
Una de las características más extraordinarias de Internet es que contiene una enorme cantidad de información. Si queremos aprender algo o tenemos una duda, solo tenemos que buscar y en cuestión de segundos tendremos acceso a estudios científicos, artículos de prensa o las experiencias de millones de personas sobre el tema que nos atañes.
A primera vista, es maravilloso. Sin embargo, el acceso a ese pozo prácticamente ilimitado de información puede tener un inconveniente nada despreciable: confundir la información que hemos buscado con nuestro conocimiento, según revelaron investigadores de la Universidad de Texas.
Compartir un artículo nos hace sentir más informados, aunque no sea así
En un primer estudio, los investigadores dieron a los participantes la oportunidad de leer noticias online que habían compartido con ellos los participantes anteriores, así como de compartir esos artículos con futuros participantes. Cada persona tenía vía libre para compartir las noticias tantas veces como quisiera, así como para leer lo que desearan del artículo o incluso no leerlo.
Acto seguido debían indicar su nivel de conocimiento subjetivo sobre los temas de los artículos a los que habían estado expuestos. A continuación, los investigadores les hicieron una pequeña prueba para evaluar su conocimiento objetivo.
Como era de esperar, quienes leyeron los artículos se sentían más informados y demostraron saber más sobre el tema. Curiosamente, quienes también compartieron los artículos señalaban que sabían más que quienes no lo hicieron. Sin embargo, la realidad distaba un poco de su percepción porque las pruebas demostraron que su conocimiento no era mayor.
En un segundo estudio los investigadores descubrieron que las personas no comparten artículos porque conozcan el tema, más bien es el acto de compartir lo que les hace creer que saben más sobre ese asunto.
Finalmente, estos investigadores se preguntaron si esa percepción sesgada influiría en las decisiones y comportamientos de las personas. Para comprobarlo, pidieron a un grupo les pidieron que leyeran un artículo sobre inversiones y lo compartieran en su página de Facebook y a otro grupo le pidieron que no lo compartieran.
Los resultados mostraron que quienes compartieron el artículo asumieron un riesgo significativamente mayor cuando tenían que planificar sus inversiones, en comparación con quienes no compartieron la información en sus redes sociales.
En general, estos estudios sugieren que el mero hecho de compartir información no solo puede cambiar nuestra percepción sobre nuestro nivel de conocimiento, aunque ni siquiera hayamos leído la información, sino que también puede influir en nuestras decisiones y comportamiento, probablemente infundiéndonos una falsa confianza, haciendo que nos sintamos más conocedores de un tema en particular.
Ese sesgo subjetivo podría ser particularmente problemático cuando leemos titulares «clickbait” que a menudo solo han sido escritos para llamar la atención y no reflejan con precisión el contenido de un artículo. En esos casos, no leer la información hasta el final puede alimentar ideas erróneas que terminen empujándonos en la dirección equivocada.
¿Cuál es la diferencia entre información y conocimiento?
Con Internet, confundimos información con conocimiento. Sin embargo, no son lo mismo. Podemos equiparar la información con la partitura de un tema. Sin embargo, el conocimiento incluye la experiencia, la intuición y los trucos aprendidos a través de la práctica.
El consumo de información es solo eso: consumo. De toda la información que leemos a diario, solo una pequeña cantidad pasa a formar parte de nuestro conocimiento. Cuando estamos corriendo de un compromiso a otro, imbuidos en el día a día, no solemos detenernos a analizar cada información. La consumimos de manera bastante automática, por lo que finalmente tiende a desaparecer. La olvidamos.
En cambio, el conocimiento implica un proceso de aprendizaje mediante el cual incorporamos esa información a nuestros esquemas mentales y logramos encontrarle alguna aplicación. Mientras que el consumo de información es un proceso eminentemente pasivo, la formación de conocimiento es un proceso más activo que demanda esfuerzo. Implica reflexionar sobre lo leído o aplicarlo. Solo así logramos internalizar la información.
Obviamente, la información es importante y a menudo es la antesala del conocimiento, pero sin este último no seremos capaces de tocar la partitura. El conocimiento es, de cierta forma, información codificada en acciones. Es aquello que hemos incorporado y hecho nuestro.
Confundir la información con el conocimiento puede generar una falsa sensación de confianza, haciéndonos creer que comprendemos temas complejos cuando realmente solo hemos rasgado la superficie o pensando que tenemos todas las habilidades necesarias para emprender un proyecto.
De hecho, no es el primer estudio que revela que solemos tener dificultades para distinguir la diferencia entre información y conocimiento en Internet. Un año antes, esos mismos investigadores comprobaron que usar Google para responder preguntas hizo que las personas confiaran más confianza en su memoria y conocimientos, haciendo que se sintieran más capaces. Sin embargo, las pruebas demostraron que esos participantes no mejoraron su desempeño ni nivel de conocimiento real.
Estos estudios son una llamada de atención ya que sugieren que el acceso a la información en Internet y el simple acto de compartirla puede generar una confianza injustificada en nuestro conocimiento, memoria y habilidades que nos lleven a tomar decisiones sesgadas de las que después podríamos arrepentirnos.
¿La solución?
Tomarnos tiempo para leer lo que realmente nos interesa. Hasta el final. Y luego reflexionar sobre lo leído porque, si no lo hacemos, es probable que haya sido tiempo perdido y esa información caiga en saco roto, sin pasar a enriquecer nuestro bagaje de conocimientos.
Fuentes:
Ward, A. F. et. Al. (2022) I share, therefore I know? Sharing online content – even without reading it – inflates subjective knowledge. Journal of Consumer Psychology; 10.1002.
Ward, A. F. et. Al. (2022) People mistake the internet’s knowledge for their own. PNAS; 118 (43) e2105061118.
Deja una respuesta