Se dice que maduramos con los daños, no con los años. El paso del tiempo no suele bastar para generar aprendizajes valiosos, crecemos con las experiencias que vivimos. Y cuando esas experiencias son dolorosas o particularmente difíciles pueden, efectivamente, acelerar el proceso de maduración. Los traumas, en especial, pueden hacer que envejezcamos más rápido que nuestros coetáneos.
Los traumas generados por situaciones amenazantes aceleran el envejecimiento
Los niños que sufren traumas debido a situaciones de abuso o violencia a una edad temprana muestran signos biológicos de un envejecimiento más acelerado que aquellos que nunca han experimentado ese grado de adversidad. Esa fue la principal conclusión a la que llegaron investigadores de la Universidad de Harvard tras analizar tres signos diferentes de envejecimiento biológico (pubertad temprana, envejecimiento celular y cambios en la estructura del cerebro). Descubrieron que las consecuencias de un trauma psicológico estaban relacionadas con las tres señales de maduración precoz.
Estos investigadores estudiaron por separado dos categorías de adversidad: aquella que proviene de las amenazas, como el abuso y la violencia, así como la adversidad relacionada con las situaciones de privación, como la pobreza, el abandono físico y la negligencia emocional.
Tras analizar casi 80 estudios que involucraron a más de 116.000 participantes, descubrieron que los niños que sufrieron traumas infantiles relacionados con amenazas, como violencia o abuso, tenían más probabilidades de entrar en la pubertad temprano y mostraban signos de “envejecimiento” acelerado a nivel celular, incluidos unos telómeros más cortos, que son las “tapas protectoras” que se encuentran en los extremos de nuestras hebras de ADN y se van desgastando a medida que envejecemos.
El cerebro también envejece como consecuencia de los traumas psicológicos
En un segundo análisis, estos investigadores revisaron 25 estudios que incluían más de 3.253 participantes para comprender cómo la adversidad a una edad temprana puede afectar el desarrollo del cerebro. Descubrieron los traumas están asociados a una reducción del grosor cortical, un signo de envejecimiento ya que la corteza cerebral adelgaza a medida que pasan los años.
De hecho, comprobaron que cada tipo de adversidad está relacionada con una reducción cortical en diferentes partes del cerebro. El trauma y la violencia se asociaron con el adelgazamiento de la corteza prefrontal ventromedial, una zona involucrada en el procesamiento social y emocional. En cambio, las situaciones de privación se relacionaron con un adelgazamiento de las redes visuales y el área frontoparietal, las cuales están vinculadas al procesamiento sensorial y cognitivo. Esto significa que diferentes tipos de traumas tienen un impacto distinto a nivel cerebral.
Los investigadores piensan que ese envejecimiento acelerado podría ser una adaptación evolutiva. Siglos atrás, en un entorno violento y lleno de amenazas, por ejemplo, llegar antes a la pubertad podría aumentar las probabilidades de que los niños pudieran marcharse del hogar y vivir por sus propios medios.
Además, un desarrollo más rápido de las regiones del cerebro que desempeñan un papel clave en el procesamiento de las emociones podría ayudar a los niños a identificar y responder a las amenazas de manera más asertiva, lo cual los mantendría más seguros en un entorno peligroso.
Sin embargo, las adaptaciones que una vez fueron útiles hoy tienen graves consecuencias para la salud física y mental ya que esos niños estarían “quemando etapas”. De hecho, un envejecimiento más rápido a una edad tan temprana, una de las consecuencias de un trauma psicológico, sugiere que los mecanismos biológicos que contribuyen a las disparidades en la salud se ponen en marcha muy temprano en la vida.
Eso podría explicar, al menos en parte, por qué la exposición a la adversidad en la niñez es un predictor de problemas de salud más adelante en la vida, no solo de cuadros de depresión y ansiedad, sino también enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer. Dicho estudio sugiere que ser víctimas de la violencia y sufrir traumas temprano en la vida puede hacer que el cuerpo envejezca más rápido a nivel biológico, con todas las consecuencias que ello implica.
Fuente:
Colich, N. et. Al. (2020) Biological Aging in Childhood and Adolescence Following Experiences of Threat and Deprivation: A Systematic Review and Meta-Analysis. Psychological Bulletin; 146(9): 721–764.
Deja una respuesta