Para que una relación de pareja funcione, no basta el amor. Lo sabemos – o al menos deberíamos saberlo. Hay una enorme lista de cualidades a sumar que puede variar según la personalidad, necesidades y expectativas de cada persona.
Sin embargo, existe una cualidad imprescindible en la que la inmensa mayoría de la gente y los psicólogos coinciden: el compromiso. Comprometerse con alguien es uno de los pilares esenciales de la relación de pareja, pero como todo en la vida, cuando el compromiso es excesivo también tiene su lado oscuro e incluso puede llegar a ser sorprendentemente tóxico.
Los riesgos de comprometerse con alguien excesivamente
Estar comprometido con alguien, sobre todo en una relación de pareja, generalmente se considera algo positivo. No obstante, un nivel de compromiso excesivo puede ser bastante perjudicial, según reveló una investigación realizada en la Universidad de Houston.
¿El motivo?
Estar excesivamente comprometido con alguien puede llevarnos a sobredimensionar las pequeñas desavenencias, problemas y conflictos del día a día hasta el punto que se escapen de nuestro control llegando a conducir incluso a la depresión y la ansiedad.
Pero, ¿qué significa comprometerse con alguien excesivamente? ¿Cuánto es demasiado compromiso en una relación de pareja?
Estos psicólogos indican que el exceso de compromiso se produce cuando una persona invierte demasiada autoestima en la relación. ¿Qué significa eso? Que la imagen que tiene de sí mismo y el valor que se atribuye depende fundamentalmente de lo bien que vaya la relación de pareja. O sea, que cuando la relación va bien su autoestima aumenta artificialmente y cuando va mal cae por los suelos. Obviamente, eso no es bueno – ni para la persona ni para la relación.
En Psicología este fenómeno se denomina “autoestima contingente basada en las relaciones” y, según estos investigadores, las personas que deciden comprometerse con alguien hasta tal punto también corren el riesgo de sentirse devastadas cuando algo sale mal, incluso un pequeño conflicto o una discrepancia perfectamente normal en dos personas que, aunque se amen, siguen siendo dos individuos diferentes.
Eso significa que el tipo de compromiso equivocado, sobre todo llevado al extremo de supeditar al mismo nuestro valor, puede terminar socavando el vínculo de pareja, además de hacer añicos la autoestima de la persona que ha atado su autoestima a esa relación.
Cuando la autoestima depende de la relación de pareja
El problema de este tipo de compromiso es que la persona define su autoimagen según cómo la valora o trata su pareja, de manera que su autoestima fluctúa según el cariño, la aprobación o el afecto que recibe. Obviamente, comprometerse con alguien hasta ese punto termina haciendo que nos adentremos en un terreno muy peligroso emocionalmente.
Cuando nuestra valía y autoestima depende casi exclusivamente de lo que lo que piensa nuestra pareja o de lo bien que vaya la relación, nos volvemos extremadamente vulnerables y somos más propensos a la inestabilidad emocional. Como resultado, una crítica sin ánimo de ofender, una pequeña discusión o una divergencia de opinión puede sumirnos en la desesperación más absoluta, causando una gran angustia emocional.
De hecho, estos investigadores descubrieron que las personas excesivamente comprometidas con una autoestima contingente se sentían peor consigo mismas durante los momentos negativos por los que transcurrían sus relaciones. Es como si no les importara la causa del problema o quién tuvo la responsabilidad, simplemente se sienten extremadamente mal consigo mismas y se culpan por lo ocurrido. Ese patrón de reacción las vuelve muy vulnerables a cualquier circunstancia negativa de la relación, lo cual aumenta el riesgo de sufrir ansiedad y depresión o reaccionar con hostilidad, empeorando aún más el conflicto.
Unir la autoestima a la relación de pareja también puede terminar generando una dependencia emocional. Es probable que esa persona esté dispuesta a sacrificar su propia identidad y bienestar solo para mantener el vínculo afectivo. El exceso de compromiso puede llevarla a perder de vista sus necesidades y deseos auténticos, lo que puede causar frustración y resentimiento. Además, a largo plazo es probable que ese exceso de compromiso termine dañando la propia relación ya que la otra persona se sentirá ahogada por la responsabilidad afectiva que el otro le transfiere.
Sí al compromiso, pero del bueno y en su justa medida
Cabe aclarar que este estudio no aboga por la falta de compromiso. Cuando no existe compromiso en una relación de pareja, esta será inestable. Cuando aparece la incertidumbre, falla la seguridad y no existe confianza, la relación genera malestar e insatisfacción. Una relación sin compromiso difícilmente podrá superar los retos que le pondrá la vida. Sin embargo, a la hora de comprometerse con alguien, hay que hacerlo de manera sana.
El compromiso implica cuidar del otro, respetarle y mostrar una disposición por apoyarle y cuidarle, pero también implica renegociar las necesidades de ambos para que la relación realmente nos permita desarrollarnos y ser mejores cada día. Debemos evitar el error de identificarnos con la relación de pareja porque somos mucho más que eso. Por tanto, nuestra valía no depende del otro, sino de nosotros mismos. Cuando aportamos autoestima a la relación, esta florece. Cuando alimentamos nuestra autoestima de la relación, esta se marchita.
Referencia Bibliográfica:
Knee, C. R. et. Al. (2008) Relationship-contingent self-esteem and the ups and downs of romantic relationships. J Pers Soc Psychol; 95(3):608-27.
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