El escritor y filósofo francés Michel Eyquem de Montaigne expresó en una ocasión: “la palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha”. Y su reflexión no podía ser más acertada, cuando lanzamos un mensaje hacia una audiencia, no siempre esta comprende lo que deseábamos transmitir o incluso, vislumbra más allá de lo que deseábamos mostrar.
Quienes tienen cargos públicos conocen muy bien el poder de la palabra y, sobre todo, el poder de la prensa. Saben perfectamente que no siempre se gana ocultando los hechos sino diciéndolos de la forma “adecuada”.
Una curiosa investigación realizada por psicólogos de las universidades de Indiana y California resalta la importancia de las palabras y cuánto puede variar la percepción el cambio de un tiempo verbal por otro. Deténganse un momento y lean estas dos frases:
“Timmy Tucker es un político de alto nivel. El año pasado defendió los derechos humanos y estaba falsificando sus gastos.»
Ahora compárenlo con esta versión:
“Timmy Tucker es un político de alto nivel. El año pasado defendió los derechos humanos y falsificó sus gastos.»
¿Cuáles de estas versiones te brinda una imagen más atractiva de Timmy Tucker? Los investigadores afirman que la primera versión es más dañina para la reputación e incluso podría dañar la candidatura a las elecciones.
Estos investigadores hallaron que el pasado imperfecto (estaba falsificando) exacerba las opiniones negativas, en comparación con el mismo verbo en pasado perfecto (falsificó).
En el estudio inicial un total de 354 personas fueron divididas en cuatro grupos, a cada uno de los cuales se les brindó una versión de una descripción de un político que planificaba presentarse a elecciones. Curiosamente, las personas que leyeron la versión donde se describía que el año pasado este político “estaba robando dinero” se sintieron más seguras en el hecho de que tendría las elecciones perdidas. Esto no sucedió en quienes leyeron la misma versión de la historia pero con los verbos en pasado perfecto.
Lo más curioso fue que estas diferencias en los tiempos verbales no marcaron opiniones distintas cuando se trataba de reseñas positivas sobre los políticos. En palabras sencillas: el tiempo verbal incide en nuestras opiniones solo cuando leemos una noticia negativa.
Esta investigación sobre cómo tomamos nuestras decisiones de voto no es la única. Otro estudio desarrollado en … afirma que muchas personas votan de manera totalmente casuística (o para ser más fiel a la realidad, impulsados por factores que se escapan de nuestro control consciente).
Esta vez la diferencia también la marcó una palabra y el estudio se centró en valorar cuáles eran las motivaciones de las personas para votar. En un cuestionario se preguntaba: “¿Cuán importante es tu voto en las próximas elecciones?” Mientras que en otro cuestionario se preguntaba lo mismo pero de una manera diversa: “¿Cuán importante es que seas un votante en las próximas elecciones?”
Justo antes de responder a estas preguntas las personas que participaron en los experimentos refirieron que estaban muy implicados e interesados en las próximas elecciones. Por ende, se esperaba que no hubiesen diferencias significativas en sus respuestas. Sin embargo, se apreció que quienes respondían a la última pregunta, brindaban respuestas tendían a sentirse mucho más involucrados con el proceso electoral. Y es que, obviamente, esta forma de preguntar tiene un halo mucho más personalizado.
En fin, que en cuestiones de política y nuestras decisiones al respecto, todo podría no ser tan lineal como presuponemos.
Fuentes:
Bryana, C. J. et. Al. (2011) Motivating voter turnout by invoking the self. PNAS; 108(31): 12653-12656.
Fausey, C. & Matlock, T. (2011) Can Grammar Win Elections? Political Psychology; 32 (4): 563-574.
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