Hace ya varios años, mientras estaba sentada en un banco de un parque, se me acercó un señor mayor y se sentó a mi lado. Estuvimos largos minutos en silencio, simplemente sentados uno junto al otro. Antes de marcharse me dijo: “Tienes que confiar más en las señales de la vida. La vida te envía muchas señales, pero si no sabes descifrarlas te perderás”.
Aquello me impresionó pero no me asombró, como si de alguna manera aquel encuentro fortuito fuera la cosa más natural y maravillosa del mundo al mismo tiempo. Así que le pregunté cómo podía descifrar la dirección que me indicaban las señales.
Me sonrió y me dijo: “No puedes pensar en las señales, solo tienes que sentirlas”.
En aquel momento sus palabras no tenían mucho sentido para mí. Hoy sí. Nunca más lo volví a ver. Quizá era alguien que había perdido la cabeza, o quizá era una de esas personas mágicas, de quien se escribió: “Hay personas mágicas. Te lo prometo, las he visto. Se encuentran escondidas por todos los rincones del planeta. Disfrazadas de normales. Disimulando su especial forma de ser. Procuran comportarse como los demás. Por eso, a veces, es tan difícil encontrarlas. Pero cuando las descubres ya no hay marcha atrás. No puedes deshacerte de su recuerdo. No se lo digas a nadie, pero dicen que su magia es tan fuerte que, si te toca una vez, lo hace para siempre”.
Este precioso corto animado de Sabrina Cotugno titulado: “Kagemono: The Shadow Folk”, nos muestra precisamente la importancia de confiar en el flujo de la vida, de saber detectar y desentrañar las pequeñas pistas que a menudo no percibimos debido a nuestros estereotipos, prejuicios, miedos o expectativas. Así, podemos terminar confiando en la persona equivocada, la persona que hará añicos nuestro equilibrio psicológico, mientras apartamos a esas personas que realmente pueden enriquecernos y ayudarnos.
5 lecciones valiosas para la vida
Este precioso corto nos brinda algunas lecciones de las que deberíamos tomar nota.
- No te dejes llevar por la primera impresión porque a menudo engaña. La primera impresión es un proceso bastante ambiguo que ocurre en cuestión de pocos segundos mediante el cual atribuimos características de personalidad basándonos en pequeñas pistas visuales. Esa primera impresión suele estar determinada por nuestros estereotipos y prejuicios, por lo que podría impedirnos conocer a personas estupendas o, al contrario, hacer que nos acerquemos a personas tóxicas que terminarán haciéndonos daño pero que son, aparentemente, encantadoras.
- Atesora las experiencias, también las malas. Nadie es completamente malo, ni completamente bueno, todos tenemos luces y sombras. No obstante, cuando hacemos el balance, algunas historias pueden ser definitivamente negativas. En esos casos, no nos queda sino aprender la lección. Cada persona que se cruza en nuestra vida tendrá la oportunidad de brindarnos la enseñanza que necesitábamos, aunque no no siempre sea la que esperábamos.
- A veces la ayuda llega de formas inesperadas. A veces no somos plenamente conscientes de los riesgos y peligros a los que nos enfrentamos. Cuando estamos demasiado imbuidos en un problema, no vemos la solución y ni siquiera somos capaces de darnos cuenta de la mano amiga que nos quiere ayudar. Debemos recordar que muchas veces, la ayuda proviene de donde menos lo esperamos y que a veces unas palabras amargas o duras, pueden encerrar una gran verdad que necesitamos escuchar. A veces simplemente debemos dejarnos ayudar.
- Cuida a las personas maravillosas. Karl Marx dijo: “Rodéate de las personas que te hacen feliz. Las personas que te hacen reír, que te ayudan cuando lo necesitas. Las personas que realmente se preocupan. Ellos son los que vale la pena tener en tu vida. Todos los demás, están de paso”. Por tanto, asegúrate de hacerle un espacio en tu vida a esas personas y, si te equivocaste en un primer momento con ellas, pide disculpas sinceras y cultiva esa amistad.
- Confía más en el curso de la vida. En el taoísmo existe el concepto de fluir, que significa permitir que la vida siga su curso, sin oponer una resistencia inútil pues a menudo resistirnos a los cambios solo genera infelicidad. A veces podríamos evitar muchos problemas si tan solo aprendiéramos a decodificar las señales de la vida, que nos dice “detente, espera un poco” o “ahora es el momento, atrévete”. Empecinarnos en llevarle la contraria a menudo solo hace que gastemos energía inútilmente, desgastándonos en ese esfuerzo, recorriendo caminos que no nos llevan a ninguna parte.
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