En los tiempos que corren, confiar en los demás nos puede resultar cada vez más difícil. Sobre todo porque en el imaginario popular se ha asentado una identificación incorrecta: los tontos son los que se fían, los que muerden fácilmente el anzuelo, mientras que los inteligentes, los más listos, son los que desconfían, los que no se dejan engañar.
Sin embargo, detrás de esta creencia hay algunos errores de base. No es lo mismo fiarse que morder el anzuelo y no es lo mismo desconfiar que no dejarse engañar. Hay una gran diferencia entre ser confiados y dejarnos engañar, una diferencia que ha sacado a colación un estudio realizado en la Universidad de Oxford.
Según esta investigación de corte social, las personas que se fían más del prójimo también son más felices y saludables. Además, son más propensas a emprender nuevos proyectos y a crear grupos exitosos ya que tienen una mayor Inteligencia Emocional.
La vía de la confianza
Las personas que no se fían de nadie viven en un verdadero infierno. A cada paso, necesitan cubrirse las espaldas porque están seguras de que encontrarán a alguien dispuesto a estafarlas, mentirles o robarles. De esta forma, adoptan una actitud hipervigilante y se acorazan. A la larga, esta forma de enfrentar las relaciones interpersonales resulta muy desgastante y genera un enorme estrés.
Si no puedes fiarte de tu amigo para contarle un problema, ¿quién te dará una perspectiva nueva?
Si no puedes fiarte de tu equipo de trabajo, ¿cómo lograrás que el proyecto avance?
Si no te fías de tu pareja, ¿cómo puedes amar plenamente?
El problema radica en que cuando no confías en las personas que se encuentran a tu alrededor, de una forma u otra, estas lo perciben y, a su vez, no confiarán en ti. De esta manera se crea un círculo de desconfianza e individualismo que ratifica tu visión del mundo, la visión de que todos quieren aprovecharse de ti y son antipáticos.
Sin embargo, a fin de cuentas, los beneficios de confiar en los demás son mayores que los problemas que nos podría causar. Por tanto, sería una buena idea desarrollar la confianza como un hábito.
Obviamente, no se trata de fiarse del primero que pasa pero sí de que vayas ampliando tu círculo de la confianza. Habla más con tus amigos y familiares, cuéntales qué te preocupa y cómo te sientes, verás que responden positivamente a ese acercamiento. Poco a poco, este círculo de confianza se hará cada vez mayor e irás notando que vives de manera más relajada y que incluso comienzas a confiar en las personas que encuentras por la calle.
Curiosamente, mientras más te fíes de los demás, más podrás desarrollar la autoconfianza. Por tanto, te verás inmerso en un círculo virtuoso que te dará nuevas fuerzas o te permitirá reposar cuando lo necesites. Después de todo, contar con un hombro amigo es el mayor de los tesoros y nos reporta una increíble sensación de protección.
Fuente:
Carl, N. & Billari, F. C. (2014) Generalized Trust and Intelligence in the United States. PLoS One; 9(3).
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