabajando o estudiando» es una tortura sin sentido porque obtendremos resultados muy escasos.
Aprende a conocer cuál es tu ritmo de trabajo y detente cuando estes sobrepasando tus fuerzas. Tomar un breve receso, sobre todo si nos rodeamos de naturaleza o dormimos, es altamente beneficioso porque nuestro cerebro cansado se recupera y enfrentaremos la actividad con nuevas ideas y energías.
5. Controla tus emociones. Sin lugar a dudas hay muchas tareas que implican cierta presión: el informe que debemos entregar con fecha tope, el trabajo que será fundamental para decidir nuestro ascenso, el examen que determinará nuestro paso al próximo semestre… La vida está repleta de situaciones potencialmente ansiolíticas pero si enfrentamos estas tareas sumidos en el temor al fracaso, la ansiedad o el agobio probablemente estaremos reduciendo nuestras posibilidades de éxito.
Una de las armas fundamentales de las personas eficientes radica en controlar sus emociones y utilizar ese pequeño distrés como un factor movilizador de su comportamiento. Ya sabemos que el estrés en pequeñas proporciones actúa como una taza de café: nos permite estar despiertos durante más tiempo, favorece la creatividad y aumenta nuestra capacidad de trabajo. Así, cuando experimentes esta sensación, en vez de llenarte de pensamientos auto exploratorios que solo aumentarán tu nivel de ansiedad, asume esa cuota de estrés como un aliciente que te propondrás controlar.
6. Expresa tus necesidades y limitaciones. Las personas eficientes tampoco son un superman de fuerza interna. Poseen sus debilidades y limitaciones. Conocerlas y expresarlas con claridad es vital para que los que te rodean no te sobrecarguen con tareas que no son de tu competencia. Aceptar, aceptar y aceptar sin pedir ayuda solo producirá un cúmulo de tareas prácticamente imposibles de enfrentar.
Decía un amigo que: «lo importante no es saber sino saber donde está el que sabe». Ser eficientes no implica conocerlo todo sino buscar ayuda siempre que sea necesario, hallando a la persona más adecuada para la tarea.
7. Ponle ganas a las tareas. Hay muchas actividades que no solo demandan de nuestros recursos cognitivos sino también de involucrarnos afectivamente. Hay disertaciones, artículos científicos, canciones… que son impecables teóricamente hablando pero carecen de originalidad, fuerza, deseo. Si no logramos un verdadero compromiso para con esa tarea particularmente difícil que nos hemos propuesto, difícilmente lograremos cumplimentarla con éxito.
Quisiera terminar con una frase: «No hace más el que sabe sino el que quiere hacer». Quedarnos con estos consejos como un conjunto de buenos consejos no sirve de nada; aplicarlos nos abrirá un camino diferente para enfrentar nuestra cotidianidad.
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