Somos criaturas sociales. Y eso significa que debemos cargar con mucho equipaje. Las relaciones interpersonales encierran una paradoja: cuanto más confiemos en nuestras redes de apoyo, más presión pueden ejercer para que nos ajustemos a sus estándares sociales.
La familia, los amigos y el entorno profesional son puntos de presión potenciales que pueden empujarnos a amoldarnos a normas, costumbres y formas de hacer con los que no nos sentimos cómodos. Emociones desagradables, como el miedo a la exclusión social o el sentimiento de vergüenza y culpa por tener opiniones diferentes, suelen ser los principales impulsores de esa conformidad.
Obviamente, la conformidad también puede ofrecernos algunos beneficios, como ampliar nuestro círculo de confianza, lo cual nos brinda una ilusoria sensación de seguridad. Además, nos evita tener que tomar muchas decisiones ya que generalmente las toman otros en nuestro lugar, quitándonos así el peso de la responsabilidad. Sin embargo, a la larga, amoldarnos a los demás terminará aniquilando nuestra autenticidad y nos impedirá llevar una vida feliz.
Ser fiel a uno mismo requiere mucho coraje, pero brinda la satisfacción de tomar las riendas de tu vida y orientarla en la dirección que deseas.
Los 5 efectos más devastadores de la conformidad social en tu vida
Todos, en algún momento, hemos caído en la trampa de la conformidad social. Todos hemos sentido la presión del grupo en algún momento de nuestras vidas y muchos hemos decidido ceder.
La conformidad social se produce cuando cambiamos nuestro comportamiento debido a las presiones externas, que pueden provenir lo mismo del grupo de amigos que de la familia o la sociedad. La conformidad social no implica un verdadero cambio interior sino un ajuste del comportamiento para adaptarse a las exigencias externas. No existe una motivación intrínseca, sino el deseo de encajar.
Obviamente, cuando cedemos ante los demás, ese capa superficial de aceptación puede facilitarnos la vida, evitando conflictos y desavenencias. Sin embargo, el problema de la conformidad social es que nos impide vivir de manera auténtica, siendo fieles a nosotros mismos, algo absolutamente necesario para encontrar nuestro camino en la vida. El costo de conformarnos es renunciar a nuestra autenticidad.
Vivir a la sombra de otras personas, conformándonos con su forma de ver el mundo, no es vivir. Cuando intentamos encajar en el molde de los demás perdemos de vista quiénes somos.
- Depresión severa. Cuando seguimos ciegamente las expectativas sociales, podemos terminar perdiendo el sentido y significado de la vida. La conformidad hace que nos desconectemos de nosotros mismos, de nuestras emociones, ilusiones y deseos, por lo que con el tiempo podemos desarrollar una depresión, fruto de esa incapacidad para comprender lo que queremos y necesitamos.
- Pérdida de uno mismo. La conformidad social puede ser reconfortante ya que genera una sensación de seguridad como de mar en calma, pero a la larga descubriremos las limitaciones de amoldarnos constantemente a los demás. Cuanto más tiempo nos pleguemos a los otros y neguemos nuestra individualidad, más nos veremos obligados a disociarnos de la persona que somos. Eso suele conducir a una sensación de desapego y despersonalización. Y es que solo podemos tener claridad cuando volvemos la vista adentro para prestar atención a lo que necesitamos y queremos.
- Lastra el crecimiento personal. Plegarse a los deseos de los demás puede ser tentador ya que nos evita tener que tomar decisiones, pero entregar las riendas de nuestra vida nos impedirá crecer. El conformismo social nos impide encontrar nuestra propia voz. Es como si pusiéramos en pausa nuestra vida ya que prácticamente no tomamos decisiones, sino que nos conformamos con el statu quo.
- Dependencia de los demás. La conformidad es, en esencia, vivir de acuerdo con lo que los demás han planificado para nosotros. Siempre hay alguien que nos dice lo que debemos hacer, pensar o incluso sentir, en el caso de la conformidad emocional. Cuando no estamos acostumbrados a tomar decisiones, nos volvemos dependientes de quienes nos rodean, reduciendo cada vez más nuestra autonomía, independencia y libertad.
- Inconsistencia vital. Es difícil mantenerse constante cuando tenemos que adaptarnos constantemente a lo que quieren los demás. La conformidad social nos impide desarrollar un plan de vida propio y seguirlo. De hecho, nos mantiene corriendo constantemente detrás de las ideas, planes y metas de otros, los cuales suelen agregar poco valor o satisfacción a nuestra vida. En cambio, la verdadera estabilidad surge cuando tomamos las riendas de nuestro destino, nos planteamos nuestras propias metas y diseñamos un plan para alcanzarlas.
Conformarse significa resignarse a las ideas de los demás, lo cual deja muy poco espacio para la autoexpresión y la libertad personal. Decidir buscando la aprobación y validación de los demás nos impide ser fieles a nosotros mismos. La conformidad social deja poco espacio para el pensamiento autónomo y lastra la toma de decisiones. Cuando estamos demasiado ocupados considerando lo que desean los demás, no prestamos mucha atención a lo que deseamos nosotros.
Por esa razón, ser fieles a nosotros mismos muchas veces significa ir contracorriente y estar dispuestos a afrontar conflictos. Para tomar las riendas de nuestra vida necesitamos encontrar la manera de expresarnos y perseguir lo que necesitamos y queremos. La auténtica felicidad proviene de conectar con nuestro interior. Necesitamos confiar más en nosotros y comenzar a escucharnos, en vez de depender de la validación externa. Buscar nuestras pasiones, desempolvar nuestros sueños y encontrar el coraje para perseguir nuestras metas.
Fuente:
Stallen, M. & Sanfey, A. G. (2015) The neuroscience of social conformity: implications for fundamental and applied research. Front. Neurosci.; 9: 10.3389.
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