Todos, en algún que otro momento, de nuestras vidas hemos sido víctimas del fracaso; lo mismo en la esfera laboral que en nuestra vida personal o incluso en las relaciones con los demás. Como seres humanos, no somos perfectos y los errores forman parte del camino de aprendizaje. A veces, por más que nos esforcemos, el fracaso nos espera a la vuelta de la esquina.
Por lo general, cuando el fracaso toca a nuestra puerta, nos sentimos abatidos, tristes, deprimidos, incluso puede que hasta nuestra autoestima salga un poco dañada. Justo en ese momento comienzan a aparecer muchas preguntas: ¿Hice las cosas correctamente? ¿Puse todo el empeño que debía? ¿Estaba realmente comprometido con ese proyecto, persona o circunstancia? ¿Tome la decisión adecuada? ¿Soy una mala persona por no haber logrado lo que quería?
Estas interrogantes solo sirven para resaltar la impronta negativa del fracaso y para llenarnos de recriminaciones y remordimientos. En vez de plantearte estas preguntas, debes cuestionarte: ¿Cómo esta situación puede ayudarme a crecer como persona? ¿Qué ventajas puedo sacar de este fracaso? O sencillamente, ¿Qué puedo hacer para intentar disminuir el impacto de este fracaso? Por lo general, estas son preguntas que nunca nos hacemos porque nadie nos ha enseñado que el fracaso también tiene sus aspectos positivos.
3 pasos para enfrentar el fracaso y sacarle provecho
La mejor forma de enfrentar el fracaso es comprenderlo como una oportunidad para crecer y desarrollarnos como personas. Es cierto que a veces es difícil percibirlo desde esta perspectiva, pero no se trata de una misión imposible.
1. Encuentra la causa de tu fracaso. Muchas veces le echamos la culpa de nuestros fracasos al compañero de trabajo, al jefe intransigente, a nuestra pareja, nuestra madre, o a ese amigo que no nos prestó su ayuda; o sea, ponemos la culpa fuera de nosotros cuando la mayor cuota de responsabilidad casi siempre es nuestra.
No obstante, lejos de estarnos culparnos y recriminándonos porque las cosas no salieron cómo queríamos, lo mejor será identificar dónde nos equivocamos: quizás no pusimos todo el esfuerzo que debíamos, nos equivocamos al tomar una decisión o involucramos a alguien que no resultó ser la mejor persona para la tarea que necesitábamos realizar.
Encontrar dónde nos equivocamos nos ayudará a enmendar nuestro fracaso si es posible, y si no, al menos nos enseñará nuevas pautas para otro comienzo.
2. Define qué no ha salido como querías. Saber cuáles son los aspectos puntuales que han fallado es imprescindible pues de esta manera podrás poner en práctica un nuevo plan que tenga menos puntos débiles y seguramente te acercarás mucho más al resultado que esperabas. Además, identificar las desventajas te ayudará a crecer como persona y a fortalecer esas habilidades que te fallaron.
3. Concéntrate en las ventajas. Como seguramente habrás escuchado: “Nada es absolutamente negro, ni blanco”. ¿Qué significa esto? Que tu fracaso, por muy triste, desalentador e insuperable que parezca, también tiene sus aspectos positivos e incluso podrás sacarle ventaja. ¿Cómo?
El fracaso no es más que una segunda oportunidad para comenzar y hacerlo mejor. El fracaso nos hace personas más resilientes. El fracaso nos hace madurar y nos permite ser más empáticos. En fin, beneficios hay muchos, solo te toca descubrirlos y utilizarlos a tu favor para lograr lo que verdaderamente deseas.
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