Las fechas límites casi siempre nos ponen en tensión. Se trata de una realidad que nos afecta a todos y que, en algún que otro momento, nos toca enfrentar. Algunos reaccionan positivamente ante los plazos prefijados pero otros caen víctimas del estrés.
Esto se debe al hecho de que consideramos las fechas límites como una amenaza que nos obliga a trabajar con prisas y a tomar decisiones precipitadas de las cuales podemos arrepentirnos. Sin embargo, realmente las fechas límites también pueden convertirse en un aliado de la productividad. De hecho, hay personas para las cuales los plazos preestablecidos son un aliciente que les permite ser más eficaces, empeñarse más en el trabajo y lograr mejores resultados en un periodo de tiempo más breve.
Una fecha límite, dos formas de afrontarla
Una fecha límite no tiene por qué ser estresante, en realidad podemos aprovechar esa pequeña carga de adrenalina y ponerla a nuestro favor. Por ejemplo, pongamos que tu jefe acaba de establecer una fecha límite para un proyecto en el cual venías trabajando desde hace algunos días. En este punto tienes dos opciones: 1. Caer víctima del miedo y de las dudas o, 2. Aprovechar la situación para medir tus fuerzas y asumirlo como un reto a tus capacidades.
Si dejas que el estrés te inunde, serás incapaz de generar nuevas ideas, de organizar adecuadamente el trabajo y probablemente sufrirás dolores de cabeza y estarás de mal humor. Al contrario, si comprendes que esta situación te genera un eustrés (estrés positivo), estarás lleno de energía que podrás utilizar para terminar a tiempo el proyecto.
¿Cómo convertir las fechas límites en un hecho positivo?
La frase: “todo depende del cristal con que se mire” nunca ha tenido más aplicación. En realidad, basta con eliminar los estereotipos negativos sobre los plazos preestablecidos, algo así como cambiar el plus de las desventajas para conectarlo a los beneficios que acarrean las fechas límites.
El gran beneficio que reporta una fecha límite es que esta determinará la fecha de comienzo del proyecto. Por ende, es un excelente incentivo para los que tienen el hábito de dejarlo todo para última hora.
Existen algunos trucos muy sencillos y fáciles de aplicar que te permitirán manejar las fechas tope sin estrés:
1. Descompón el proyecto en etapas y establece tú mismo una fecha de finalización para cada una de ellas. Así sentirás que estás avanzando y no te dejarás embargar por el pánico. Eso sí, recuerda dejar un margen para cualquier tipo de imprevisto.
2. Determina cuáles son las tareas importantes que no puedes postergar durante la realización del proyecto y elimina todas las distracciones.
3. Deja un espacio para el relax. Normalmente cuando nos enfrentamos a una fecha límite, en vez de eliminar las distracciones (como el hábito de estar constantemente conectados a las redes sociales) lo que hacemos es dejar de ir al gimnasio, cancelar los paseos o dormir menos. En realidad, estas actividades son importantes porque sirven para que nuestro cerebro descanse, le permite a nuestro cuerpo liberar la tensión acumulada durante el día e incluso, con un poco de suerte, son un factor que potencian la creatividad.
4. Aprovecha los momentos del día en que eres más productivo para dedicarlo a las tareas con fechas límites. Así podrás trabajar más en menos tiempo.
5. Rechaza los compromisos innecesarios. Normalmente las personas muy capaces suelen cargarse de trabajo y esto les genera gran tensión. Si tienes fechas límites para proyectos muy engorrosos, no te comprometas con nuevos planes porque estos te causarán ansiedad. Recuerda que aprender a decir “no” de una forma asertiva es una de las claves para vivir con menos estrés.
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