“Yo solo quiero ayudarte”. ¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase? Puede sonar genuina y cargada de buenas intenciones, pero no siempre es lo que parece. Hay ocasiones en las que, tras esas palabras aparentemente amables, se esconden motivaciones más egoístas.
Hay personas que dan consejos no tanto para ayudarte, sino para avanzar su propia agenda. Se trata de consejos con segundas o terceras intenciones, recomendaciones que llegan cargadas de expectativas personales y que, más que aportar claridad y paz, generan confusión, tensión y malestar.
¿Qué es el consejo apremiado?
A todos nos ha pasado: alguien cercano nos ofrece un consejo, pero no se limita a compartir su opinión, sino que nos empuja en una dirección. A veces sus intenciones son evidentes: quiere que le hagamos caso. Pero en otras ocasiones sus motivos son más difíciles de detectar y la manipulación se vuelve sutil, pero insistente.
Y es que debemos tener claro que no todo consejo tiene la intención de ayudarnos a decidir mejor. Hay recomendaciones que llegan cargadas de urgencia, gestos enfáticos, y en algunos casos hasta un tono de reproche o un matiz insistente que nos deja poco espacio para la reflexión y la decisión libre.
Thomas Hobbes, famoso por su obra de filosofía política “Leviatán” en la que también abordó muchos aspectos de la psicología humana, calificó esos comportamientos como “consejo vehementemente apremiado” y lo describió como una “exhortación y disuasión acompañados con signos en quien lo da, de un vehemente deseo de verlo obedecido”.
En ese caso, quien aconseja no piensa en las consecuencias para el otro de lo que recomienda, ni razona de manera lógica, sino que simplemente se mueve motivado por sus propios sentimientos. En algunos casos, incluso es probable que esa persona piense que está haciendo lo mejor para el otro, aunque en realidad sus palabras provienen de un deseo propio y persiguen un objetivo personal.
Las claves para diferenciar un buen consejo de un mandato encubierto
Hobbes creía que debemos ser capaces de diferenciar entre un buen consejo y un mandato encubierto como recomendación. Es fácil confundir consejo con mandato “porque las palabras ‘haz esto’ no solo son las palabras de quien manda, sino también de quien asesora y de quien exhorta”, escribió.
Sin embargo, pocas veces distinguimos la diferencia, de manera que podemos terminar siguiendo un consejo apremiado, cayendo en las manos de personas que intentan manipularnos emocionalmente para sacar provecho para sí mismas.
Hobbes nos daba la clave para distinguir entre un mandato encubierto como consejo y el verdadero consejo que busca orientar y ayudar: “mandato es cuando un hombre dice ‘haz esto’ o ‘no hagas esto’ sin esperar razón distinta de la voluntad de quien lo dice”. Como resultado, es evidente que quien manda busca su propio beneficio ya que no ofrece motivos que sostengan sus palabras. “La razón de su mandato es únicamente su propia voluntad”.
En cambio, el “consejo es cuando un hombre dice ‘haz esto’ o ‘no hagas esto’ y deduce sus razones del beneficio que eso produciría a quien se lo dice”, señaló Hobbes. Por ende, “es evidente que quien da el consejo solo pretende el bien de aquel a quien se lo otorga”. Quien aconseja debe argumentar y razonar ya que su objetivo es ayudar al otro.
Por tanto, las señales de que se trata de un consejo apremiado que debes buscar son:
- Pocas razones. la persona no brinda argumentos convincentes que demuestren que es la mejor opción para ti.
- Incongruencias. Si ofrece argumentos, estos no parecen alinearse con tus intereses o con lo que la persona conoce de ti.
- Demasiado entusiasmo o insistencia. La persona insiste en que sigas su consejo, como si fuera la única opción posible.
- El beneficio está más de su lado. Si lo analizas bien, parece que quien realmente gana algo es la persona que te aconseja, no tú.
- Uso de emociones fuertes. Apelan a tu culpa, miedo o deseo de complacerlos para influir en tu decisión.
¿Cómo protegerte de los consejos interesados?
El secreto para lidiar con este tipo de situaciones sin ceder a la manipulación consiste en ser capaces de hacer un alto antes de tomar una decisión para reflexionar con mayor calma sobre el consejo.
- Escucha y reflexiona. No tomes decisiones en caliente. Dale tiempo al consejo para ver si realmente encaja con tu visión del mundo y con lo que realmente quieres.
- Pregúntate por qué. Indaga en las razones de la persona con preguntas abiertas del tipo: “¿por qué crees que esa sería la mejor opción para mí?”.
- Consulta otras opiniones. Si tienes que tomar una decisión importante, lo mejor es que escuches a varias personas, sobre todo aquellas en quienes confías o las que no tienen nada que ganar o perder con tu elección. Así podrás asegurarte de que sus consejos no tienen segundas intenciones.
Por último, si te sientes presionado o manipulado, expresa tus dudas y mantente firme en lo que realmente crees que es mejor para ti. A fin de cuentas, las decisiones que tomes deben ser tuyas, no el reflejo de las ambiciones o deseos de alguien más. Porque, escuchar a los demás es importante, pero lo es aún más que aprendas a escuchar a tu propia voz.
Referencia:
Hobbes, T. (1980) Leviatan o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil. México: Fondo de Cultura Económica.
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