
En la vida, muchas veces damos demasiadas cosas por sentado. Cuando se instaura la rutina, nos acostumbramos a ciertas cosas y asumimos que siempre serán así. Eso nos lleva a pensar que todo se mantendrá tal cual.
En otras ocasiones incluso damos por hecho ciertas relaciones. Asumimos que nada cambiará. Que la persona con quien compartimos la vida siempre nos amará. Que nuestra familia siempre nos apoyará. O que nuestro colega o empleado siempre responderá positivamente cuando se lo pidamos.
Por supuesto, a veces somos nosotros quienes nos encontramos del otro lado; es decir, las personas con quienes nos relacionamos dan por descontado nuestro amor, entrega, disposición, compromiso… Sin embargo, esa actitud no es positiva.
El peligro de dar por sentado a alguien
Cuando empezamos a dar por sentadas las cosas, dejamos de apreciar la importancia de lo que nos rodea. Nos ensimismamos y dejamos de esforzarnos por lo que queremos. Dejamos de luchar por cuidar lo que hemos construido. Dejamos de prestarle atención al otro.
Asimismo, cuando alguien empieza a darnos por sentado, es probable que termine infravalorándonos o incluso menospreciándonos. Esa persona dejará de valorarnos en su justa medida, olvidará los detalles que nos unieron y la relación se teñirá de automatismos, hasta ir perdiendo su sentido y razón de ser.
Cuando alguien asume que siempre estaremos ahí, en realidad deja de apreciar lo que hacemos. Deja de apreciar los gestos y el esfuerzo. Simplemente asume que siempre estaremos disponibles para ayudarle, consolarle o sacarle las castañas del fuego.
Identificar esas situaciones lo más rápido posible nos permitirá ponerles coto antes de que la ayuda se convierta en obligación y el cariño en hábito. Sin embargo, a menudo es mucho más fácil decirlo que hacerlo, sobre todo cuando hay emociones de por medio o fuertes vínculos de cualquier otra índole difíciles de romper.
¿Cómo saber si alguien te está dando por seguro?
Cualquier persona podría estar dando por descontado tu disponibilidad y entrega, desde tu pareja hasta tu amigo, jefe, padre o hijo. De hecho, es probable que, en lo más profundo de ti te hayas dado cuenta, pero al echárselo en cara, también es probable que te hayan convencido de lo contrario con palabras amables.
En realidad, cualquiera puede decirte que eres importante. Pero las palabras se las lleva el viento. Lo que realmente cuenta en las relaciones son los gestos y los actos. Cada persona es lo que hace, no lo que dice que hará, parafraseando a Carl Jung.
Por tanto, una «técnica» para saber si alguien te está dando por sentado consiste en plantearle algunas de tus preocupaciones más importantes. Cuéntale un problema. Háblale de lo que te quita el sueño. Comparte uno de tus mayores temores… Y luego, observa cómo reacciona.
¿Te ha escuchado atentamente?
¿Cuán en serio se ha tomado lo que le acabas de decir?
¿Has sentido una conexión emocional o le has notado distante e indiferente?
¿Qué impacto emocional le ha causado?
¿Intenta cambiar de tema rápidamente o trata de ayudarte a encontrar una solución?
Dar por sentado a alguien en una relación implica asumir que esa persona siempre se quedará, independientemente del esfuerzo dedicado a alimentar el vínculo. Se asume que no importa lo que haga, esa persona siempre responderá positivamente.
Eso, sin embargo, es una falta de respeto y consideración al otro.
La apreciación no solo es un ingrediente fundamental en las relaciones humanas, sino que también es esencial para sentirnos satisfechos y realizados. Un estudio publicado en Psychological Science, por ejemplo, reveló que si nos esforzamos mucho más que nuestra pareja en las tareas del hogar y el otro no reconoce nuestro empeño o sacrificio, el nivel de estrés e insatisfacción aumenta. En cambio, sentirnos apreciados y valorados se convierte en una fuente de satisfacción.
Lo cierto es que todos necesitamos sentir que los demás aprecian lo que hacemos por ellos. Si no recibimos suficiente reconocimiento, nos desanimamos y desilusionamos. Necesitamos tener la seguridad de que nuestras palabras y acciones son verdaderamente significativas y adecuadamente valoradas. No necesitamos que nos retribuyan de la misma manera, pero necesitamos saber que el otro se siente genuinamente agradecido por el papel que desempeñamos en su vida.
El precio a pagar por estar disponible siempre
Si alguien te está dando por sentado, la gran pregunta es: ¿le estás permitiendo a esa persona que lo haga? Quizá, por mil razones diferentes, has dejado que la relación se deslice hacia un desequilibrio en el que solo uno da mientras el otro se dedica cómodamente a recibir lo que ofreces.
En muchas ocasiones, quien tiene la tendencia a comprometerse más, ya sea en el trabajo o en su vida personal, o quien más ama, es quien termina en esa incómoda situación. Esto se debe a que esas personas suelen anteponer las necesidades de los demás a las propias, transmitiendo la sensación de que siempre estarán disponibles, pase lo que pase, como si de un trapo de cocina se tratase.
Puede que no te des cuenta, pero estar ahí para los demás – siempre e incondicionalmente – genera un hábito, de manera que terminarás convirtiéndote en esa persona que se esfuerza por complacer a los demás, olvidándose de su propia felicidad. Cuando caes en ese bucle en el que solo das y recibes muy poco – o nada – a cambio, es probable que tengas que esforzarte cada vez más por sentirte apreciado o incluso visto.
Por supuesto, la disponibilidad y el compromiso son importantes en cualquier relación, pero siempre que sean equilibrados y fluyan en ambos sentidos. Hay situaciones en las que alguien puede darte por sentado de manera puntual o inconscientemente ya que incluso las mejores relaciones atraviesan periodos de distanciamiento en los que uno tiene que apoyar al otro incondicionalmente.
Sin embargo, si una persona ignora o minimiza constantemente tus preocupaciones, intenta buscarles una solución trivial sin analizar su origen o incluso se molesta contigo porque la has incordiado con tus problemas, es probable que no ocupes un lugar muy relevante en su lista de prioridades.
Obviamente, no puedes obligar a nadie a colocarte en el podio de su vida. Esa persona tiene que elegirlo conscientemente. Pero tú también puedes decidir si te sientes cómodo en el lugar que te han destinado y con el rumbo que ha tomado esa relación. Y si no es así, si te sientes utilizado, explotado o cansado, quizá sea el momento de ponerle punto final o bajar varios peldaños a esa persona en tu lista de prioridades.
A fin de cuentas, un minuto dedicado a una persona que te da por descontado es un minuto menos para alguien que sí te valora, merece tu tiempo y con quien puedes construir una relación de reciprocidad que sea constructiva para ambos.
Referencias Bibliográficas:
Lee, B. Y. (2023) One Key Sign That You’re Being Taken for Granted. En: Psychology Today.
Gordon, A. M. et. Al. (2022) Feeling Appreciated Buffers Against the Negative Effects of Unequal Division of Household Labor on Relationship Satisfaction. Psychological Science; 33(6): 095679762210818.
Deja una respuesta