Tomar decisiones no siempre es sencillo, fundamentalmente por dos factores: 1. Porque no conocemos todos los factores que se esconden detrás del proceso y, 2. Porque muchas veces tenemos miedo a equivocarnos y no deseamos tomarnos la responsabilidad.
Otras veces no tomamos decisiones simplemente porque no sabemos qué hacer, cómo decidir, no contamos con los datos suficientes. Sin embargo, siempre que nos enfrentemos a un proceso de toma de decisiones debemos tener en mente una idea: “no tomar una decisión ya implica que estamos decidiendo algo”.
Ahora, Dijksterhuis, investigador del Unconcius Lab de la Universidad de Radboud, han organizado un curioso experimento para evaluar si es más satisfactorio el proceso de toma de decisiones conscientes o el inconsciente.
Organizaron tres grupos de personas a las cuales se les dio la tarea de elegir un póster (vale aclarar que cada uno de los póster eran muy similares y solo diferían en pequeños detalles). Así, a un grupo se le sugirió que evaluaras los pros y los contras para cada póster. Al segundo grupo se les dijo que deberían elegir dándole un vistazo rápido a cada uno de los pósters (en este proceso de selección desempeña un papel fundamental el instinto).
Finalmente, al tercer grupo se le permitió darle un vistazo rápido a los pósters y después tuvieron que resolver una serie de anagramas. Solo una vez que terminaran esta tarea de lógica, podían elegir un póster.
Al finalizar el proceso de elección se le pidió a cada una de las personas de los grupos que evaluaran cuán satisfechos se sentían con sus decisiones. Pues bien, el grupo más satisfecho con su elección fue el primero; es decir, quienes habían analizado conscientemente los pros y los contras. Pero lo interesante del experimento viene ahora:
Los investigadores le pidieron un teléfono de contacto a cada participante y les regalaron el póster que habían seleccionado. Al cabo de un tiempo les llamaron y les preguntaron cuán satisfechos estaban con su decisión y si estarían dispuestos a vender el póster.
Entonces un resultado curioso emergió: el grupo más satisfecho con su decisión y que hubiese vendido el póster por un precio mayor (indicador utilizado para analizar el valor emocional conferido al póster) fue el tercero; es decir, aquellos que tomaron la decisión sin meditar demasiado porque se les pidió que realizaran algunas tareas de lógica, basándose fundamentalmente en su intuición. ¿A qué se debe este fenómeno?
Los investigadores aseguran que la tarea de resolver anagramas mantenía ocupada la mente consciente, de forma que le permitía al inconsciente ir elaborando su propia decisión. Vale aclarar para aquellos que no lo sepan, que se hipotetiza que la mente consciente es capaz de elaborar unas pocas informaciones a la vez mientras que el inconsciente tiene un sistema de trabajo en paralelo.
Así, los científicos concluyen que en ocasiones sería muy adecuado dejarse llevar por el instinto en el momento de tomar decisiones. Aunque claro, puntualizo que la decisión objeto de análisis no fue trascendental para la vida de las personas ya que si hablamos de una decisión verdaderamente importante, deberemos ser capaces de conjugar la intuición con la racionalidad.
No obstante, la enseñanza de esta investigación es que debemos aprender a escuchar nuestra intuición, tanto en las decisiones más pequeñas como en las mayores de la vida.
Fuente:
Dijksterhuis, A. et. Al. (2008) On the goal-dependency of unconscious thought. Journal of Experimental Social Psychology; 44: 1114–1120.
Anónimo dice
Me encanta tu blog, Jennifer. Felicidades y gracias por aportarnos a los cibernautas información tan interesante 🙂
Jennifer Delgado Suarez dice
¡Pues gracias a ti por dejarme tus impresiones!
Una retroalimentación tan positiva siempre me da nuevos ánimos para seguir escribiendo 😉