Los alimentos que ingerimos cotidianamente tienen una profunda influencia en nuestro estado de ánimo. Mucho más de lo que estaríamos dispuestos a reconocer. Por ejemplo, numerosos estudios han demostrado que el chocolate mejora el estado de ánimo y nos hace más felices.
La depresión es una de las patologías que más relación guarda con el estado de salud general y la dieta que llevamos. De hecho, se conoce que en los 18 meses después de sufrir un infarto al miocardio, alrededor de un quinto de los pacientes desarrollan un trastorno depresivo mayor, las dos terceras partes experimentan un episodio depresivo y aproximadamente un tercio llegan a ser diagnosticados con depresión clínica.
El elemento clave que vincula una salud mala, la alimentación inadecuada y la obesidad (los principales factores de riesgo para sufrir un infarto) son las citoquinas pro-inflamatorias. Las citoquinas son proteínas que normalmente nos defienden de las bacterias y los virus. Sin embargo, cuando mantenemos una dieta pobre, las citoquinas se pueden volver contra nosotros.
Decenas de estudios han identificado una relación entre la ausencia de alimentos ricos en ácidos grasos poliinsaturados y la presencia de inflamación y depresión. ¿Por qué? Los ácidos grasos poliinsaturados son abundantes en el cerebro. Un ácido graso específico, llamado Omega-3, tiene la función de antagonizar las acciones de las citocinas pro-inflamatorias y disminuir los síntomas físicos de la depresión. Sin embargo, los seres humanos no podemos sintetizar estos ácidos grasos a partir de cero sino que debemos obtenerlos de la dieta.
Nuestro cerebro necesita un equilibrio entre el Omega-3 y otro ácido graso similar denominado Omega-6. Ambos influyen en muchas funciones importantes del cerebro, incluyendo la depresión. La razón por la que necesitamos este equilibrio radica en que estos dos ácidos grasos controlan el nivel de inflamación en el cerebro y, en última instancia, la depresión.
Si se aumenta el número de Omega-3 a expensas de Omega-6, se reducirá la producción de prostaglandinas, una sustancia que desempeña un papel crucial en controlar los síntomas de la depresión.
Detengámonos un momento para evocar la última vez que estuvimos enfermos, con una infección bacteriana. De seguro te habrás sentido triste, aletargado y pensabas que la melancolía no se iría jamás.
Estos sentimientos, muy similares a los que se experimentan durante la depresión, se deben, en parte, a la presencia de prostaglandina E2. Es por eso que muchos de los medicamentos para la depresión (como la fluoxetina, la carbamazepina o la amitriptilina), realmente lo que hacen es reducir los niveles de PGE2 y de otras citoquinas presentes en el cerebro y el organismo.
Entonces, ¿cuál es la solución? ¿Cómo combatir la depresión y vencerla?
Aunque una dieta sana no es la cura definitiva para la depresión, si puede paliar los síntomas depresivos y ser uno de los pilares fundamentales de la psicoterapia. Lo mejor es incluir en nuestra alimentación cotidiana alimentos que contengan tanto los ácidos grasos Omega-3 como el Omega-6.
El Omega-3 lo podemos encontrar en el marisco, los pescados azules, la espinaca y el pepino. Por otra parte, el Omega-6 se halla en alimentos como las almendras, el aguacate, los cereales y los huevos.
Fuente:
Wenk, G. L. (2011) Balancing Your Fat Intake Controls Depression. The intersection of diet and psychiatry. En: Psychology Today.
YOLANDA GARCIA dice
Que casualidad!!! Que entradas tan parecidas las dos nuestras. Muy importante el tema de la alimentación que no damos la importancia que siempre requiere
Jennifer Delgado Suarez dice
Yolanda,
La verdad es que hace varias semanas que tenía este artículo en el tintero pero no había encontrado el tiempo para escribirlo. Finalmente me decidí porque creo que es importante que las personas comprendan que somos una entidad bio-psico-social. Y que todo lo que hacemos, comemos o decimos, tiene una repercusión en todas las áreas de nuestra vida.