En el verano del 1997 Robert Smith, un cirujano, le amputó una pierna totalmente sana a su paciente Kevin Wright, de 38 años de edad. La amputación del miembro sano no se debió a un error sino al deseo del propio paciente, que desde su infancia luchaba porque esa pierna le fuese amputada. Al recuperar la conciencia Wrigth afirmó ante los medios de comunicación: «Ahora me siento un hombre completo«.
El deseo de Wrigth no es único en el mundo, de hecho otras personas se han realizado cirugías con el único objetivo de amputarse partes de su cuerpo que no deseaban. En casos desesperados, si no hallan un doctor que satisfaga sus requisitos, acuden a los servicios de personas no profesionales, se provocan lesiones en la parte que desean amputar o incluso llegan a practicarse la amputación ellos mismos.
Este deseo se ha definido como: desorden corporal dismórfico, un trastorno psiquiátrico al cual ya he hecho referencia anteriormente, aunque también se le conoce como Trastorno de la Identidad de Amputados. Hasta el momento se había considerado como un problema eminentemente psicológico, aunque las más diversas psicoterapias, tratamientos farmacológicos e incluso el electroshock han demostrado su escasa utilidad. Vale aclarar que estas personas reconocen lo irracional de sus creencias pero aún así no pueden evitar el deseo de eliminar alguna parte de sus cuerpos.
Recientemente el profesor Olaf Blanke ha dado un nuevo giro a la comprensión de este trastorno sugiriendo que la base de esta patología podría ser neurológica. A esta conclusión arribó después de haber estudiado 20 personas que deseaban amputarse alguna parte de sus cuerpos hallando un funcionamiento anormal en los circuitos fronto-parietales, esenciales para la representación corporal. A esta condición neurológica Blanke la denominó: «desorden de la identidad corporal integral».
A favor de esta hipótesis Blanke muestra que el 75% de las personas que tomaron parte de la investigación deseaban que se les amputase exactamente la pierna izquierda mientras que el resto deseaba que se le amputasen ambas piernas. Además, 13 de los 20 participantes reportaron sensaciones anormales en las partes del cuerpo que deseaban amputar, incluyendo entumecimiento, hormigueo, pérdida de sensibilidad, la sensación de que los miembros pertenecían a otras personas e incluso experimentaban que el miembro era inexistente (algo así como el fenómeno inverso al Síndrome del Miembro Fantasma). Debe resaltarse que idénticas sensaciones han sido reportadas por personas con daños en la corteza fronto-parietal pero, al contrario de aquellos que han sido diagnosticados con un trastorno dismórfico corporal, estos no deseaban deshacerse de sus miembros.
Otras diferencias interesantes surgieron en relación con el género: entre los hombres, solo el 29% deseaba que se les amputase más de un miembro mientras que la totalidad de las féminas deseaban amputaciones múltiples.
Aunque para estas diferencias de género aún no existe explicación; los investigadores concluyen que el deseo de la amputación corresponde a una asomatognosia crónica o una variante peculiar del fenómeno del miembro fantasma, teniendo su causa a nivel neurológico. Probablemente este descubrimiento guíe hacia una terapia farmacológica más eficiente de forma que estas personas no tengan que amputar sus miembros para sentirse felices y realizadas.
Fuentes:
Blanke, O.; Morgenthaler, F. D.; Brugger, P. & Overney, L. S. (2009) Preliminary evidence for a fronto-parietal dysfunction in able-bodied participants with a desire for limb amputation. Journal of Neuropsychology; 3 (2): 181-200.
(2000, febrero) No regrets: for healthy limb amputee. En: BBC News.
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