“La pérdida de un hijo es tan inconcebible e insuperable que no existe un término para nombrarla. Es algo brutal y uno se siente tan solo y devastado que de algún modo también muere”, escribió el actor Benjamín Vicuña cuando perdió a su hija Blanca, de apenas 6 años. “Es una sensación escalofriante comprobar como todo continúa, aunque a uno lo atraviese el dolor más grande”.
Sin duda, la muerte de un hijo es una de las experiencias más devastadoras por las que una persona puede pasar en la vida. El enorme dolor, el vacío insondable y la sensación de injusticia que causa son simplemente indescriptibles. De hecho, un estudio realizado en la Universidad del Sur de Florida confirmó que es la pérdida que más estrés genera y sus consecuencias psicológicas superan a cualquier otra que podamos sufrir.
Sin embargo, aunque es posible que ahora mismo estés hundido en un mar de dolor, rabia, tristeza e incluso culpa, debes saber que es posible superar ese sufrimiento e ir avanzando hacia la aceptación para encontrar la paz mental que necesitas para seguir adelante. El duelo puede golpearte con una potencia enorme, pero igual de grande es tu capacidad para sanar.
7 pasos para superar la muerte de un hijo y recomponer los pedazos rotos
Cuando pierdes un hijo, es como si el mundo se detuviera repentinamente. Es posible que experimentes una sensación de entumecimiento emocional, como si estuvieras en un sueño. Ese shock inicial marcado por un estado de perplejidad y desconexión tiene un propósito valioso: darle a tu mente el tiempo que necesita para asumir lo ocurrido.
Ante lo inconcebible, se activa un mecanismo de defensa que te aísla emocionalmente para que tu inconsciente vaya procesando lo ocurrido, hasta que lo puedas tolerar. Por tanto, no te apresures en salir de ese estado, ni de ningún otro de las fases del duelo. Estarás en cada etapa todo el tiempo que necesites para poder fortalecerte e ir procesando la pérdida a tu ritmo. Mientras tanto, es importante que te prepares para lo que vendrá.
- Permítete llorar
No tienes que ser fuerte. Al menos no ahora. La pérdida de un hijo provoca un dolor profundo e insondable. Con su muerte también sientes que se esfuman tus esperanzas, sueños y planes para el futuro, por lo que puedes experimentar un gran vacío interior, como si te hubieran arrancado de golpe toda tu vida.
A menudo, esas sensaciones son abrumadoras e incluso aterradoras, de manera que puedes permitirte llorar. Expresar toda esa tristeza forma parte del proceso de sanación y te permitirá ir poniendo orden en un universo emocional que ha quedado completamente destrozado. No temas expresar tus sentimientos y no reprimas tus emociones.
- Comprende que tu duelo es único
Tu dolor es único. Nadie, ni siquiera tu pareja, experimentará el duelo exactamente como tú. Ese proceso no depende únicamente de la relación que tenías con tu hijo/a o de las circunstancias que rodearon su muerte, sino también de tus creencias, las herramientas psicológicas de las que dispongas y tus experiencias vitales. Por consiguiente, no intentes comparar lo que sientes con las experiencias de los demás ni hagas suposiciones sobre cuánto tiempo debería durar tu tristeza.
En su lugar, es mucho más adaptativo que adoptes un enfoque gradual, piensa en un día a la vez. Así podrás afrontar la pérdida a tu ritmo y desterrar la culpabilidad por no sentirte mejor lo suficientemente rápido o incluso por no sentirte mal por mucho tiempo. Cada persona es única. Cada duelo también. Hay quienes logran superar el dolor más rápido y hay quienes tardan más. Solo asegúrate de prestarte atención para no caer en un duelo no elaborado.
- Habla de tu dolor
A pesar de que cada duelo es único, hablar abiertamente sobre lo que sientes te ayudará a aliviar el dolor. Ignorar esas emociones no harán que desaparezcan; en cambio, abrir tu corazón a alguien que te comprenda aligerará el peso que llevas. En ocasiones, los familiares pueden mostrarse reacios a hablar de lo ocurrido porque piensan que les hará más daño. Si es así, puedes encontrar ayuda en los grupos de apoyo, espacios seguros donde podrás compartir tus experiencias con otros padres que han pasado por lo mismo e incluso aprender de sus luchas.
Obviamente, ese apoyo no siempre tiene que provenir de un grupo de personas. Un libro también podría ayudarte a comprender lo que estás viviendo y sobrellevar mejor esa situación. El libro “Blanca, la niña que quería volar” de Vicuña, por ejemplo, no solo es un tributo del actor a su hija, sino también una confesión honesta de la tragedia que le tocó vivir y de las herramientas que le sirvieron para iluminar sus noches oscuras. Por tanto, puede convertirse en “una pequeña luz en mitad del océano cuando no vemos más allá”, un alivio para sentirse acompañado y comprendido a lo largo del duelo.
- Es normal sentirse enfadado
La muerte de un hijo viola el orden natural de las cosas. Eso genera una profunda sensación de frustración, injusticia y rabia. Es perfectamente normal que te sientas así. A fin de cuentas, las circunstancias te están obligando a adaptarte a una nueva realidad que no tiene mucha lógica y para la que no te habías preparado. También es posible que te sientas impotente por no haber podido proteger a tu hijo.
Todos esos pensamientos y sentimientos son normales y se irán diluyendo con el tiempo, a medida que los explores y expreses. De hecho, debes saber que el duelo suele ir acompañado de un amplio diapasón emocional que va más allá de la tristeza o la nostalgia para incluir desde la confusión y el miedo hasta la culpa o la ira. Todas esas emociones son reacciones normales a lo ocurrido y no tienes que huir de ellas.
- Respeta tus límites físicos y emocionales
La tristeza por la pérdida de un hijo puede generar un gran agotamiento, tanto a nivel físico como psicológico. Es probable que tu capacidad para pensar con claridad y tomar decisiones se afecte y que te cueste el doble hacer las cosas. No intentes forzarte. Respeta los límites que te impone tu cuerpo y tu mente.
Disminuir el ritmo puede ser lo que necesitas para recomponer los pedazos rotos. No tienes que estar disponible como antes para los demás. Si necesitas tu espacio, ¡tómalo! Intenta descansar lo suficiente y cuidar de ti. No te sobre exijas, pero tampoco te dejes caer en el agujero negro de la apatía. Intenta encontrar una nueva rutina que te permita ir más despacio, pero sin desatender tus necesidades básicas.
- Abraza tus recuerdos
Los recuerdos están hechos con amor y nadie te los podrá arrebatar. Alimentar la memoria de tu hijo es una manera para mantener viva la conexión. Lejos de retrasar el duelo, atesorar esos recuerdos puede ayudarte a aceptar la pérdida y pasar del dolor a la nostalgia. Podrías crear un libro de recuerdos en el que recopiles algunas de las fotos de tu hijo a lo largo de su vida. Otras personas crean una caja de memorias donde guardan los objetos que tienen un significado especial.
No hay nada de malo en ello ya que es algo tangible y duradero de la relación tan especial que tuviste con tu hijo/a a lo que puedes recurrir cada vez que lo necesites. Recopilar esos recuerdos puede ser especialmente doloroso, sobre todo cuando la pérdida es reciente, pero con el tiempo te ayudarán a sentirte cerca de tu hijo, lo que puede resultar reconfortante, según indicó un estudio realizado en la Universidad de Florida. Por supuesto, esas memorias suelen estar teñidas de una mezcla agridulce de felicidad y tristeza. Si tus recuerdos te hacen reír, sonríe. Si evocan tristeza, no pasa nada si lloras. Solo asegúrate de no quedarte atascado en el pasado. Úsalos como un trampolín que te ayude a transitar hacia tu nueva realidad.
- Avanza hacia la nueva normalidad
Uno de los principales desafíos que plantea la muerte es acostumbrarse a una “nueva normalidad” en la que tu hijo/a ya no estará. Es posible que en más de una ocasión te encuentres clasificando tus experiencias en un “antes y después”, marcando el tiempo a partir de la pérdida. Es una reacción completamente normal. Es posible que encontrar la paz después de una pérdida tan grande te parezca francamente imposible, pero puedes reencontrar otro equilibrio. Es cierto que tu vida no volverá a ser la misma, que tú no volverás a ser la misma persona, pero en algún momento asumirás que esa ausencia forma parte de tu nueva existencia.
Por el momento, intenta seguir avanzando a través de tu dolor. Permítete aprender de esos sentimientos. Mitigar el sufrimiento no es algo que sucede de la noche a la mañana, pero poco a poco irá mermando para dejar a su paso la aceptación. Esa profunda tristeza dejará paso a una nostalgia e incluso comenzarás a experimentar gratitud por haber compartido tu vida con esa persona tan especial que era tu hijo/a.
Como dijera Vicuña, “quedarnos anclados en el sufrimiento es quedarnos revolcándonos en el barro”. El actor es un faro de esperanza para todas aquellas personas que han perdido a un hijo porque, aunque reconoce que “me convertí en otra persona, que está herida para siempre”, también cuenta: “ahora sé que el amor nunca muere. La muerte me arrebató a Blanca, pero jamás logrará que deje de amarla”. Asimismo, puedo que tu hijo/a ya no esté físicamente a tu lado, pero vuestro amor perdurará.
Referencias Bibliográficas:
Bluck, S. & Mroz, E. (2019) In memory: Predicting preferences for memorializing lost loved ones. Death Studies; 43(3): 154-163.
Sanders, C. (1980) A comparison of adult bereavement in the death of a spouse, child, and parent. Omega; 10(4): 303–322.
Christ, G. et. Al. (2003) Bereavement experiences after the death of a child. En: When Children Die: Improving Palliative and End-of-Life Care for Children and Their Families. Washington: National Academies Press.
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